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2012/01/25

Hallada en Suráfrica una 'guardería' de dinosaurios de 190 millones de años

Hace 190 millones de años, en lo que hoy es un parque nacional surafricano, los dinosaurios se agrupaban en colonias para cuidar sus nidos, año tras año. Según los investigadores que han excavado el yacimiento, es "la guardería de dinosaurios más antigua" jamás encontrada.
Los científicos, liderados por los paleontólogos RobertReisz y David Evans, han desen-terrado en el Parque Nacional Golden Gate Highlands al menos diez nidos fosilizados, cada uno con más de 30 huevos en su interior. El hallazgo, afirman, rellena un gran vacío sobre el comportamiento de los primeros dinosaurios. "Aunque el registro fósil es extenso, realmente contamos con muy poca información sobre su biología reproductiva", ha explicado Evans, del Real Museo de Ontario, en Toronto (Canadá).
Las nidadas están rodeadas por diminutas huellas de dinosaurio que, según los autores, sugieren que las crías permanecían en el lugar hasta que duplicaban su tamaño. Eran, aseguran, auténticas guarderías. Los nidos pertenecieron a individuos del género Massos-pondylus, unos dinosaurios descritos en el siglo XIX en Suráfrica que eran primos de los gigantescos saurópodos, cuadrúpedos herbívoros de cuello largo que se pasearon por la Tierra desde el Jurásico al Cretácico.
El artículo, publicado hoy en la revista PNAS, subraya el contraste entre el gran tamaño de la madre, de seis metros de longitud, y la pequeña talla de los huevos, de apenas seis centímetros de diámetro. Según los autores, estos datos, además de la minuciosa organización de los nidos, indican que la madre colocaba cuidadosamente los huevos después de ponerlos.
El yacimiento surafricano, en excavación desde 2005, ya fue noticia en 2010, cuando el mismo equipo presentó varios embriones fósiles de dinosaurio con 190 millones de años de antigüedad. Entonces, Reisz, de la Universidad de Toronto Mississauga, calificó el hallazgo como "el primer ejemplo conocido de cuidado paternal".

"No es una gran revolución"

El paleontólogo español Luis Alcalá, que no ha participado en este estudio, aplaude el nuevo hallazgo, aunque no sea "una gran revolución", porque "ya se sabía que este tipo de dinosaurios tenía áreas de nidificación".
El grupo de Alcalá, de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis, estudia en la actualidad una posible guardería de dinosaurios en España, descubierta en una mina del municipio turolense de Galve. Su equipo ha desenterrado más de 500 restos de varios ejemplares de ornitópodos, que podrían haber llegado arrastrados por un río o constituir, como especulan los científicos, un lugar de cría. Sería otra guardería, de 120 millones de años, según Alcalá. 

2012/01/06

Los velocirraptores daban saltos "acrobáticos"

Un laboratorio de EEUU ha usado lagartos saltarines y robots con rabo para demostrar que los velocirraptores que vivieron hace 75 millones de años podían usar sus colas para estabilizarse durante saltos "acrobáticos".
El estudio reivindica una vieja hipótesis. En 1969, John Ostrom, un palentólogo estadounidense, propuso que los dinosaurios terópodos, depredadores carnívoros que caminaban sobre dos patas, usaban la cola como estabilizador durante las carreras y los quiebros de la caza. Era una asunción lógica, pero difícil de demostrar con casos prácticos, algo que, durante años, impidió que la propuesta de Ostrom fuese confirmada. El paleontólogo estadounidense también fue adalid de la idea de que los dinosaurios eran aves que no volaban y no reptiles gigantes. A pesar de esto, han sido los reptiles los que han acabado dándole la razón a Ostrom.
El elegido ha sido el lagarto de fuego (Agama agama), un reptil de unos 60 gramos que vive en África subsahariana y cuyos ágiles brincos han sido estudiados por Robert Full, biólogo de la Universidad de California en Berkeley. Full ha pasado 20 años soltando cucarachas o tirando salamandras por los aires. Estos experimentos le han servido para descubrir cómo estas se adhieren a las paredes y construir robots todoterreno inspirados en las primeras.
En esta ocasión obligó a los lagartos de fuego a saltar un muro tras una carrera en la que el firme estaba a veces en buen estado y en otras resbaladizo. Al final del sprint los animales debían brincar y corregir la posición de su cuerpo para superar el muro o aterrizar sobre él. En vídeos a cámara lenta, el equipo de Full muestra cómo los lagartos bajan la cola para superar el muro y la suben para estabilizar su cuerpo en pleno vuelo.
Su comportamiento ha sido comparado con modelos informáticos que reproducen el movimiento de la cola rígida de los velocirraptores en esta misma situación. El resultado fue claro. "Los terópodos pequeños como el velocirraptor pudieron ser capaces de hacer acrobacias aéreas mayores que las de los reptiles arbóreos", señala el trabajo de Full y su equipo.
"Este estudio demuestra que la cola podía utilizarse de forma efectiva como balancín y confirma mediante la física lo que ya se suponía por la anatomía", explica a este diario José Ignacio Ruiz-Omeñaca, paleontólogo del Museo del Jurásico de Asturias. Otra cosa es si, por complexión, los velocirraptores podían saltar. "Con su cuerpo de sólo 20 kilos, seguramente serían capaces de hacerlo", opina Ruiz-Omeñaca. 

2011/10/28

Los dinosaurios emigraban con los ciclos de lluvias

Los caribús de Canadá, los cobos de oreja blanca de Sudán del Sur y los ñus de Kenia y Tanzania tienen una cosa en común: sus largas migraciones siguiendo los ciclos estacionales de lluvias que hacen crecer su alimento vegetal. Un estudio publicado en Nature sugiere ahora que estos animales heredan una tradición viajera que se remonta al menos 150 millones de años atrás, a finales del Jurásico. Sus protagonistas entonces eran los herbívoros más grandiosos que han pisado la Tierra, los dinosaurios saurópodos.
El nuevo trabajo se centra en el camarasaurio, un primo del diplodocus que vivía en Norteamérica. De este titán de 20 metros de largo se sabe que formaba manadas. Pero los científicos encontraban paradójico que un animal abundante y con tan enormes necesidades alimenticias pudiera sobrevivir en la llamada cuenca de Morrison, una antigua formación que ocupaba todo el medio oeste desde Canadá hasta Nuevo México y que estaba formada por llanuras aluviales, donde la comida escaseaba en tiempos de sequía. Los expertos proponían que estos dinosaurios podían haber migrado a tierras altas en periodos secos, pero hasta ahora no había pruebas.
Tres científicos del Colorado College han estudiado varios dientes de camarasaurios y han asignado los isótopos de oxígeno presentes en el esmalte a los del suelo de distintas regiones, concluyendo que los dinosaurios "emprendían migraciones estacionales desde las tierras bajas a las altas" atravesando los actuales estados de Wyoming, Idaho y Utah, recorriendo "unos 300 kilómetros en cada dirección", escriben los investigadores. 

