Hace dos años, Jovino Caldeira Coutinho se hartó. Después de vivir en Estados Unidos por 11 años, el obrero de construcción de 45 años de edad decidió empacar y regresar a su tierra natal, Brasil.
Con la depresión en el mercado inmobiliario, la demanda por su trabajo en construcción y demolición se había secado.Actualmente, Coutinho dirige una firma de construcción en una ciudad costera cerca de Sao Paulo, y asegura que tiene más trabajo del que puede hacer.
"(En EE.UU.) estaba todo muy mal. Tengo amigos allí que ya no tienen dinero para regresar y están trabajando sin que les paguen", le dijo Coutinho a BBC Brasil. "Le dije a uno de ellos que se olvide del dinero, porque aquí encontrará mucho trabajo".
Viaje al sur
La estadounidense de nacimiento Donna Roberts, quien vino del estado de Florida a Brasil en febrero pasado, tiene una experiencia similar.
"Allí se estaban cerrando muchos restaurantes y negocios", cuenta Roberts, ambientalista y documentalista. "Pero aquí nada se está ralentizando".
Brasil está acostumbrada a la emigración de miles de ciudadanos a Estados Unidos.
Y ahora el país es testigo del regreso de muchos de ellos, debido a que las oportunidades económicas están mucho mejor en casa.
Incluso algunos estadounidenses están viniendo. Durante la primera mitad de este año, más de 4.300 ciudadanos del país del norte recibieron visas de trabajo por parte del Ministerio del Trabajo de Brasil. Esto representa un aumento del 20% de permisos, comparado con el año anterior.
La economía estadounidense es todavía casi siete veces más grande que la de Brasil. Su Producto Interno Bruto per cápita es cuatro veces mayor que el brasileño.
Incluso en los años siguientes a los ataques del 11 de septiembre, la economía de Estados Unidos siguió creciendo a un ritmo de entre el 2 y el 3,5% anual.
Sin embargo, el gobierno estadounidense también ha dado tropiezos en dos costosas guerras, en la crisis del mercado inmobiliario y en las deudas públicas y privadas. Una recesión que empujó el desempleo a más del 9%.
clic Lea: La década perdida en EE.UU.
Brasil ha tenido una trayectoria opuesta.
Tras años de estancamiento, el país logró controlar tanto a la inflación como al desempleo; su economía está hoy en día potenciada por mercados internos.
"Allí se estaban cerrando muchos restaurantes y negocios", cuenta Roberts, ambientalista y documentalista. "Pero aquí nada se está ralentizando".
Brasil está acostumbrada a la emigración de miles de ciudadanos a Estados Unidos.
Y ahora el país es testigo del regreso de muchos de ellos, debido a que las oportunidades económicas están mucho mejor en casa.
Incluso algunos estadounidenses están viniendo. Durante la primera mitad de este año, más de 4.300 ciudadanos del país del norte recibieron visas de trabajo por parte del Ministerio del Trabajo de Brasil. Esto representa un aumento del 20% de permisos, comparado con el año anterior.
La economía estadounidense es todavía casi siete veces más grande que la de Brasil. Su Producto Interno Bruto per cápita es cuatro veces mayor que el brasileño.
Incluso en los años siguientes a los ataques del 11 de septiembre, la economía de Estados Unidos siguió creciendo a un ritmo de entre el 2 y el 3,5% anual.
Sin embargo, el gobierno estadounidense también ha dado tropiezos en dos costosas guerras, en la crisis del mercado inmobiliario y en las deudas públicas y privadas. Una recesión que empujó el desempleo a más del 9%.
clic Lea: La década perdida en EE.UU.
Brasil ha tenido una trayectoria opuesta.
Tras años de estancamiento, el país logró controlar tanto a la inflación como al desempleo; su economía está hoy en día potenciada por mercados internos.
Vuelta a casa
No mucho después del 11-S, Isabel Franco empezó a pensar en la idea de regresar a Brasil.
