Después de años de trabajo, llega una edad en la que la etapa laboral se termina y comienza un tiempo destinado a descansar y disfrutar de una merecida recompensa: la jubilación o pensión.
Sin embargo esa dista de ser la situación de muchos adultos mayores, que necesitan seguir trabajando o dependen de la ayuda de sus hijos u otros familiares para llegar a fin de mes.De hecho ocho de cada diez personas en el mundo no tienen jubilación ni pensión y por lo tanto dependen de otras fuentes de ingreso.
Según la Organización Mundial del Trabajo (OIT), la situación económica de los adultos mayores en América Latina depende de manera crucial de la situación económica y laboral de las personas más jóvenes que tienen a su cargo los cuidados.
El panorama es muy heterogéneo entre los países de la región. La situación de Brasil y Chile, por ejemplo, es mucho mejor que la de otros como Haití o Jamaica, cuya pobreza afecta en ambos casos a más de la mitad de la población de más de 60 años.
En muchos casos la jubilación no resulta suficiente y por este motivo las personas mayores siguen participando en el mercado de trabajo, principalmente en el sector no estructurado de la economía y recibiendo poco dinero a cambio.
La falta de ingresos en la vejez es un problema generalizado en muchos países.
En la República Dominicana, Colombia y El Salvador esta situación afecta a más de la mitad de la población de 60 años y más.
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