2011/07/25

Viaje al ecosistema de los dinosaurios

En medio de la maleza de un oscuro bosque surge la cabeza de un dinosaurio masticando plantas y balanceándose a ritmo de mandíbula hacia adelante y hacia atrás. Los niños se paran miedosos y, aunque saben que los dinosaurios están extinguidos y estos son animatronics, sienten respeto. Es uno de los tramos del recorrido por la exposición Age of the Dinosaur (La era de los dinosaurios), que se presenta en el Museo de Historia Natural de Londres hasta el próximo 4 de septiembre. Una excursión veraniega para toda la familia. Y al final del viaje por los períodos Jurásico y Cretácico, se pone a prueba el conocimiento del visitante con preguntas, cuyas respuestas están en la exposición, sobre el medio ambiente en el que vivieron los dinosaurios hace más de cien millones de años.
"Esta exposición no únicamente recorre el Jurásico y el Cretácico, sino que informa de las plantas y los animales que vivieron con los dinosaurios, y presenta a todos ellos en el medio ecológico en el que vivieron", explica Paul Barrett, del departamento de Paleontología del museo. Entre las piezas expuestas destacan un coprolito (heces fosilizadas) de animal marino, una huella (de 81 por 74 centímetros) de animal prehistórico encontrada en México, una libélula fosilizada con las alas abiertas o un pedazo de cola erizada de un estegosaurio. En total hay unas 60 muestras fosilizadas de animales o plantas, un número minúsculo entre los nueve millones de piezas con las que cuenta el departamento de Paleontología. El museo contabiliza en total 70 millones de ejemplares entre plantas, animales, fósiles, minerales y piedras.

Supervivientes o extintos

Algunas de las plantas o de los animales que convivieron con los dinosaurios, tales como cocodrilos o tortugas, casi no han cambiado hasta el día de hoy (la era del humanoide, según el calendario de la exposición). En cambio, de otras especies prehistóricas nunca más se supo. Según cuenta Barrett, "no sabemos con certeza por qué unas especies han desaparecido y otras persisten; una explicación simple sería que unos se adaptan mejor al medio ambiente en el que viven; otra explicación alternativa sería que han evolucionado en especies generalistas que aguantan los cambios del medio ambiente; hay que estudiar caso por caso para saber por qué algunos animales permanecenpor tanto tiempo".
El Museo de Historia Natural de Londres lleva 20 años animando dinosaurios, haciéndoles moverse y rugir y así recrear sus movimientos y sus vidas originales. Georgina Bishop, a cargo de la intrincada tarea de animar animales extinguidos, explica: "Llevamos mucho tiempo trabajando con una empresa de animatronics que cada vez es más realista en nuestros objetivos; según avanza la tecnología, avanza también la reproducciónde los movimientos de estos animales".
Las exposiciones de dinosaurios se han convertido en apuestas seguras para el museo londinense. "Hacemos una exposición de dinosaurios cada varios años porque son muy populares, pero también porque debemos mostrar al público la colección de muestras del museo, cuyo objetivo es difundir el conocimiento de las ciencias naturales", añade Bishop.

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2011/07/13

Un fósil de dinosaurio confirma la extinción "catastrófica"

Un equipo de investigadores ha hallado los restos fósiles de dinosaurio más cercanos a la época de la extinción. Según los responsables del hallazgo, estos restos podrían terminar de confirmar la teoría del gran meteorito como causa principal de la extinción masiva.
Pese a que durante los últimos 30 años la mayoría de los paleontólogos ha asumido la teoría del meteorito, algunos investigadores aún plantean la posibilidad de que ciertos tipos de dinosaurios ya se hubieran extinguido antes del impacto.
Según este reducido grupo de científicos, si la desaparición se produjo de forma brusca, debido a un suceso catastrófico como el impacto de un asteroide, debería haber restos en épocas inmediatamente anteriores a ese momento. Sin embargo, nunca se había encontrado este tipo de restos. Hasta ahora.
Científicos de la Universidad de Yale (EEUU) han encontrado un cuerno de una especie de triceratops en una capa geológica de unos 65 millones de años de antigüedad, justo la época en la que se produjo la extinción. Según Tyler Lyson, principal autor del estudio, "este hallazgo ofrece una evidencia de que los dinosaurios no murieron lentamente antes del impacto del meteorito".
Para José Luis Sánchez, catedrático de Paleontología de la Universidad Autónoma de Madrid, este descubrimiento "no es una sorpresa", ya que existen muchas evidencias sobre el impacto del meteorito, y concluye: "Cuanto mejor conocemos el registro fósil, más clara está la extinción catastrófica".

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2011/07/01

Dinosaurios en blanco y negro

Para los paleontólogos, es un salto comparable a lo que fue pasar de la radio a la televisión en blanco y negro. Un equipo internacional de científicos ha demostrado que los vestigios de determinados metales presentes en un fósil permiten saber de qué color era el animal. De momento, han conseguido seguir el rastro del que llaman con sorna "pigmento Antonio Banderas", la eumelanina, responsable del color negro del pelo ahora y hace más de un centenar de millones de años.
Cada pigmento, encargado de un color, tiene una receta química a escala molecular que incluye algunos metales. Los investigadores, encabezados por el geoquímico Roy Wogelius, han dirigido el poderoso chorro de rayos X del sincrotrón de la Universidad de Stanford (EEUU) a los restos fósiles de dos aves primitivas para buscar este DNI químico.
Examinando los restos de Confuciusornis sanctus, un ser a medio camino entre las aves y los dinosaurios que vivió hace 120 millones de años, y los fósiles de Gansus yumenensis, similar al somormujo actual pero con 100 millones de años y considerada el ave moderna más antigua, los investigadores han hallado huellas del pigmento Antonio Banderas. Uno de los principales indicios ha sido el cobre, un metal que ha aparecido exactamente donde quedaban restos de plumas.