Ella es abogada con ciudadanía estadounidense, pero después de 20 años viviendo entre Nueva York y Hong Kong, ella regresó a casa en 2005 para asentarse en la capital comercial de Brasil, Sao Paulo.
"Me entristecí tanto cuando vi que el negocio sencillamente no funcionaba en Nueva York, que mi regreso empezó a tener más sentido", cuenta Franco que ahora ayuda a compañías internacionales a establecer negocios en Brasil. "No me lo quería perder".
Ella es abogada con ciudadanía estadounidense, pero después de 20 años viviendo entre Nueva York y Hong Kong, ella regresó a casa en 2005 para asentarse en la capital comercial de Brasil, Sao Paulo.
"Me entristecí tanto cuando vi que el negocio sencillamente no funcionaba en Nueva York, que mi regreso empezó a tener más sentido", cuenta Franco que ahora ayuda a compañías internacionales a establecer negocios en Brasil. "No me lo quería perder".
Cambio de lugares
Europa y EE.UU. se están "ralentizando". Esta fue la conclusión a la que llegó Jennifer Iverson después de vivir durante años en Inglaterra y Suiza. La estadounidense de 40 años decidió mudarse con su esposo italiano a Brasil.
"Notamos que teníamos que buscar otras opciones, y de pronto Brasil se hizo atractiva", explica Iverson, quien ahora trabaja como asesora para organizaciones locales no gubernamentales. Cada vez que visita EE.UU., sus amigos le dan el mismo consejo: quédate donde estas.
"Es casi como si Estados Unidos y Brasil cambiaran de lugares. Aquí hay una clase media creciente, mientras que la clase media estadounidense, que es la que paga las cuentas, no puede pagar las cuentas de fin de mes", señala Iverson. "Es la diferencia entre una economía estancada y una llena de energía".
Rubens Barbosa, el embajador de Brasil en Estados Unidos entre 1999 y 2004, cree que la importancia económica y geopolítica de su país ha cambiado la percepción en Washington.
"El departamento de Estado de Estados Unidos tenía la costumbre de ver a América Latina a través de México o Cuba. Ahora me sorprende el hecho de que el encargado de negocios ha vivido en Sao Paulo y que todo el mundo en la embajada estadounidense (en Brasil) habla portugués. Sus intereses han cambiado".
Barbosa rechaza la teoría de que EE.UU. haya perdido una década, pero acepta que han sucedido algunos cambios tras el 11-S.
"El gasto público de EE.UU. aumentó, mientras que bajaron las ganancias debido a los cambios en los impuestos. El 11-S tuvo un gran impacto en la economía y la psique estadounidense. Ellos estaban en una situación excelente, la gente gastaba mucho, y de pronto se encontraron con el problema inmobiliario, los problemas con los derivativos".
Hace diez años, Bermingham pensó en dejar Brasil. "Pero sentí que las cosas estaban mejorando y vi las posibilidades".
Él es dueño de un estudio de sonido en Sao Paulo, donde junto a su mujer brasileña graban voces en inglés y portugués para videos corporativos. "Es una de esas carreras menos obvias que consigues cada vez más aquí en Brasil. Sería una tontería dejar el país antes de (los Juegos Olímpicos de) 2016".
Pero a Bermingham le preocupa que los brasileños caigan en la misma "trampa" que sus compatriotas. El consumo está creciendo; la inflación va en aumento. "Brasil está eufórica", señala. "No soy economista pero veo que los precios se duplican".
El alto costo también preocupa a la ambientalista Donna Roberts, quien llegó a Brasil en busca de una vida "más sostenible".
Robert y su familia viven en un apartamento en Sao Paulo, más pequeño que la casa que tenían en Florida, y se deshicieron del auto. Su "huella de monóxido de carbono" es mucho menor ahora.
"Pero los precios aumentan y la gente tiene cada vez más líneas de crédito, así que si no tienen cuidado, lo mismo (que pasó en EE.UU.) puede pasar aquí", advierte.
