Los antinucleares alemanes han ganado un asalto. Tras un largo día de enfrentamientos, las autoridades alemanas decidieron que el tren de residuos nucleares con destino al depósito de Gorleben pasase la noche parado a 50 km de su destino, informa Efe.
La decisión se tomó tras comprobar que, con las fuerzas de seguridad exhaustas y centenares de activistas junto a las vías, resultaba impracticable continuar su viaje, explicaron los sindicatos policiales. Hoy a las 9 habrá una reunión para decidir cuándo retomará la marcha el tren tras lo que la policía denomina "una parada técnica".
El trayecto del convoy, con 123 toneladas de residuos nucleares, se retrasó ayer 11 horas por los numerosos ataques de los activistas, que combatieron contra la policía con piedras y cócteles molotov. Las autoridades lograron disolver varios intentos de frenar el convoy usando gases lacrimógenos, cañones de agua y porras.
El largo día de lucha a lo largo de la vía del tren se saldaba ayer con heridos entre la policía y los activistas, incluida una mujer que tuvo que ser evacuada en helicóptero después de que un caballo de las fuerzas del orden le rompiera el hombro, informa AFP.
Aunque no hay cifras oficiales, los organizadores de las protestas informaron que los enfrentamientos han causado al menos diez heridos. La mayoría de ellos serían personas mayores que se
sumaron a las protestas y habrían sido golpeados durante la reyerta.
Los primeros choques entre manifestantes y policía sucedieron ayer en el bosque de Hitzacker, donde entre 3.000 y 4.000 manifestantes intentaron llegar a las vías para ocuparlas y hacer socavones en los raíles, según la agencia alemana DPA. Los más de 16.000 agentes, que han compuesto el mayor dispositivo policial desplegado en el país desde 2001,
atacaron con aerosoles de pimienta y porras. Tampoco les faltaron los peligrosos cañones de agua, aunque no los usaron directamente contra la gente, sino para apagar los fuegos de protesta y amedrentar a los activistas, quienes se quejaban de haber sido tratados con violencia sin motivo alguno.
"La situación aún no está bajo control", admitía ayer un portavoz de la policía. Los agentes también se quejaron de "actos masivos de violencia" por parte de los activistas.
En uno de los lances, los manifestantes incendiaron un vehículo de la policía rociándolo con gasolina y prendiéndole fuego con la ayuda de cócteles molotov.
A pesar de los disturbios, el tren entró ayer en Baja Sajonia, la región en la que se encuentra la antigua mina de sal de Gorleben donde se almacenará el cargamento de residuos. Los constantes ataques de los manifestantes desde la madrugada detuvieron la caravana en varias ocasiones y ocasionaron un retraso de 11 horas. La primera parada sucedió en la noche del sábado, cuando una decena de activistas bloqueó las vías y consiguió detener el tren a la altura de Darmstadt.
Tuvieron que ser retirados uno a uno y casi en brazos por la policía.
La segunda parada sucedió en torno a las cuatro de la madrugada de ayer, cuando dos manifestantes se descolgaron con cuerdas de un puente de 75 metros de altura para frenar el convoy a su paso por Kassel. Mientras, otros 50 ecologistas bloquearon los raíles de la ruta. Tras un parón de dos horas, el ataque se saldó con cinco activistas detenidos, según una portavoz de la policía.
A su paso por Hannover, el convoy realizó una parada de un par de horas para cambiar la locomotora y el personal. "Hasta ahora, todo discurre con normalidad", dijo una portavoz policial refiriéndose a que los incidentes aislados no habían frenado la marcha. Pero al mediodía, en Celle, varios manifestantes encadenados a las vías detuvieron el convoy por tercera vez desde que cruzó la frontera con Francia. A ojos de los activistas,
fue una "vergüenza" que la policía ni siquiera ayudara a desatar a todos los encadenados. "Creímos que el último se podía desatar por sí solo", justificó una de las agentes.
Éxito aparente
Los organizadores de las marchas y protestas están satisfechos: Con 11 horas de retraso dejaba el
Castor la penúltima parada, la estación de Lüneburg, para dirigirse hacia Dannenberg. Cuando llegue allí, los contenedores especiales serán trasladados durante los últimos 20 kilómetros con camiones hasta Gorleben,
donde se espera que los residuos lleguen hoy.
Es en su destino final donde al convoy le espera lo peor. En Dannenberg le aguardaba ayer una sentada de más de 1.600 manifestantes que pretendían bloquear las vías y que estaban dispuestos a aguantar toda la noche. Paralelamente, una docena de agricultores ocuparon con sus tractores casi todas las carreteras de acceso a la localidad durante parte del día, mientras que unos 250 activistas lograron lanzar piedras al balasto de las vías, de modo que se hicieran intransitables.
Entre los activistas estaba la presidenta de Los Verdes, Claudia Roth.
La canciller alemana, AngelaMerkel, se dedicó el sábado a criticar los excesos de las protestas, mientras que el líder socialdemócrata, Sigmar Gabriel, le instó a desplazarse hasta Dannenberg para dar la cara ante los manifestantes.
Las protestas son un ataque directo al Gobierno de coalición de Merkel tras su decisión de aplazar 12 años el apagón nuclear en el país, hasta 2033. La decisión ha despertado con fuerza al potente movimiento antinuclear alemán. El sábado, 50.000 personas se congregaron cerca del almacén nuclear, en lo que fue la mayor manifestación ecologista en 30 años, según los organizadores.
Publico