Hace lo mismo que AirBNB.com, pero siete años antes y en versión solidaria. CouchSurfing conecta a viajeros que buscan cobijo por el mundo, hasta en la Antártida, con personas dispuestas a cederlo gratuitamente. El sitio fue creado en San Francisco por Casey Fenton en 2003. Desde entonces ha reunido a tres millones de internautas de 230 países y prestado sofás y camas en 60.000 ciudades.
CouchSurfing es también un símbolo del Internet colaborativo, al estilo Wikipedia: una entidad sin ánimo de lucro con voluntarios para escribir códigos o para traducir los contenidos, está en 31 idiomas, que además recibe donaciones. En 2009, por ejemplo, consiguieron 1,1 millones de dólares (780.000 euros).
Ya no las acepta. CouchSurfing ha cambiado su estatus legal de "sin ánimo de lucro" a empresa. Además, ha conseguido 7,6 millones de dólares (5,4 millones de euros) de inversores privados. Entre ellos Pierre Omidyar, el filántropo creador de eBay, y Matt Cohler, ex de Facebook y LinkedIn.
Los cambios han provocado reproches entre la comunidad de couchsurfers, de 28 años de media, que han conseguido pernoctar por la cara en casa ajena 3,6 millones de ocasiones en este tiempo. Temen que el sofá gratis se vaya al garete, pero sobre todo que la base de datos del servicio sea vendida a terceros.
Daniel Hoffer, consejero delegado de la compañía desde enero, niega en conversación telefónica que el sitio vaya a cambiar su "misión social". El problema, argumenta, es que el Gobierno de New Hampshire les ha negado el estatus "temporal" de ONG. "Lo hemos pedido desde el principio, desde 2003". La batalla legal, con apelaciones incluidas, ha durado siete años. "Hemos perdido. El Gobierno de Estados Unidos ha endurecido las condiciones para ser empresa sin ánimo de lucro, porque buscan dinero como sea", bromea Hoffer.
La situación, dice, les ha dejado sin blanca. "No solo hemos pagado un dineral a los abogados, también un millón de dólares al Estado de New Hampshire, y por eso hemos salido a por financiación".
Además, admite el directivo, de 33 años, "es difícil encontrar ingenieros que trabajen con nosotros porque no pagamos bien". Este licenciado en Administración de Empresas considera que no pueden hacer funcionar correctamente el sitio "con voluntariado, porque la gente trabaja dos horas a la semana y no se les puede exigir más".
Su objetivo ahora es "mejorar el servicio". Por ejemplo, con una "aplicación para el teléfono móvil", como la de AirBNB, que pone en contacto a viajeros con caseros en apartamentos y casas privadas, y que ha conseguido unos ochenta millones de euros de financiación tras crecer un 800% en 2010.
Hoffer no da cifras de CouchSurfing, que el índice Alexa sitúa como el 1.700 más visitado de Internet. "Tenemos mucho tráfico y muchos gastos en servidores y ancho de banda", asegura.
Si el primer paso es mejorar la oferta, el segundo es "crecer. Un camino que nos llevará al objetivo: salir a Bolsa". Como ningún inversor suelta el dinero sin aspirar a un retorno de la inversión, antes añadirán publicidad en la página.
No será ni hoy ni mañana. "Todavía estamos discutiendo qué modelo de negocio adoptar para CouchSurfing. No queremos que haya publicidad molesta y, en cualquier caso, debe gustar a la comunidad. Además, la mayoría de servicios seguirán siendo gratuitos para que la gente pueda seguir viajando alrededor del mundo", se defiende Hoffer.
¿Repartirán el dinero entre los voluntarios que han escrito código, los que han traducido el sitio a otros idiomas o entre los caseros? "Somos tres millones de personas en 230 países. Sería difícil compartir el dinero entre todos, si lo tuviéramos. La realidad, sin embargo, es que no somos rentables".
Los 7,6 millones de dólares (5,5 millones de euros) obtenidos de los inversores servirán, asegura, para contratar a los mejores ingenieros, "de manera que al final el dinero será devuelto a la comunidad en forma de mejoras". Hoffer cree que cuando la gente comprenda el camino que emprende el sitio les comprenderá "y lo aceptará".
El sitio ya no acepta donaciones, los voluntarios y colaboradores siguen siendo bienvenidos. "Nuestra misión social no ha cambiado, aunque ahora seamos empresa", insiste Hoffer, que añade: "Parte del dinero pagado como impuestos a New Hampshire será para una iniciativa solidaria. Cada proyecto podrá optar a 30.000 dólares (21.000 euros)". Es el fondo de intercambio cultural CouchSurfing.
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