Ella señala una diferencia: "EE.UU. siempre se encuentra en una situación de guerra, que hace que se gaste el dinero que se puede destinar en servicios sociales".
Pero Rogerio Mori, profesor de economía de la universidad FGV de Sao Paulo, pone el asunto en perspectiva: los altos intereses de Brasil.
"Era mucho más fácil obtener un crédito en Estados Unidos", explica. "En Brasil, el límite de la deuda que puede contraer la gente es mucho menor".
"Notamos que teníamos que buscar otras opciones, y de pronto Brasil se hizo atractiva", explica Iverson, quien ahora trabaja como asesora para organizaciones locales no gubernamentales. Cada vez que visita EE.UU., sus amigos le dan el mismo consejo: quédate donde estas.
"Es casi como si Estados Unidos y Brasil cambiaran de lugares. Aquí hay una clase media creciente, mientras que la clase media estadounidense, que es la que paga las cuentas, no puede pagar las cuentas de fin de mes", señala Iverson. "Es la diferencia entre una economía estancada y una llena de energía".
Rubens Barbosa, el embajador de Brasil en Estados Unidos entre 1999 y 2004, cree que la importancia económica y geopolítica de su país ha cambiado la percepción en Washington.
"El departamento de Estado de Estados Unidos tenía la costumbre de ver a América Latina a través de México o Cuba. Ahora me sorprende el hecho de que el encargado de negocios ha vivido en Sao Paulo y que todo el mundo en la embajada estadounidense (en Brasil) habla portugués. Sus intereses han cambiado".
Barbosa rechaza la teoría de que EE.UU. haya perdido una década, pero acepta que han sucedido algunos cambios tras el 11-S.
"El gasto público de EE.UU. aumentó, mientras que bajaron las ganancias debido a los cambios en los impuestos. El 11-S tuvo un gran impacto en la economía y la psique estadounidense. Ellos estaban en una situación excelente, la gente gastaba mucho, y de pronto se encontraron con el problema inmobiliario, los problemas con los derivativos".
¿Una trampa para Brasil?
Jason Bermingham ha vivido este cambio de fortuna. El estadounidense de 42 años lleva 15 en Brasil. "Mi generación (en EE.UU.) estaba acostumbrada a tener fácil acceso a las cosas. Muchos de mis amigos compraron muchos bienes desde el principio y se endeudaron".Hace diez años, Bermingham pensó en dejar Brasil. "Pero sentí que las cosas estaban mejorando y vi las posibilidades".
Él es dueño de un estudio de sonido en Sao Paulo, donde junto a su mujer brasileña graban voces en inglés y portugués para videos corporativos. "Es una de esas carreras menos obvias que consigues cada vez más aquí en Brasil. Sería una tontería dejar el país antes de (los Juegos Olímpicos de) 2016".
Pero a Bermingham le preocupa que los brasileños caigan en la misma "trampa" que sus compatriotas. El consumo está creciendo; la inflación va en aumento. "Brasil está eufórica", señala. "No soy economista pero veo que los precios se duplican".
El alto costo también preocupa a la ambientalista Donna Roberts, quien llegó a Brasil en busca de una vida "más sostenible".
Robert y su familia viven en un apartamento en Sao Paulo, más pequeño que la casa que tenían en Florida, y se deshicieron del auto. Su "huella de monóxido de carbono" es mucho menor ahora.
"Pero los precios aumentan y la gente tiene cada vez más líneas de crédito, así que si no tienen cuidado, lo mismo (que pasó en EE.UU.) puede pasar aquí", advierte.
Ella señala una diferencia: "EE.UU. siempre se encuentra en una situación de guerra, que hace que se gaste el dinero que se puede destinar en servicios sociales".
Pero Rogerio Mori, profesor de economía de la universidad FGV de Sao Paulo, pone el asunto en perspectiva: los altos intereses de Brasil.
"Era mucho más fácil obtener un crédito en Estados Unidos", explica. "En Brasil, el límite de la deuda que puede contraer la gente es mucho menor".
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