La oncología es, probablemente, el área en la que más avanzada está la implantación de test genéticos para averiguar la idoneidad de los tratamientos, quizás por su elevado precio. Uno de los primeros fármacos que se benefició de este avance fue el tamoxifeno, una terapia utilizada desde hace más de 20 años en la prevención de recaídas del cáncer de mama. Según la especialista en Bioquímica de la Clínica Universitaria de Navarra Josefa Salgado, los avances en medicina personalizada permitieron descubrir que había un gen, el CYP2D6, que detectaba a las pacientes que metabolizaban el fármaco más lentamente.
"Mientras que las respondedoras normales o intermedias se benefician del fármaco, las lentas no lo metabolizan de forma óptima y, por lo tanto, no se benefician", señala la experta. Hay otros test que han supuesto una auténtica revolución para el tratamiento oncológico, como la determinación de los genes K-RAS y EGFR, que se utilizan, respectivamente, para predecir la eficacia de dos antitumorales -en este caso, son anticuerpos monoclonales, no quimioterapia- muy potentes para el cáncer de colon y el cáncer de pulmón. Uno de los problemas de este tipo de test es su complejidad, que supone que sólo algunos grandes laboratorios estén capacitados para realizarlos.
Por esta razón, en España existen varios proyectos para conseguir que los hospitales más pequeños puedan acceder a los llamados laboratorios de referencia y analizar las muestras del tumor de sus pacientes para saber si merecerá la pena aplicarles o no el tratamiento.
Uno de ellos es el llamado Determina KRAS, que ha establecido una red de laboratorios de cinco hospitales -incluyendo la Clínica Universitaria de Navarra, donde trabaja Salga-
do- que analizan las muestras del resto de centros. Algo parecido sucede con el EGFR. El análisis de esa mutación sólo se hace en el Instituto Catalá de Oncologia, pero reciben miles de muestras de todo el país.
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"Mientras que las respondedoras normales o intermedias se benefician del fármaco, las lentas no lo metabolizan de forma óptima y, por lo tanto, no se benefician", señala la experta. Hay otros test que han supuesto una auténtica revolución para el tratamiento oncológico, como la determinación de los genes K-RAS y EGFR, que se utilizan, respectivamente, para predecir la eficacia de dos antitumorales -en este caso, son anticuerpos monoclonales, no quimioterapia- muy potentes para el cáncer de colon y el cáncer de pulmón. Uno de los problemas de este tipo de test es su complejidad, que supone que sólo algunos grandes laboratorios estén capacitados para realizarlos.
Por esta razón, en España existen varios proyectos para conseguir que los hospitales más pequeños puedan acceder a los llamados laboratorios de referencia y analizar las muestras del tumor de sus pacientes para saber si merecerá la pena aplicarles o no el tratamiento.
Uno de ellos es el llamado Determina KRAS, que ha establecido una red de laboratorios de cinco hospitales -incluyendo la Clínica Universitaria de Navarra, donde trabaja Salga-
do- que analizan las muestras del resto de centros. Algo parecido sucede con el EGFR. El análisis de esa mutación sólo se hace en el Instituto Catalá de Oncologia, pero reciben miles de muestras de todo el país.
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