La reunión mantenida esta mañana entre Barack Obama y los titanes de internet concluía pasada la una de la tarde con un posterior comunicado de la Casa Blanca en el que se aseguraba que el presidente había escuchado “las dudas, quejas y recomendaciones” de los altos ejecutivos tecnológicos respecto al espionaje masivo realizado por el Gobierno y filtrado a la prensa por el exanalista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, siglas en inglés) Edward Snowden.
“El presidente ha dejado clara su creencia en un sistema de internet libre, abierto e innovador”, asegura la Casa Blanca en el escueto comunicado, en el que se añade que Obama y su Gabinete tendrán en cuenta “las aportaciones” hechas por estos grupos empresariales de cara a la revisión que la Administración está haciendo sobre sus programas de espionaje.
Por su parte, el grupo de 15 asistentes al encuentro -entre los que estaban el consejero delegado de Apple, Tim Cook; el de Twitter, Dick Costolo; la presidenta de Yahoo, Marissa Mayer; la ejecutiva de Facebook, Sheryl Sandberg; y el presidente ejecutivo de Google, Eric Smith; entre otros-, se limitó a declarar que apreciaba la oportunidad que se le había ofrecido de compartir “directamente” con el presidente sus "principios sobre la vigilancia gubernamental” –principios que revelaron la semana pasada a través de una carta abierta a Obama- y que habían urgido a la Casa Blanca a que acelerara la reforma de la vigilancia del Gobierno a través de las comunicaciones.
El encuentro en la Casa Blanca se producía un día después de que un juez dictaminase que los programas de recopilación de llamadas telefónicas de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos violan el derecho de la privacidad de los ciudadanos estadounidenses y podrían ser inconstitucionales. “No puedo imaginarme una invasión de la privacidad más indiscriminada y arbitraria que esta recopilación y retención tecnológica de datos personales de prácticamente todos y cada uno de los ciudadanos con el único propósito de indagarlos y analizarlos sin autorización judicial”, dictaminó el juez Richard Leon -designado por George W. Bush- y quien calificó el sistema de orwelliano.
Según el juez, el programa de recolección de datos a partir del rastreo de llamadas telefónicas, el primero filtrado por Snowden, entra en conflicto con la Cuarta Enmienda que prohibe las captación y la búsqueda de información más allá de límites razonables.
Muchos de los asistentes a la reunión de esta mañana con Obama no son solo grandes magnates de la tecnología sino también excolaboradores, seguidores o donantes políticos de las campañas del presidente, y quienes en estos momentos se encuentran en una posición incómoda tras hacerse público el espionaje masivo de EEUU desvelado por el exanalista de la NSA y del que han sido cómplices al proporcionar datos confidenciales de sus usuarios.
La pasada primavera, un joven desconocido para EEUU y el mundo entero ponía en jaque a la Administración norteamericana al filtrar a la prensa varios programas secretos de vigilancia masiva del Gobierno. Tras el escándalo, Obama ordenó una revisión de las actividades de la NSA y el pasado viernes recibió el informe de manos de un panel independiente que contiene más de 40 recomendaciones y está siendo analizado por el presidente y su gabinete.
La Administración de Obama está bajo una presión creciente como consecuencia de las revelaciones de Snowden, presión que la semana pasada se incrementó con la publicación de la carta en la que ocho prominentes compañías tecnológicas sumaban sus fuerzas y le pedían a la Casa Blanca con una única voz que estableciese nuevos límites a la vigilancia que realiza el Gobierno sobre sus usuarios.
“El equilibrio en muchos países se ha inclinado demasiado a favor del Estado y en contra de los derechos de los individuos, derechos que están consagrados en nuestra Constitución”, se leía en la carta abierta a Obama y el Congreso, que fue publicada en forma de anuncio en varios periódicos nacionales por los ejecutivos y fundadores de unas compañías que, de nuevo, son importantes donantes de las campañas electorales políticas y con profundos intereses en Washington.
"Es tiempo de cambiar", aseguraban esas compañías en la carta conjunta, en la que destacaban que las revelaciones sobre los programas secretos de la NSA para recopilar datos telefónicos y digitales de los ciudadanos “resaltaron la necesidad urgente de reformar las prácticas de vigilancia de los gobiernos en todo el mundo”.
El encuentro de hoy también ha servido para discutir con los ejecutivos de importantes empresas del sector tecnológico el modo de mejorar el funcionamiento de la página web HelathCare.gov, la página en la que deben solicitar sus nuevos seguros médicos los ciudadanos debido la entrada en vigor de la ley popularmente conocida como Obamacare. Ese sitio de internet ha tenido serios problemas desde su puesta en marcha el pasado 1 de octubre y ha significado un quebradero de cabeza para la Admninistración y ha dado munición para los contrarios a la reforma sanitaria del presidente Obama.
A este respecto, la Casa Blanca anunciaba el nombramiento para hacerse cargo de la página web de la reforma sanitaria del ejecutivo de Microsoft ya retirado Kurt DelBene, alguien a quien el portavoz de Obama definió como "el mejor preparado" para el cargo.
En una nota simpática, el pool de prensa de la Casa Blanca que sigue al presidente pudo escuchar cómo Obama le preguntaba –medio en broma, medio en serio- al cofundador y director ejecutivo de Netflix Reed Hastings si había llevado al encuentro alguna copia de la segunda entrega de la exitosa serie norteamericana House of Cards, que exhibe con crudeza las luchas del poder político en Washington. Sobre su protagonista, interpretado por Kevin Spacey, ficticio whip -una especie de número dos- de la Cámara de Representantes movido por la venganza a la hora de crecer en su carrera, el presidente dijo: "Este tipo desde luego consigue que se hagan las cosas".
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