Un equipo de científicos afirma tener un mejor entendimiento de cómo el cuerpo responde al tacto placentero.
El equipo, que incluye investigadores de la empresa Unilever, identificaron un tipo de fibras nerviosas en la piel que específicamente envían mensajes de placer.
Para activar la sensación de placer, las personas deben ser acariciadas a una velocidad específica: entre cuatro y cinco centímetros por segundo.
El estudio, publicado en la revista Nature Neuroscience, podría ayudar a explicar cómo el tacto mantiene las relaciones humanas.
Durante varios años, los científicos han estado tratando de entender los mecanismos de cómo el cuerpo experimenta el dolor, así como los nervios que participan en el envío de esos mensajes al cerebro.
Esto es porque hay personas que pueden sufrir mucho dolor.
La neuropatía, en la que el sistema nervioso periférico no funciona bien, puede ser una condición muy dolorosa pues el sistema envía mensajes equivocados y la persona puede sentir dolor cuando no hay estímulo.
Vellosidades
Pero los científicos de este estudio querían entender la reacción contraria: el placer.
La investigación, en la que participaron expertos de la Universidad de Gotemburgo en Suecia y de la Universidad de Carolina del Norte en EE.UU., registró las reacciones nerviosas de 20 personas.
Luego examinaron cómo las personas respondían a caricias sobre la piel del antebrazo a diferentes velocidades.
Identificaron a las fibras nerviosas llamadas "C-táctiles" como las que son estimuladas cuando las personas dijeron haber sentido una caricia placentera.
Cuando la caricia era más rápida o más lenta que la velocidad óptima, no se sentía placer y las fibras nerviosas no se activaban.
Los científicos descubrieron que las fibras nerviosas C-táctiles sólo están presentes en piel con vellosidades y no se encuentran en la mano.
Esto parece ser "diseñado a propósito", explica el profesor Francis McGlone, que representa a la empresa Unilever en el estudio.
"Creemos que puede ser la manera en que la Madre Naturaleza se asegura que no se envíen mensajes cruzados al cerebro cuando la mano se utiliza como una herramienta funcional", expresó.
Señaló que la velocidad a la cual las caricias del antebrazo son placenteras es la misma que la que una madre utiliza para consolar a un bebé, o la que las parejas utilizan para demostrar afecto.
McGlone dice que se trata de una parte del mecanismo evolutivo que sostiene las relaciones entre adultos o con menores.
"Nuestro impulso primario como humanos es la procreación, pero hay algunos mecanismos que están asociados con el comportamiento y la recompensa que están presentes para asegurar que las relaciones perduren".
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