El cambio climático y los impredecibles fenómenos meteorológicos que trae aparejados preocupan a mucha gente. Pero quizás pocos sufren más por los embates del clima que los productores agrarios.
Ellos dependen del sol y la lluvia, y cualquier inclemencia del tiempo les puede generar la pérdida de millones de toneladas de cultivos.En tiempos pasados, el azar del clima era considerado parte del riesgo de ser productor agropecuario. Sin embargo, ahora que el negocio del agro es uno de los sectores más redituables del planeta, las cosas cambiaron bastante.
En muchos países desarrollados el Estado empezó hace años a fomentar los seguros al campo, subsidiando la mitad del costo de las primas. Pero en América Latina esa ayuda estatal no existe.
Por ello, la práctica de asegurar las superficies sembradas es mucho menos común y depende exclusivamente de la iniciativa y las posibilidades económicas de los productores.
Un reciente informe del Grupo Asegurador La Segunda –una de las principales empresas de seguros agrícolas en Argentina- resaltó que en ese país la superficie asegurada ya supera el 60% del área sembrada (19 millones de las 31 millones de hectáreas sembradas están aseguradas).
Guillermo Rotger, jefe del Área Riesgos Agrícolas y Forestales de La Segunda, dijo a BBC Mundo que esa cifra convierte a Argentina en el país latinoamericano con el mayor porcentaje de terreno agrícola asegurado, superando incluso a Brasil.
El negocio de la soja
El auge del seguro agrario en Argentina es tal que ese rubro fue el que más creció en el negocio asegurador en la última década, según Rotger.¿A qué se debe este fenómeno?
Según Daniel Miguez, especialista en riesgo económico de la Oficina de Riesgo Agropecuario del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, tiene que ver con el carácter exportador de la producción agropecuaria argentina.
El principal cultivo que es asegurado es la soja, cuya producción está destinada casi enteramente al comercio exterior y que se ha convertido en el mayor bien de exportación del país.
“Los productores tienen una alta expectativa de rendimiento y por eso necesitan estar asegurados en caso de que haya algún problema”, afirmó Miguez.
La decisión de contratar un seguro también está relacionada con los altos costos de la producción de soja.
“Las semillas son caras y además ha aumentado la inversión tecnológica en el campo”, dijo el experto a BBC Mundo.
Es quizás por esto que entre 2002 y 2011 la proporción de superficie agrícola asegurada en Argentina aumentó incluso más que el porcentaje de terreno sembrado.
¿Contra qué cubren los seguros?
A diferencia de los seguros al campo en Europa o Estados Unidos, que cubren contra todo tipo de riesgos climáticos, en Argentina los productores se protegen principalmente contra un siniestro: el granizo.La zona de la Pampa húmeda, el corazón agropecuario de Argentina, suele padecer tormentas con caída de piedras, que son muy perjudiciales para los cultivos.
Algunos afirman que el cambio climático ha aumentado la intensidad, la frecuencia y la duración de las lluvias de granizo.
El año pasado, los destrozos que provocó el granizo llevaron a las aseguradoras a tener que pagar unos US$157 millones en indemnizaciones, lo que representó un 81% de siniestralidad (es decir que de cada 100 pesos argentinos que los productores gastaron en seguros, recibieron 81 pesos de vuelta).
Sin embargo, Rotger resaltó que ese fue un año particularmente malo y afirmó que en la campaña agrícola que concluyó este año la siniestralidad se redujo a la mitad.
“En general es un negocio redituable para las aseguradoras”, afirmó, pronosticando que en los próximos años seguirá aumentando la tendencia de contratar seguros al campo, en especial mientras siga en aumento el precio internacional de la soja.
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