A por ‘Scarlett Johansson'

"Hasta ahora, para recrear cómo era un dinosaurio teníamos que echarle mucha imaginación. Ahora podemos verlos en blanco y negro", explica Wogelius, de la Universidad de Manchester (Reino Unido). Todas las películas de Hollywood -empezando por Parque Jurásico-, todos los libros de texto y todos los artículos periodísticos con imágenes de dinosaurios eran mentira. En la actualidad, básicamente, no se sabe nada sobre qué pinta tenían los grandes saurios.
El equipo de Wogelius está embarcado ahora en la búsqueda de otros pigmentos, empezando por el que llaman "Scarlett Johansson", la feomelanina, responsable del color rubio del cabello. "Es muy arriesgado hacer predicciones, pero creo que en los próximos diez años podremos ver en color cómo eran los dinosaurios y otras especies prehistóricas", vaticina. Su estudio se publica hoy en la revista Science.
Hace más de un año, otro equipo de paleontólogos de Reino Unido y China hizo un anuncio similar. Los científicos lograron identificar en varias plumas fósiles sus melanosomas, los sacos que guardan los pigmentos eumelanina y feomelanina en las células. Mediante la comparación con la estructura de los melanosomas de seres vivos, los científicos hicieron estimaciones sobre el color de los pigmentos que albergarían. Según aquellos investigadores, el Confuciusornis mostraba un plumaje con manchas blancas, negras y anaranjadas. Sin embargo, para el equipo de Wogelius, esta técnica presenta "muchas limitaciones", ya que los melanosomas se conservan muy mal, mientras que el rastro de metales de los pigmentos permanece durante, posiblemente, varios cientos de millones de años.
El director de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel, Luis Alcalá, aplaude los avances en la senda hacia los dinosaurios en tecnicolor. "Algunas aves tienen colores espectaculares y, posiblemente, con los dinosaurios ocurría igual. Dependiendo del ecosistema tendrían una coloración u otra, como sus análogos actuales", opina Alcalá, que no ha participado en el nuevo estudio. El paleontólogo recuerda que reconstruir el retrato robot de los dinosaurios es fundamental para conocer su paleobiología: cómo se comunicaban, cómo se camuflaban y cómo buscaban una pareja sexual.

Una cebra, pero no un caballo

El pigmento estudiado ahora, la eumelanina, es probablemente el más importante del reino animal, según los investigadores. Oscurece el cabello y los ojos de Antonio Banderas, la piel de las serpientes y las plumas de las aves. También el ojo de un pez que vivió hace 50 millones de años, según han comprobado en el sincrotrón. Sin embargo, su papel para desentrañar el color de los dinosaurios se queda cojo. Serviría para detectar el patrón de rayas blancas y negras de una cebra, pero no para ver la capa crema de un caballo.
"Se podría decir que ahora vamos a ver los dinosaurios como en un filme de 1950. En realidad, las películas no eran en blanco y negro, sino en blanco, negro y una amplia escala de grises", matiza otro de los autores del trabajo, el paleontólogo Phil Manning, de las universidades de Manchester y de Pensilvania (EEUU). A su juicio, el color es un rasgo esencial para conocer las claves del éxito evolutivo de una especie. "Seamos honestos: cuando sales por la noche y quieres ligar, eliges con cuidado la ropa que te vas a poner. Si el color no fuera fundamental para los seres vivos, no existiría una industria de la moda", aclara.
Su objetivo ahora, asegura, es buscar restos de cinc, calcio y manganeso, síntomas de colores, en una ristra de fósiles. En el sincrotrón de la Universidad de Stanford hay ahora decenas de dinosaurios haciendo cola para someterse a pruebas de rayos X. "Los fósiles son como una sopa química, tenemos que seguir empleando esta técnica para identificar más pigmentos", señala Manning.
España también posee, en Cerdanyola del Vallès (Barcelona), uno de estos sincrotrones, unos aparatos capaces de emitir rayos X más luminosos que el Sol y desnudar los ingredientes atómicos de cualquier cosa, desde un jamón serrano a un cuadro de El Greco. Son como microscopios desmesuradamente potentes: aceleran electrones hasta que rozan la velocidad de la luz y su brillo consigue iluminar las entrañas de la materia sin alterarla un ápice.
El físico alemán Uwe Bergmann trabaja en el sincrotrón de la Universidad de Stanford, situado cerca de la ciudad de Menlo Park, en el estado de California. Es uno de los responsables de iluminar con rayos X a los fósiles. Desde su disciplina, alejada de la paleontología, se hace preguntas sorprendentes: "El cobre es biotóxico. ¿Por qué aparece en las plumas? Quizá el color sólo es un efecto secundario de otro rasgo. Quizá las plumas surgieran para liberar estas toxinas. Es absolutamente una especulación, pero habrá que estudiarlo", plantea el físico.
Bergmann subraya que la nueva técnica no sólo servirá para desvelar la paleta de colores de los animales prehistóricos. "Gracias a los rayos X del sincrotrón, podremos saber mucho más sobre la dieta de los dinosaurios. Podremos ver los pigmentos de lo que comían", detalla. Los flamencos, recuerda, nacen blancos, pero se van transformando en rosas con el tiempo gracias a los pigmentos carotenoides que adquieren al comer crustáceos.

El ave de la cola negra

Se podría decir que el ‘Confuciusornis sanctus', que vivió hace unos 120 millones de años, acababa de dejar de ser un dinosaurio. Es el primer ser del registro fósil que aparece con un pico totalmente propio de un ave actual. Su recreación, elaborada por Richard Hartley, de la Universidad de Manchester (Reino Unido), está basada en los rastros de cobre hallados en sus plumas fósiles. Estos vestigios del metal, asociados al pigmento eumelanina, desvelan el estampado que habría caracterizado al ave: zonas sombreadas que llegarían a su punto más oscuro en las plumas timoneras, que forman la cola, y en el plumón del cuerpo. El chorro de rayos X del sincrotrón permite hacer recreaciones completas, ya que identifica rastros de eumelanina por todo el cuerpo fósil del animal.

