La filosofía del intercambio característica de la Web se está aplicando a otros ámbitos que a priori poco tienen que ver con lo digital, como la movilidad y los desplazamientos urbanos. Así, del mismo modo que hasta ahora los internautas han compartido archivos (películas, series, discos, etc.), hoy hacen lo propio con los coches.
A las compañías de carsharing, especializadas en esta actividad –las hay en las principales zonas del país–, les han salido competidores. Como en otras áreas, los emprendedores han llegado donde no lo hacen las empresas tradicionales ni las administraciones. De hecho, antes de ser derrotada, la precandidata socialista a la alcaldía de Barcelona, Montserrat Tura, propuso la puesta en marcha de un sistema público de pequeños coches híbridos que operaría al estilo del Bicing, como el Car2go en Estados Unidos y Alemania.
La idea del ciberalquiler de automóviles particulares ha tomado tanta fuerza que desde hace meses hay intermediarios por todo el mundo: RelayRides en Boston y San Francisco, Spride Share también en San Francisco, WhipCar en Londres, DriveMyCar en Australia y demás. Es lo que las webs de tendencias tecnológicas llaman P2P carsharing.
En informática, una red peer-to-peer –P2P, por sus siglas en inglés– es una serie de nodos iguales entre sí que funciona sin clientes ni servidores fijos. Por eso recibe las denominaciones "red de pares" o "red punto a punto". Sus usuarios actúan a la vez como clientes y proveedores de contenidos. Pues bien, el planteamiento que se sigue en el caso de los vehículos es idéntico.
A la espera de que se materialicen más proyectos como esos en España, algunos ciudadanos se valen para este cometido de las redes sociales, sobre todo Facebook y en menor medida Twitter, herramientas también válidas para prestarse ordenadores, cámaras fotográficas y de vídeo, casas para pasar las vacaciones...
La Vanguardia
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