Sin excepción, los operadores de telefonía móvil en España niegan la mayor: no hay riesgo de congestión de sus redes, que han sido dimensionadas para soportar picos de tráfico de datos, frecuentes en ciertas zonas de cobertura. No hay, añaden, comparación posible con otros mercados, en los que se han modificado las tarifas para poner límite a los consumos abusivos. Tras estas negaciones previsibles, los interlocutores admiten que las tarifas planas, tal como están diseñadas, sólo serán sostenibles mientras los usuarios españoles sigan consumiendo menos datos que los británicos, sin ir más lejos.
O2, filial británica de Telefónica, ha sido el primer operador europeo en reestructurar sus tarifas, cortando de raíz las que ofrecían tráfico ilimitado de datos. Lo ha hecho tras comprobar que su red, principalmente en Londres, sufría periódicos colapsos provocados por los usuarios del iPhone, que hasta hace poco distribuía con exclusividad. El consejero delegado de O2 UK, Ronan Dunne, lo expresa gráficamente: "Bajar un vídeo de You- Tube a un móvil tiene el mismo efecto sobre la red que medio millón de SMS simultáneos". El éxito del iPhone, que llevó a O2 a la cabeza del mercado británico, ha tenido un efecto secundario: el 0,1% de sus abonados –un par de miles, no más– consume el 36% de los datos que circulan por su red. Al respecto, una fuente de Movistar precisa que "en España no ocurre nada parecido, pero obviamente seguimos el fenómeno con atención".
Mientras otros directivos de Vodafone presumen de que los ingresos por datos han aumentado un 23 por ciento, a sus responsables de tecnología les inquieta algo de lo que el usuario ni se entera: la introducción masiva de móviles más sofisticados exige más y más señalización, esa fracción invisible (y no facturable) del tráfico que consiste en el trasiego de datos entre cada dispositivo y los servidores de la red para que, por ejemplo, se actualice permanentemente la información sobre el estado del tiempo.
Podría pensarse que si sólo fuera por el iPhone, la apertura de su distribución a más operadores debería atenuar el problema. Pero es apenas un síntoma. Un estudio de PricewaterhouseCoopers dictamina que "en unos mercados saturados y muy competitivos, los usuarios se sienten con derecho a consumir sin límite, a la vez que son hipersensibles al precio; no lo tienen fácil los operadores para combinar crecimiento con rentabilidad". Cada vez que se evidencia una pérdida de calidad en el servicio, matiza Frédéric Pujol, de la consultora francesa Idate, "lo primero que piensa el insatisfecho es marcharse a otro operador, y probablemente se encontrará con el mismo o parecido problema".
Los operadores, que han invertido millones en mejorar la capacidad de sus redes, comprueban ahora que sólo un pequeño número de sus clientes es responsable del aumento de tráfico de datos, sobre todo en grandes centros urbanos. Esto explica que dediquen una parte creciente de los costes operativos a retener clientes: mantener controlada la ratio de churn (fuga de abonados) es una prioridad; recíprocamente, sólo se ganan nuevos clientes a expensas de un competidor.
Por descontado, los vendedores de infraestructuras de telecomunicaciones ven una oportunidad. No sólo viven de las ampliaciones de capacidad, seriamente afectadas por la crisis, sino que promueven sus soluciones para la gestión de las redes, con otros modelos de facturación. Alcatel Lucent, a través de Federico Guillén, presidente de su rama ibérica, sentencia: "No estamos en absoluto en contra de las tarifas planas, pero creemos que la red puede y debe tener capacidad para asignar más recursos a quien lo requiera, y ofrecer servicios premium al usuario que esté dispuesto a pagar por ello". Pedro José Hernández, director de la cuenta global de Telefónica en Nokia Siemens Networks, subraya que "en el 2011, el 50% del tráfico sobre redes móviles será generado por datos, y en el 2015 llegará al 85%; pero la capacidad es sólo una parte del problema, las redes han de ser más inteligentes para gestionar ese tráfico.
Después de haber seducido a los consumidores con tarifas planas y compromisos de permanencia, hablar de facturar por consumo efectivo es un tabú. ¿Quién le pone el cascabel al gato? Sería muy difícil, en condiciones de competencia regulada, explicar a los abonados que el bufet libre no es sostenible. Algunos confiesan, con la boca pequeña, que su ideal serían las tarifas dinámicas, como en el transporte aéreo, que ha educado a los viajeros a reconocer la conveniencia de precios variables. En las telecomunicaciones, tal cosa parece lejana, como poco.