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2011/06/24

Los dinosaurios gigantes eran de sangre caliente

Tras muchos años de debates entre paleontólogos, un estudio ha demostrado que los grandes dinosaurios tenían una temperatura corporal de entre 36 y 38 grados centígrados, similar a la de los mamíferos. Los resultados obtenidos por un equipo de investigadores del Instituto Tecnológico de California (Caltech)parece haber puesto fin al que, junto con la extinción, ha sido uno de los grandes temas de conflicto en la comunidad científica durante décadas.
El responsable de la investigación, Robert A. Eagle, reconoce que "hasta ahora, nadie pensaba que fuera posible medir la temperatura de los dinosaurios". Sin embargo, él y su equipo han conseguido hacerlo.


Para ello han utilizado restos fósiles de dos tipos de saurópodos (braquiosaurio y camarasaurio), dinosaurios gigantes reconocibles por tener el cuello y la cola especialmente largos. El equipo de Eagle ha centrado su investigación en la medición de un compuesto formado por isótopos de oxígeno y carbono que se encuentra en el esmalte de los dientes fosilizados de los dinosaurios. Según el estudio, publicado hoy en la revista Science, las cantidades acumuladas de este compuesto "están directamente relacionadas con la temperatura del entorno en el que se formó, en este caso, el interior de los dinosaurios". El investigador asegura que los datos obtenidos mediante este método son "muy precisos" y que tienen un error no superior a un grado centígrado.
Aunque los datos obtenidos por Eagle y su equipo sean correctos, aún habrá espacio para el debate. Si bien muchos paleontólogos asumen que los dinosaurios podían tener temperaturas corporales altas, no todos coinciden en si estos tenían mecanismos de termorregulación internos, como los mamíferos, o si dependían de las variaciones externas, como los lagartos. "El hecho de tener una temperatura corporal alta no implica necesariamente que los dinosaurios pudieran regular su temperatura como los seres humanos", afirma José Luis Sanz, catedrático de Paleontología de la Universidad Autónoma de Madrid.
Para los que defienden la ausencia de mecanismos de regulación internos, el hecho de que la temperatura de los dinosaurios sea alta se debe a su enorme tamaño. "El gran volumen de los saurópodos en relación a su superficie corporal hacía que tardaran mucho tiempo en perder calor", afirma Sanz, "con lo que su temperatura se podía mantener alta y aproximadamente constante durante largos periodos de tiempo".
Basándose en este fenómeno, denominado gigantotermia, estudios anteriores habían determinado que la temperatura de los dinosaurios debía estar por encima de los 42 grados centígrados. Según Eagle, la diferencia con las temperaturas medidas por su equipo "podría indicar que los saurópodos tenían mecanismos para impedir que su cuerpo alcanzara las elevadas temperaturas propias de su gigantesco tamaño". El estudio plantea varios ejemplos de estos mecanismos, como la disposición de pequeños sacos de aire internos que ayudaran a refrigerar o la disipación de calor a través de un cuello y una cola especialmente largos.

Un nuevo punto de vista

Pese a todo, Eagle concluye que sus resultados no consiguen responder a la pregunta de si los dinosaurios poseían sólo mecanismos de regulación internos o si necesitaban de pautas que les ayudaran a regular su temperatura, tal y como sucede con los reptiles modernos.
En cualquier caso, Eagle asegura que "nadie ha realizado nunca una medición similar de la temperatura corporal de los dinosaurios", con lo que este estudio ofrece un "nuevo punto de vista en el viejo debate sobre la fisiología de los dinosaurios".

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2011/05/18

Un nuevo dinosaurio sale del armario en Teruel

Una nueva especie de dinosaurio que vivió en Teruel hace unos 125 millones de años acaba de salir de una caja de cartón. Tras pasar casi cuatro décadas descritos de forma errónea, sus restos han sido analizados por segunda vez y han resultado ser de un género y especie desconocidos, según su redescubridor, el paleontólogo del Museo del Jurásico de Asturias, José Ignacio Ruiz-Omeñaca.
La nueva criatura, a la que ha apodado macasaurio (se halló en el yacimiento turolense de La Maca) era un dinosaurio herbívoro que andaba tanto sobre cuatro patas como sobre dos. Su cadera y sus vértebras muestran que podía superar los diez metros de largo y pesar 3.500 kilos. Este dinosaurio del grupo de los ornitópodos, caracterizados por tener tres dedos en lugar de dos, como el T-rex, vivía en un Teruel cubierto de bosques tropicales y grandes ríos donde también había tortugas, cocodrilos y pequeños mamíferos. El estudio del macasaurio, en el que Ruiz-Omeñaca ha centrado su tesis doctoral y cuyos detalles publica ahora la revista Estudios Geológicos del CSIC, impone un giro inesperado a una historia que comenzó en el verano de 1958.

Fue entonces cuando José María Herrero, vecino de Galve, muy cerca de La Maca, encontró los huesos en liza. Su pueblo era tan rico en restos paleontológicos que, cuando Herrero tenía 9 años, las niñas jugaban con pequeños fósiles marinos encontrados en el campo. Así lo recordaba el año pasado el propio Herrero, de 85 años, en un artículo para la revista Aragón en el que detallaba cómo era excavar fósiles en pleno franquismo. "Hablar de dinosaurios era un tema casi tabú y los medios de los que se disponía eran escasos e incluso en ocasiones ni los había, sólo tenía un gran entusiasmo, unas rodilleras y una lupa de seis aumentos", recuerda.
Sin embargo, su hallazgo del que ahora es el macasaurio, que incluía vértebras, costillas y la cadera izquierda, mereció la atención del periódico Lucha (hoy Diario de Teruel). La noticia alertó a su vez al Instituto de Estudios Turolenses, que inició las excavaciones de La Maca con ayuda de expertos de la Universidad de Utrecht (Países Bajos) ese mismo año. Los restos fueron enviados al Museo Provincial de Teruel y, ante las dificultades para identificar los fósiles, el Instituto requirió la ayuda de Albert de Lapparent, un cura francés experto en dinosaurios. De Lapparent visitó el yacimiento un año después y, en 1960, adscribió los restos a la especie Iguanodon bernissartensis, descrita en 1881. El trabajo del francés, publicado en la revista Teruel, fue la primera monografía de dinosaurios publicada en España, explica Ruiz-Omeñaca.

