Los negocios no han muerto, simplemente han cambiado de forma; pero ¿cómo? Tres intensas jornadas de debate durante el FCForum de Barcelona, el mayor encuentro de cultura libre, seguidas de cuatro meses de deliberaciones en red, han alumbrado una hoja de ruta para la economía digital. Medio centenar de organizaciones y activistas de todo el mundo (desde la Electronic Frontier Foundation a La Quadrature du Net) suscriben esta propuesta de modelos de negocio sostenibles para Internet -que contempla los tradicionales y los basados en compartir contenidos sin penalizar al ciudadano- para los sectores de la música, cine, literatura, pero también el software o la moda.
El documento Modelos sostenibles para la creatividad en la era digital parte de la premisa de que ahora es necesario "repensar" unas fórmulas que "han quedado obsoletas y son perjudiciales para la sociedad". Sus propuestas pretenden generar beneficios "en el sentido más amplio de la palabra", incluyendo los económicos, pero "también los sociales y cognitivos". Es decir, con y sin ánimo de lucro, porque ahora "la cultura, valor y riqueza" se genera "de forma colectiva en red". En este escenario basado en la "cooperación", donde cada individuo, a través de sus interconexiones con los demás, contribuye y se beneficia de esta producción de valor, se debe garantizar que la propia infraestructura de Internet, considerada un bien de dominio público (o procomún), "permanezca libre y abierta para que permita desarrollar modelos de colaboración en línea", explica Simona Levi, miembro del colectivo LaEx, que ha coordinado la redacción del documento.
Fórmulas donde se paga por lo que se recibe, por obtener un valor añadido o que se basan en la publicidad "con anuncios selectivos o donde se da el control sobre el consumo publicitario al ciudadano". También basadas en la inversión privada tradicional (mecenazgos); el freemium (ofrecer gratis una canción y vender el disco entero); la contribución directa (escribir para la Wikipedia) y el crowdfunding o financiación popular.
Estos micropagos que aprovechan la inteligencia colectiva y fomentan el protagonismo del público pueden ser directos: el autor crea su sistema para recibir las donaciones; o indirectos, mediante plataformas intermediarias que les ponen en contacto con los patrocinadores, sean propuestas que buscan dinero para empezar (Kickstarter o Lanzanos.com) o iniciativas ya en marcha que reciben dinero en función de las votaciones de los internautas (Flattr).
Capitulo especial merecen los sistemas de financiación colectiva, como el canon a las conexiones de Internet para invertir en creatividad, que se vienen discutiendo desde 2003.
Sin estar todos de acuerdo en esta posibilidad, afirman que solo se podría considerar si primero se garantiza "el derecho del ciudadano a compartir y reutilizar libremente las obras" y, además, implica la creación de un fondo común "equitativo y democrático que no esté al servicio de ninguna industria, revierta directamente en los autores y respete la privacidad". Incluso plantean que, cuando se generen beneficios, los creadores han de lograr "un pago regular y justo calculándose proporcionalmente al uso de su obra". En este sentido, rechazan que las entidades de gestión de los derechos de autor sean las encargadas de la "redistribución o mediación entre el Estado y los productores culturales" porque han fracasado en "promocionar el cambio al alinearse con los intereses de las grandes empresas privadas" sin tener en cuenta a los productores individuales.
El año pasado este foro de cultura libre creó la Carta para la innovación, la creatividad y el acceso al conocimiento, que recoge "más de 20 años de propuestas jurídicas para adecuar la legislación sobre los derechos de autor en la era digital". Fue realizada por un centenar de especialistas y mezcla las grandes tradiciones de la propiedad intelectual -el derecho de autor y el anglosajón copyright-. El texto se puede consultar en: fcforum.net/es/sustainable-models-for-creativity.
El Pais
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