Y si alguien piensa que el diluvio de datos no es para mañana, que se prepare para pasado mañana. Se estima que en el 2014 habrá en todo el mundo 5.000 millones de dispositivos conectados a redes móviles (smartphones, netbooks, tablets, e-readers, webcams...), y que, en consecuencia, el tráfico mundial de datos móviles alcanzará los 49 exabytes por año (un exabyte equivale a 1.024 millones de gigabytes), o sea 39 veces el volumen del 2009.
Mientras otros directivos de Vodafone presumen de que los ingresos por datos han aumentado un 23 por ciento, a sus responsables de tecnología les inquieta algo de lo que el usuario ni se entera: la introducción masiva de móviles más sofisticados exige más y más señalización, esa fracción invisible (y no facturable) del tráfico que consiste en el trasiego de datos entre cada dispositivo y los servidores de la red para que, por ejemplo, se actualice permanentemente la información sobre el estado del tiempo.
Podría pensarse que si sólo fuera por el iPhone, la apertura de su distribución a más operadores debería atenuar el problema. Pero es apenas un síntoma. Un estudio de PricewaterhouseCoopers dictamina que "en unos mercados saturados y muy competitivos, los usuarios se sienten con derecho a consumir sin límite, a la vez que son hipersensibles al precio; no lo tienen fácil los operadores para combinar crecimiento con rentabilidad". Cada vez que se evidencia una pérdida de calidad en el servicio, matiza Frédéric Pujol, de la consultora francesa Idate, "lo primero que piensa el insatisfecho es marcharse a otro operador, y probablemente se encontrará con el mismo o parecido problema".
Los operadores, que han invertido millones en mejorar la capacidad de sus redes, comprueban ahora que sólo un pequeño número de sus clientes es responsable del aumento de tráfico de datos, sobre todo en grandes centros urbanos. Esto explica que dediquen una parte creciente de los costes operativos a retener clientes: mantener controlada la ratio de churn (fuga de abonados) es una prioridad; recíprocamente, sólo se ganan nuevos clientes a expensas de un competidor.
Por descontado, los vendedores de infraestructuras de telecomunicaciones ven una oportunidad. No sólo viven de las ampliaciones de capacidad, seriamente afectadas por la crisis, sino que promueven sus soluciones para la gestión de las redes, con otros modelos de facturación. Alcatel Lucent, a través de Federico Guillén, presidente de su rama ibérica, sentencia: "No estamos en absoluto en contra de las tarifas planas, pero creemos que la red puede y debe tener capacidad para asignar más recursos a quien lo requiera, y ofrecer servicios premium al usuario que esté dispuesto a pagar por ello". Pedro José Hernández, director de la cuenta global de Telefónica en Nokia Siemens Networks, subraya que "en el 2011, el 50% del tráfico sobre redes móviles será generado por datos, y en el 2015 llegará al 85%; pero la capacidad es sólo una parte del problema, las redes han de ser más inteligentes para gestionar ese tráfico.
Después de haber seducido a los consumidores con tarifas planas y compromisos de permanencia, hablar de facturar por consumo efectivo es un tabú. ¿Quién le pone el cascabel al gato? Sería muy difícil, en condiciones de competencia regulada, explicar a los abonados que el bufet libre no es sostenible. Algunos confiesan, con la boca pequeña, que su ideal serían las tarifas dinámicas, como en el transporte aéreo, que ha educado a los viajeros a reconocer la conveniencia de precios variables. En las telecomunicaciones, tal cosa parece lejana, como poco.
Y si alguien piensa que el diluvio de datos no es para mañana, que se prepare para pasado mañana. Se estima que en el 2014 habrá en todo el mundo 5.000 millones de dispositivos conectados a redes móviles (smartphones, netbooks, tablets, e-readers, webcams...), y que, en consecuencia, el tráfico mundial de datos móviles alcanzará los 49 exabytes por año (un exabyte equivale a 1.024 millones de gigabytes), o sea 39 veces el volumen del 2009.
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