Tres dedos

Los fósiles se metieron después en cajas que acabaron "semiabandonadas" en el almacén del Museo Provincial de Teruel. "La cadera estuvo perdida hasta 2001, cuando el museo se topó con ella reordenando las cajas", recuerda Ruiz-Omeñaca. Esa fue la pieza que le dio la clave para enmendarle la plana a De Lapparent. "La punta de la parte anterior de la cadera está retorcida hacia dentro, algo que no se ha visto en ningún otro dinosaurio", señala el paleontólogo. Tras la comparación con otros 23 dinosaurios iguanodóntidos de los que hay fósiles de la cadera procedentes de Australia, Bélgica, China, EEUU, Japón, Laos, Mongolia, Níger y Reino Unido, Ruiz-Omeñaca concluye que la cadera de su espécimen es diferente a las demás, y que no pertenece a Iguanodon bernissartensis, como propuso De Lapparent, sino a un nuevo género y especie. Para aliviar el golpe, el investigador la ha bautizado como Delapparentia turolensis en honor a De Lapparent.
"Es una propuesta muy interesante", opina Luis Alcalá, director de la Fundación Dinópolis, que hoy atesora los restos del dinosaurio, aunque llama a la cautela. "Es un poco atrevido nombrar un género nuevo, habrá que esperar si se sostiene cuando se encuentre más material", concluye.

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2011/05/02

Los grandes dinosaurios toman Manhattan

Durante siglos la han llamado la "enfermedad de los reyes", pero la hemofilia es un trastorno genético que afecta a alrededor de 3.000 españoles y que aún no tiene cura, aunque sí tratamiento profiláctico. Hace ahora 40 años, nació la Federación Española de Hemofilia (Fedhemo), una entidad que se creó en 1971 en el Hospital de la Paz (Madrid) para intentar solucionar las necesidades de un colectivo muy lejano a palacios reales y muy cercano a unidades de transfusión de sangre, lo único que, en aquellos años, podía salvar su vida.
Como recuerda el jefe de la sección de Hematología del Hospital Virgen de la Arrixaca, Manuel Moreno, a principios de la década de 1970, sólo algunos centros pioneros empezaban a tratar a los hemofílicos con plasma humano que, además de contener los factores de coagulación deficitarios en su sangre (el VIII y el IX), contenía todo el resto de componentes sanguíneos. "En esa época se empezó a purificar", cuenta el especialista que es, además, presidente de la Real Fundación Victoria Eugenia, llamada así por la reina de España portadora de hemofilia. "Quizás haya alguna mujer de la familia real española que sea portadora, pero no nos consta", comenta.

El Museo de Historia Natural de Nueva York ha traído a Manhattan los dinosaurios más grandes del mundo, unos bichos gigantescos que podían medir hasta 50 metros, en una ambiciosa exposición que intenta acercar y explicar estos increíbles animales usando los descubrimientos de las últimas investigaciones científicas.
La estrella de la muestra es una reproducción en tamaño natural de un mamenchisaurio hembra que, aunque no era el saurópodo más grande ese es el argentinosaurio, descubierto en Argentina, destaca por su cuello de nueve metros, la mitad de lo que medía la criatura. Para conocer mejor a este gigantesco animal, que ni siquiera cabe erguido en la sala de exposiciones y tiene que recibir a los visitantes con la cabeza y parte del cuello pegados al techo, uno de sus laterales reproduce la textura que tenía su piel, mientras el otro está diseccionado para mostrar sus huesos y músculos.
Los saurópodos eran unos dinosaurios de cuellos larguísimos (que podían sumar hasta diez cervicales que les permitían acceder a las hojas más altas) que vivieron desde el Triásico Superior hasta el Cretácico Superior (hace aproximadamente 210 y 65 millones de años). Eran herbívoros y cuadrúpedos, y tenían hábitos gregarios.

Piedras para moler la comida

El mamenchisaurio neoyorquino muestra el sistema digestivo de este herbívoro, que se calcula que tardaba en hacer la digestión hasta dos semanas, ya que tragaba la comida media tonelada de plantas al día sin masticar, y la cortaba con unos incisivos muy afilados. Debido a ello, los saurópodos ingerían piedras (gastrolitos) que facilitaban el proceso digestivo al remoler los vegetales en el estómago. Necesitaban unas 100.000 calorías diarias para sobrevivir (un humano necesita unas 2.200). Los restos del primer mamenchisaurio fueron descubiertos en 1952 en la provincia de Sichuan, en China, durante la construcción de una carretera. El fósil, un esqueleto parcial, fue estudiado y nombrado en 1954 por el paleontólogo chino Yang Zhongjian, conocido como C. C. Young.
Los dinosaurios más grandes del mundo, que se podrá visitar hasta principios de 2012, desvela los últimos descubrimientos sobre cómo vivían estos enormes animales a través de fósiles, reconstrucciones, proyecciones y toda clase de instalaciones interactivas. La exposición "explica cómo funcionaban estos dinosaurios en toda su complejidad biológica", dice la presidenta del museo, Ellen Futter. "Al mostrar los nuevos avances en el estudio de estos animales, enriquecemos la colección del museo, que siempre ha inspirado a visitantes de todas las edades", una colección paleontológica que suma 4,75 millones de especímenes incluidos 4,25 millones de fósiles invertebrados, la más diversa del mundo.
La ambiciosa iniciativa del museo, "nos lleva a otro nivel: aquí tratamos a los dinosaurios como a criaturas vivas y desvelamos cómo comían, cómo respiraban y cómo se movían", explica el vicepresidente de la institución, Michael Novacek. Y también permite explorar aspectos hasta ahora poco conocidos de estos gigantes. "Hemos descubierto que ponían muchos huevos, del tamaño de un balón de fútbol, y que las crías nacían muy pequeñas, aunque crecían muy rápido", añade Novacek. Los animales llegaban al mundo con unos cinco kilos y a los 30 años superaban las 50 toneladas, un récord en la naturaleza. "Sólo las ballenas han superado en tamaño a los saurópodos", dice Novacek al explicar que el gigantismo tenía entonces sus ventajas: protegía de otros depredadores y permitía asegurar una cierta longevidad.
La investigación que ha llevado a la muestra, dice Mark Norell, su comisario, "representa una nueva etapa en el estudio de los dinosaurios al aunar descubrimientos de varias disciplinas científicas que nos ayudan a entender cómo vivían en su época" y cómo consiguieron sobrevivir un centenar de millones de años con un organismo que necesitaba mucha más energía y oxígeno para moverse y desempeñar sus funciones vitales.
Entre esos científicos obsesionados por los saurópodos se encuentra un grupo liderado por el profesor de la Universidad de Bonn (Alemania) Martin Sander, que subrayó durante la presentación de la muestra a la prensa que muchos investigadores "aceptaron participar en el proyecto precisamente porque estaban fascinados por los dinosaurios".
Tanto el equipo de Sander, formado por especialistas en biomecánica, medicina o nutrición animal, como los investigadores del museo neoyorquino estudiaron a los saurópodos como si estuvieran vivos, y para ello los compararon con algunos de sus parientes actuales más cercanos, como las aves o los cocodrilos. Así fue como descubrieron que los pulmones de los saurópodos eran tan eficientes como los de las aves, y que con cada inhalación podían extraer más oxígeno que un mamífero y permitirles invertir menor esfuerzo en el proceso.

