Un laboratorio de EEUU ha usado lagartos saltarines y robots con rabo para demostrar que los velocirraptores que vivieron hace 75 millones de años podían usar sus colas para estabilizarse durante saltos "acrobáticos".
El estudio reivindica una vieja hipótesis. En 1969, John Ostrom, un palentólogo estadounidense, propuso que los dinosaurios terópodos, depredadores carnívoros que caminaban sobre dos patas, usaban la cola como estabilizador durante las carreras y los quiebros de la caza. Era una asunción lógica, pero difícil de demostrar con casos prácticos, algo que, durante años, impidió que la propuesta de Ostrom fuese confirmada. El paleontólogo estadounidense también fue adalid de la idea de que los dinosaurios eran aves que no volaban y no reptiles gigantes. A pesar de esto, han sido los reptiles los que han acabado dándole la razón a Ostrom.
El elegido ha sido el lagarto de fuego (Agama agama), un reptil de unos 60 gramos que vive en África subsahariana y cuyos ágiles brincos han sido estudiados por Robert Full, biólogo de la Universidad de California en Berkeley. Full ha pasado 20 años soltando cucarachas o tirando salamandras por los aires. Estos experimentos le han servido para descubrir cómo estas se adhieren a las paredes y construir robots todoterreno inspirados en las primeras.
En esta ocasión obligó a los lagartos de fuego a saltar un muro tras una carrera en la que el firme estaba a veces en buen estado y en otras resbaladizo. Al final del sprint los animales debían brincar y corregir la posición de su cuerpo para superar el muro o aterrizar sobre él. En vídeos a cámara lenta, el equipo de Full muestra cómo los lagartos bajan la cola para superar el muro y la suben para estabilizar su cuerpo en pleno vuelo.
Su comportamiento ha sido comparado con modelos informáticos que reproducen el movimiento de la cola rígida de los velocirraptores en esta misma situación. El resultado fue claro. "Los terópodos pequeños como el velocirraptor pudieron ser capaces de hacer acrobacias aéreas mayores que las de los reptiles arbóreos", señala el trabajo de Full y su equipo.
"Este estudio demuestra que la cola podía utilizarse de forma efectiva como balancín y confirma mediante la física lo que ya se suponía por la anatomía", explica a este diario José Ignacio Ruiz-Omeñaca, paleontólogo del Museo del Jurásico de Asturias. Otra cosa es si, por complexión, los velocirraptores podían saltar. "Con su cuerpo de sólo 20 kilos, seguramente serían capaces de hacerlo", opina Ruiz-Omeñaca.
El estudio reivindica una vieja hipótesis. En 1969, John Ostrom, un palentólogo estadounidense, propuso que los dinosaurios terópodos, depredadores carnívoros que caminaban sobre dos patas, usaban la cola como estabilizador durante las carreras y los quiebros de la caza. Era una asunción lógica, pero difícil de demostrar con casos prácticos, algo que, durante años, impidió que la propuesta de Ostrom fuese confirmada. El paleontólogo estadounidense también fue adalid de la idea de que los dinosaurios eran aves que no volaban y no reptiles gigantes. A pesar de esto, han sido los reptiles los que han acabado dándole la razón a Ostrom.
El elegido ha sido el lagarto de fuego (Agama agama), un reptil de unos 60 gramos que vive en África subsahariana y cuyos ágiles brincos han sido estudiados por Robert Full, biólogo de la Universidad de California en Berkeley. Full ha pasado 20 años soltando cucarachas o tirando salamandras por los aires. Estos experimentos le han servido para descubrir cómo estas se adhieren a las paredes y construir robots todoterreno inspirados en las primeras.
En esta ocasión obligó a los lagartos de fuego a saltar un muro tras una carrera en la que el firme estaba a veces en buen estado y en otras resbaladizo. Al final del sprint los animales debían brincar y corregir la posición de su cuerpo para superar el muro o aterrizar sobre él. En vídeos a cámara lenta, el equipo de Full muestra cómo los lagartos bajan la cola para superar el muro y la suben para estabilizar su cuerpo en pleno vuelo.
Su comportamiento ha sido comparado con modelos informáticos que reproducen el movimiento de la cola rígida de los velocirraptores en esta misma situación. El resultado fue claro. "Los terópodos pequeños como el velocirraptor pudieron ser capaces de hacer acrobacias aéreas mayores que las de los reptiles arbóreos", señala el trabajo de Full y su equipo.
"Este estudio demuestra que la cola podía utilizarse de forma efectiva como balancín y confirma mediante la física lo que ya se suponía por la anatomía", explica a este diario José Ignacio Ruiz-Omeñaca, paleontólogo del Museo del Jurásico de Asturias. Otra cosa es si, por complexión, los velocirraptores podían saltar. "Con su cuerpo de sólo 20 kilos, seguramente serían capaces de hacerlo", opina Ruiz-Omeñaca.
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