Brasil, el país que ostenta la matriz energética con menor grado de emisión de gases que provocan el efecto invernadero entre los países industrializados, necesita aumentar las inversiones del sector público para mantener los patrones de sustentabilidad.
Estas son las principales conclusiones del estudio "Sustentabilidad Ambiental en Brasil: biodiversidad, economía y bienestar humano", difundido el 15 por el Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA por siglas en portugués), órgano vinculado a la Presidencia de la República.
Brasil se encuentra en una situación privilegiada gracias a su visionaria búsqueda de fuentes alternativas de energía iniciada hace cuatro décadas con su exitoso programa de biocombustibles, a su gran potencial hidroeléctrico y a la producción de electricidad de origen nuclear.
Sin embargo, las perspectivas de crecimiento de la economía brasileña en los próximos años presionan para aumentar el uso de energías no renovables, lo cual representa un nuevo desafío para las autoridades que buscan mantener una matriz energética limpia.
Según el estudio, Brasil tiene potencial para hacer efectivo un modelo energético aún menos intenso en emisiones de gases que generan el efecto invernadero y de contaminantes atmosféricos con beneficios económicos.
La búsqueda de ese objetivo depende de acciones integradas e involucra a los agentes públicos y privados; sin embargo, la coordinación ocurrirá sólo a partir del Estado, no por cuenta del libre mercado, resaltaron los autores.
De acuerdo con el investigador del IPEA, Gesmar Rosa Santos, instituciones públicas como el Banco de Desarrollo Económico y Social (BNDES) deberán ser inductores de la sustentabilidad, al ofrecer financiamiento para un renovado patrón de consumo y producción de energía.
A pesar de algunas políticas combinadas de gestión, aún falta "coordinación entre el BNDES y los ministerios ligados a la oferta de energía para que eso ocurra con una fuerza mayor".
El país sudamericano es considerado un ejemplo en el uso de energías ambientalmente sustentables, al mantener desde comienzos de la década de 1970 una matriz energética que osciló de un máximo de 61 por ciento de uso de energías renovables en 1971 a un mínimo de 41 por ciento en 2002.
De acuerdo con los últimos datos consolidados, correspondientes a 2008, 45,9 por ciento de la actual matriz energética brasileña corresponde a energías renovables.
El consumo promedio de energía no renovable es de 1,34 toneladas equivalentes de petróleo (tep) por habitante al año, el cual es bajo en comparación con el promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) de 4,69 tep/habitante, y también a la media mundial, de 1,78 tep/habitante.
Las proyecciones de consumo y oferta de energía en el país para 2030 apuntan a una continuidad del perfil de la matriz energética, pero con un mayor grado de dependencia de combustibles fósiles.
La previsión es de un aumento de la participación de fuentes de energía no renovables en la matriz energética, en especial por la generación en plantas termoeléctricas, movidas a carbón, óleo y diesel, que representarán de 17,7 a 23,1 por ciento de la matriz.
Entre las sugerencias del IPEA están el aumento de la eficiencia en el uso de termoeléctricas, con la aplicación de nuevas tecnologías, aumento de la producción de biocombustibles, expansión de proyectos de energía eólica y aprovechamiento de la energía derivada de residuos, así como una mayor eficiencia en el consumo industrial.
Otro de los autores del estudio, Albino Alvarez, resaltó que las inversiones en energía renovable pueden favorecer, además, las relaciones comerciales con otros países.
"Hay una tendencia a que los países ricos condicionen en el futuro sus importaciones a productos cuyas etapas de fabricación causen menos impactos ambientales. Es importante que la energía no quede en una posición polarizada con el medio ambiente y con la cuestión de la sustentabilidad", enfatizó.
La batalla por el cuidado del medio ambiente no se reduce en Brasil a la cuestión energética, responsable por apenas 23 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero del país.
La causa principal de las emisiones son los cambios en el uso del suelo en el sector agropecuario, sobre todo a las grandes quemas de tierras, responsables de 75 por ciento del total y uno de los grandes focos de preocupación del gobierno en el área ambiental.
Pueblo en Linea
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