Gigantes de piel seca y caliente

En la exposición se puede contemplar una gigantesca réplica de los pulmones de un saurópodo, unos órganos que eran ligeros y a la vez capaces de extraer la cantidad de oxígeno necesaria para abastecer sus grandes cuerpos. Además, se muestra la reproducción también a tamaño real de un corazón de saurópodo, que bombeaba con mucha presión la sangre (cien veces más rápido que los humanos) para permitirle recorrer todo el cuello del animal y llegar a su pequeño cerebro, que pesaba unos 113 gramos (diez veces menos que un cerebro humano). La exposición también explica cómo los dinosaurios, al no tener glándulas sudoríparas, tenían una piel seca y caliente, cubierta de pequeñas escamas, para evitar la evaporación de los fluidos.
Un tema que sigue siendo un misterio son los hábitos reproductivos de los dinosaurios. Se supone que la penetración se realizaba por la cloaca, el término en zoología que describe la porción final, ensanchada y dilatable, del intestino de las aves y otros animales, en la cual desembocan los conductos genitales y urinarios. Se ha llegado a encontrar hace unos años, en los restos de un tiranosaurio hembra en el estado de Montana, una cavidad que debía de tener una membrana, parecida a la que tienen las aves, donde albergaba sus huevos, que podían sumar de 15 a 40 piezas del tamaño de un pelota de baloncesto, durante la ovulación.


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2011/04/15

Los dinosaurios tenían buena visión nocturna

Los feroces dinosaurios carnívoros podían cazar de noche gracias a su capacidad de visión nocturna.
Los menos agresivos dinosaurios herbívoros veían lo suficientemente bien como para alimentarse de día y noche.

La revista Science publicó este jueves los hallazgos de un equipo de investigadores de la Universidad de California en Davis que llegaron a esa conclusión tras varios años estudiando la cavidad ocular de cráneos de dinosaurios fosilizados.
Los científicos midieron el llamado "anillo escleral", un anillo de hueso que cubre el iris y la pupila de muchos animales, y que muchos consideran es un buen indicador del tamaño de la pupila. Su premisa estaba basada en el principio de que los animales que están activos de día tienen una apertura más pequeña del anillo escleral, mientras que los de hábitos nocturnos la tienen más grande.
Luego lo compararon con la cavidad ocular de 164 lagartos y aves modernas, así como la de 33 fósiles.
"Seleccionamos especies de las que conocemos su patrón de actividades –si son diurnas, nocturnas o ambas- y hallamos que podíamos diferenciarlas basados en el tamaño de su hueso ocular", explicó a BBC Lars Schmitz, coatur del estudio.
"Los patrones de actividades dependen esencialmente de lo que hacían para vivir, cuál es su ecología". Según lo analizado, los dinosaurios carnívoros pequeños tendían a ser nocturnos.
El estudio encuentra, en cambio, que los grandes dinosaurios herbívoros eran capaces de alimentarse a cualquier hora, lo que explican argumentando que animales de ese tamaño necesitaban pasar más tiempo en busca de alimento para satisfacer las necesidades de su enorme cuerpo.

Dia y noche

Sus resultados contradicen la muy difundida creencia de que la mayoría de los dinosaurios cazaban de día, mientras que los pequeños mamíferos se desenvolvían de noche.
"Fue una sorpresa, pero tiene sentido", dijo el geólogo Ryosuke Motani, el otro coautor del trabajo
De uno de los dinosaurios mas populares y cinematográficos, el gigantesco Tyrannosaurus, el equipo no pudo determinar nada porque no tenían disponible un fósil con un ojo lo suficientemente conservado para ser examinado.

