No todo son damnificados en el cada vez más probable bloqueo a la compra de T-Mobile por parte de AT&T. Por supuesto, la operadora estadounidense Sprint es la principal beneficiada (y así lo ha reflejado en Bolsa), porque su posición de pequeña y problemática compañía de móvil entre dos gigantes como una AT&T reforzada y Verizon iba a ser muy complicada. Esta última compañía, Verizon, también está entre las agraciadas. Es el líder del mercado celular estadounidense y, si se bloquea la operación, lo seguirá siendo.
Pero mucho más lejos de esa contienda hay otra compañía que también respirará aliviada. Se trata de Telefónica, que a miles de kilómetros de Estados Unidos es la encargada de competir contra Deutsche Telekom, la dueña de T-Mobile, en dos mercados clave para ella: Alemania y Reino Unido (donde, además, la alemana está unida a Orange).
Y para eso Telefónica prefiere una Deutsche Telekom debilitada y con la cabeza puesta en solucionar el agujero sin fondo que supone T-Mobile al otro lado del Atlántico, que una operadora centrada en su mercado doméstico y en el británico y con las arcas llenas del efectivo que le ha pagado AT&T para comprarle su filial en Estados Unidos. Iba a recibir nada menos que 17.300 millones de euros contantes y sonantes y otros 10.000 millones en acciones de la estadounidense.
Estos fondos permitían a Deutsche Telekom no sólo impulsar sus inversiones y dar fuerza a la máquina comercial sin temor a quedarse sin fondos, sino también elevar la remuneración a los accionistas. Es decir, competir con Telefónica en los dos frentes más importantes posibles: el comercial y el bursátil.
Ahora, todo apunta a que Deutsche Telekom vuelve a la casilla de salida. Y los mercados tienen claro que eso no es bueno para ella.
El castigo que le propinó ayer la Bolsa fue del 7,64%, muy superior al que padecía AT&T en el momento en que cerró el parqué alemán.
Está claro que los blindajes que se había asegurado Deutsche Telekom, que cobrará más de 2.000 millones en efectivo de AT&T como penalización si el regulador estadounidense impide finalmente la fusión y conseguirá ventajas para T-Mobile valoradas en 4.850 millones, no compensan el daño de volver a ser la dueña de su filial al otro lado del Atlántico.
Pero mucho más lejos de esa contienda hay otra compañía que también respirará aliviada. Se trata de Telefónica, que a miles de kilómetros de Estados Unidos es la encargada de competir contra Deutsche Telekom, la dueña de T-Mobile, en dos mercados clave para ella: Alemania y Reino Unido (donde, además, la alemana está unida a Orange).
Y para eso Telefónica prefiere una Deutsche Telekom debilitada y con la cabeza puesta en solucionar el agujero sin fondo que supone T-Mobile al otro lado del Atlántico, que una operadora centrada en su mercado doméstico y en el británico y con las arcas llenas del efectivo que le ha pagado AT&T para comprarle su filial en Estados Unidos. Iba a recibir nada menos que 17.300 millones de euros contantes y sonantes y otros 10.000 millones en acciones de la estadounidense.
Estos fondos permitían a Deutsche Telekom no sólo impulsar sus inversiones y dar fuerza a la máquina comercial sin temor a quedarse sin fondos, sino también elevar la remuneración a los accionistas. Es decir, competir con Telefónica en los dos frentes más importantes posibles: el comercial y el bursátil.
Ahora, todo apunta a que Deutsche Telekom vuelve a la casilla de salida. Y los mercados tienen claro que eso no es bueno para ella.
El castigo que le propinó ayer la Bolsa fue del 7,64%, muy superior al que padecía AT&T en el momento en que cerró el parqué alemán.
Está claro que los blindajes que se había asegurado Deutsche Telekom, que cobrará más de 2.000 millones en efectivo de AT&T como penalización si el regulador estadounidense impide finalmente la fusión y conseguirá ventajas para T-Mobile valoradas en 4.850 millones, no compensan el daño de volver a ser la dueña de su filial al otro lado del Atlántico.
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