En la década de 1970, España había optado por enviar combustible gastado a Francia y Reino Unido, para reducir su toxicidad y su volumen en sus plantas especializadas. Hasta 1994, 2.100 toneladas viajaron por el país rumbo al extranjero, según fuentes de la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa). 2.000 toneladas procedían de Vandellós I y hoy se almacenan en la planta de La Hague, la misma desde la que ayer arrancó el convoy que ha puesto en pie de guerra al movimiento antinuclear en Francia y Alemania. El centenar restante salió antes de 1983 de las centrales de Garoña (Burgos) y Zorita (Guadalajara), camino de Sella-field, en Reino Unido. Desde entonces, "no se ha movido ni un gramo de residuos de alta actividad", excepto un pequeñoenvío "para investigación" en 2007 desde la central extremeña de Almaraz a una instalación belga, según Enresa.
Cada español, 3,5 gramos
Sin embargo, la situación empezará a cambiar en cuanto el Consejo de Ministros decida el emplazamiento del ATC, el almacén que custodiará durante 60 años las 6.700 toneladas de residuos altamente radiactivos producidos en las centrales españolas. Fuentes del Ministerio de Industria señalaban ayer que la decisión "no tiene calendario", aunque un informe oficial situaba en septiembre la localidad valenciana de Zarra a la cabeza de la carrera por llevarse el ATC.Mientras, cada español, por el mero hecho de emplear electricidad de origen nuclear, produce 3,5 gramos anuales de basura atómica de alta actividad. En total, 160 toneladas cada año que amenazan con saturar las piscinas de las centrales, donde se almacenan ahora, si no se construye a tiempo un almacén centralizado.
El depósito estará listo, como pronto, en 2014. Entonces comenzará una procesión de caravanas radiactivas, por tren y por carretera, desde los reactores españoles hasta Zarra o el pueblo que sea finalmente elegido. Durante 20 años, 650 caravanas escoltadas por la Guardia Civil recorrerán España de noche en dirección al ATC, según Enresa. Unos tres contenedores cada mes: más o menos 20 toneladas de combustible de uranio gastado.
Los expertos de Enresa insisten en "los excelentes índices de seguridad" del transporte. Según un informe del National Research Council de EEUU publicado en 2006, en toda la historia del traslado de residuos nucleares, con más de 30 millones de kilómetros recorridos, nunca se ha producido un accidente con fuga de material radiactivo.
Enresa, a la espera de que el Gobierno anuncie el emplazamiento del ATC, no ha concretado un plan de transporte, pero ya ha elaborado las líneas generales. Esta empresa pública, controlada por el Ministerio de Industria y el Consejo de Seguridad Nuclear, sostiene que "el ferrocarril ha de ser la forma preferida de transporte" de los desechos radiactivos, "debido a las ventajas que presenta en cuanto a la reduccióndel número de embalajes a transportar y por la mayor seguridad que ofrece".
Los trenes circularán de noche, para "reducir al mínimo" su tiempo en espacios públicos. Sin embargo, el transporte se tendrá que complementar forzosamente por carretera, con camiones. Solo las centrales de Ascó y Vandellós poseen estación de tren. En el caso de Zarra, la estación de ferrocarril más próxima, la de Almansa, está a 30 kilómetros de distancia.
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