BBC Mundo

2011/03/04

PLEO, un dinosaurio por mascota

Se cruza por uno de los pasillos del pabellón 15 de CeBIT y en lugar de aterrar como el resto de los de su especie, el dinosaurio despierta la ternura con sus miradas y gestos. PLEO es un robot con doce sensores: luz, movimiento y sonido. Así, la mascota sabe si está sobre el suelo o suspendido, si le acarician o le pegan, si es de día o de noche. Incluso sabe si quién le llama es su dueño por la voz. Puede distinguir si su amo solo habla o ha pronunciado su nombre, también distinguir si el tono es cariñoso o le está regañando. Gracias al chip y el empleo de software con instrucciones de inteligencia artificial que le hace funcionar y comportarse casi como una mascota doméstica.
Parpadea, hacer carantoñas y se deja querer, pero también puede hacer travesuras para llamar la atención. Incluso tener mal carácter. En este punto recuerda mucho al Tamagotchi, la primera mascota virtual que se popularizó a finales de los 90. Cabía en el bolsillo y a medida que crecía demandaba más y más atenciones.
Según el trato que se le dé a PLEO será dulce, independiente, inquieto o travieso. Julien Rio, desarrollador de Joker Technologies, la empresa radicada en Hong Kong que lo fabrica explica por qué se porta así: "Nos dirigimos a tres segmentos de mercado: los niños para que tengan una mascota más sencilla que una viva, la tercera edad, para que no se tengan que preocupar de sacarlo a pasear o limpiarlo pero se sientan acompañados, y, por último, los adolescentes interesados en la programación".
Esta es quizá la parte más interesante y creativa del juguete, que incluye software de programación sencillo para crear nuevas personalidades al dinosaurio, movimientos e incluso coreografías. "Todo depende de la habilidad que tengan los jóvenes programadores para dotarlo de personalidad y funciones nuevas", añade el ingeniero francés a cargo del aparato.
La cubierta exterior del juguete está hecha de látex para dar sensación de piel y que resulte más sensible al tacto. Eso sí, cada uno de los dinosaurios está pintado de manera diferente. Promete autonomía para más de 18 horas de actividad, es decir con el juguete en posición de alerta, no de descanso y sabe avisar de que necesita "descansar" (recargarse). Si se le educa bien sabrá comportarse de manera amistosa con las personas y con otros de su especie. Si no, siempre queda el recurso de borrar la memoria y como con el tamagotchi, empezar de cero.
El precio, 499 euros, bastante elevado para tratarse de un juguete. Ya se vende en Asia y Estados Unidos. Según el fabricante llegará a Europa en primavera.

El Pais

2011/02/23

El dinosaurio futbolista

Un grupo de científicos acaba de nombrar a una nueva especie de dinosaurio "muslos de trueno", debido al gran tamaño de esos músculos que lo hacía capaz de patear a sus enemigos.
Los restos fósiles recuperados en Utah, Estados Unidos, son apenas fragmentos pero lo suficiente para decir a los investigadores que la criatura debe haber tenido patas extremadamente poderosas.
La nueva especie, descrita en la revista Acta Palaeontologica Polonica, es un saurópodo, una familia de dinosaurios famosos por sus largos cuellos y colas.
"Si los depredadores los atacaban, este animal podría haber sido capaz de patearlos para apartarlos de su camino", indicó el doctor Mike Taylor del University College en Londres.

Muslos de trueno

El equipo bautizó al dinosaurio Brontomerus mcintoshi, del griego "bronto" que significa trueno y "merós" que significa muslo.
Los huesos fosilizados de dos especímenes, uno adulto y otro joven, tienen 110 millones de años de antigüedad.
Fueron descubiertos en Hotel Mesa en el condado Grand del estado de Utah.
El lugar ha sido saqueado por cazadores de fósiles, lo que hizo difícil que los científicos tuvieran suficiente material a su disposición como para hacer su clasificación completa.
Sin embargo, los huesos que encontraron demuestran que era una especie extraordinaria.
Entre ellos está el hueso de la cadera, llamado ilium, que es igual de grande que los de otros dinosaurios de esa especie.
Justo el tamaño de la cadera le dio una idea a los científicos sobre el tamaño de las patas.
"Al armar el esqueleto completo puedes extender los músculos desde la cadera hasta las rodillas lo que te da unos muslos inmensos", dijo el doctor Taylor a la BBC.
Un adulto podía pesar hasta seis toneladas, más o menos el tamaño de un elefante. Pudo haber medido unos 14 metros de largo.
Se cree que el Brontomerus vivió en el periodo cretaceo temprano.

BBC Mundo

2011/01/26

Hallan un dinosaurio del tamaño de un loro

Un grupo de investigadores ha descubierto en la región de Mongolia Interior (China) una nueva especie de dinosaurio del tamaño de un loro y que se distingue por tener un único dedo. El ejemplar ha sido bautizado con el nombre de Linhenykus monodactylus, por la ciudad de Linhe, cercana a donde fue descubierto. El extraño animal, ligero com una pluma, pertenece a la especie de Alvarezsaurios, un grupo de dinosaurios carnívoros terópodos, la familia que incluye al Velociraptor y el Tyrannosaurus y que dio origen a las aves modernas. La investigación aparece publicada Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
El equipo internacional de científicos encontró los fósiles preservados en las rocas del Cretácico Superior de Wulansuhai, que se encuentra cerca de la frontera entre Mongolia y China. La formación data de hace entre 84 y 75 millones de años y ha dado un rico tesoro de fósiles vertebrados, incluyendo el recientemente descubierto terópodo Linheraptor exquisitus. Los restos del nuevo dinosaurio están formados por un esqueleto parcial que incluye los huesos de la columna vertebral, la extremidad anterior, una pelvis parcial y extremidades posteriores casi completas.
Una extraña evolución
Lo más probable, según los autores, es que el Linhenykus apenas superara el medio metro de altura y tenía el tamaño y el peso de un loro de grandes proporciones. Inusualmente, lucía una sola pinza grande en cada una de sus manos, que seguramente utilizaba para excavar en los nidos de insectos. Es el único dinosaurio de este tipo que se conoce.
«Los terópodos comenzaron teniendo cinco dedos, pero evolucionaron para tener solo tres, como el Velociraptor. Algunos tiranosaurios tenían dos», explica Michael Pittman, del Departamento de Ciencias de la Naturaleza del University College London y coautor del estudio. El hecho de que Linhenykus sólo tenga uno es muy inusual e indica que los carnívoros evolucionaron de manera muy distinta.
El motivo por el que este pequeño animal solo tenía un dedo no está claro, aunque puede ser fruto de la evolución natural. «En biología existe un concepto llamado órgano vestigial, que se utiliza para definir las partes de un cuerpo que no son funcionales y que no sirven para un individuo. Si estudiamos una serpiente del campo vemos que no tiene piernas y su cuerpo está formado por un solo elemento. Pero cuando la analizamos más profundamente podemos ver que la estructura de las piernas y la pelvis todavía permanece en su esqueleto», explica Pittman. De la misma forma, en los alvarezsaurios se han encontrado muchos órganos vestigiales que señalan la extrema complejidad de la forma en que evolucionaron estos dedos.
Los Linhenykus vivieron junto a otros ejemplares de terópodos, pero la especialización de su esqueleto muestra que eran diferentes y se comportaban de manera distinta. También compartieron su espacio con pequeños mamíferos, lagartijas, o anquilosaúridos. 
 
ABC 

2011/01/21

Un huevo aclara el sexo de los pterosaurios

Un día del Jurásico medio, un pterosaurio se rompió el ala izquierda en pleno vuelo sobre un tupido bosque del noreste de China. Cayó en un lago, donde probablemente murió, y su cuerpo quedó depositado en el fondo. Unos 160 millones de años después, los investigadores que han analizado su fósil no dudan de que era una hembra. Lo mismo podría haber hecho cualquier estudiante de primaria, pues, por primera vez en este grupo de reptiles, los restos incluyen un huevo que el animal nunca puso.
"Por el desarrollo del huevo sabemos que esta hembra iba a ponerlo en cuestión de horas", explica a Público David Unwin, experto en pterosaurios de la Universidad de Leicester (Reino Unido) y coautor del análisis de este fósil, del género Darwinopterus. En 2009, Unwin y sus colaboradores chinos eligieron el nombre para celebrar el 150º aniversario de la publicación de El origen de las especies de Charles Darwin.
El fósil hubiera fascinado al padre de la teoría de la evolución, pues permite identificar machos y hembras. Muestra que las féminas Darwinopterus tenían las caderas más anchas que los machos, probablemente para facilitar la puesta de huevos. La pterosauria, a la que el equipo ha apodado como Mrs. T —Señora T— no luce la típica cresta que aparece en otros fósiles.
Unwin y su equipo coligen que el atributo lo llevaban sólo los machos para apabullar a sus rivales o encandilar a hembras como la encontrada en China. La cresta servirá ahora para distinguir machos de hembras en muchas de las 140 especies de pterosaurios conocidas, opina Unwin.
"Es un descubrimiento muy importante", opina Mark Witton, un paleontólogo de la Universidad de Portsmouth famoso por sus ilustraciones de pterosaurios, que no ha participado en el estudio. Advierte de que la cresta podría tener usos diferentes según la especie. El hallazgo descarta que las crestas ayudasen al vuelo, según Michael Habib, paleontólogo de la Universidad de Chatham (EEUU). "Aún puede ser que ayudasen a regular el calor", añade.
El fósil de la Señora T también demuestra que la sexualidad ptserosauria era de reptil y no de ave. Sus huevos no tenían cáscara dura y estaban mucho menos desarrollados en el momento de la puesta. "Los enterraban y después ganaban hasta el doble o el triple de su tamaño antes de que naciese la cría", señala Unwin. Ese tipo de reproducción exigía menos esfuerzo que en los dinosaurios, de los que las aves heredaron sus huevos con cáscara dura, apunta. Lo que tal vez nunca se sepa es qué le partió el ala a la señora T. "Pudo ser un volcán, pues el fósil conserva ceniza y polvo de una erupción", concluye Unwin.

Publico

2010/12/21

El tiranosaurio y el velocirraptor comían vegetales

Los resultados de los científicos desafían la visión tradicional de que casi todos los terópodos cazaban sus presas, especialmente los más relacionados con los ancestros de las aves.
Los investigadores utilizaron análisis estadísticos para determinar la dieta de 90 especies de dinosaurios terópodos, grupo de dinosaurios bípedos que suelen conocerse como 'depredadores'. Los resultados de la investigación han sido publicados en la revista 'Proceedings of tha National Academy of Sciences' (PNAS).

Entre los dinosaurios terópodos, todas las aves modernas y varios grupos de sus familiares extinguidos más estrechos pertenecen a un subgrupo conocido también como 'Coelurosauria'. El grupo también incluye al tiranosaurio y al velocirraptor. La mayoría de los coelurosarios tenían plumas. Los dinosaurios más inteligentes y los del tamaño más pequeño también pertenecían a este grupo.

Los investigadores recopilaron información sobre la dieta de casi 100 especies de coelurosarios. Utilizaron además análisis estadísticos para evaluar si determinadas características del esqueleto, como la pérdida de dientes o el cuello largo, podrían estar relacionados con evidencias directas del consumo de vegetales entre estos dinosaurios. Los autores descubrieron así casi dos docenas de características anatómicas vinculadas estadísticamente con evidencias directas de herbívoros, entre ellas un hocico sin dientes.

No eran hipercarnívoros
Los investigadores aplicaron estos datos sobre la dieta, y descubrieron que 44 especies de terópodos distribuidos en los seis principales linajes consumían plantas, además de que el ancestro de la mayoría de los dinosaurios con alas y las aves modernas probablemente ya habría dejado de comer sólo carne.

El consumo de vegetales estaba por tanto muy extendido entre los coelurosarios. Los investigadores han descubierto que los hábitos de alimentación hipercarnívoros del tiranosaurio y otros dinosaurios, como el velocirraptor, deberían verse más como la excepción que como la regla. Una dieta hipercarnívora supone que más del 70 por ciento de lo que se consume es carne.

Otra de las conclusiones del estudio es que el dinosaurio icono de los depredadores, el velocirraptor, famoso por la película 'Parque Jurásico', podría haber evolucionado a partir de ancestros omnívoros.


La Razon

2010/12/01

Un cambio climático trajo a los dinosaurios

La repentina desaparición de buena parte de los bosques y selvas generada tras el cambio climático vivido hace 300 millones de años propició que se disparara la biodiversidad, al contrario de lo que pudiera pensarse, alimentando además la posterior aparición de los dinosaurios. "Los animales que sobrevivieron a ese cambio son los ancestros de los dinosaurios, que proliferaron en el espacio vacío creado tras la deforestación", asegura a este diario el responsable del estudio que publica hoy Geology, Howard Falcon-Lang.
"El cambio en el clima propició que los grandes bosques tropicales se fragmentaran en pequeñas islas boscosas. Las poblaciones de reptiles aisladas evolucionaron en direcciones distintas, llevando a una mayor diversidad", defiende Falcon-Lang, investigador de la Universidad de Londres. La dramática deforestación favoreció la adaptación de los reptiles al nuevo clima, mucho más seco, mientras que las poblaciones de anfibios se aislaban en estos oasis húmedos en los que surgieron los primeros endemismos, especies que sólo se desarrollaban en ese determinado lugar.
"Los anfibios, como las ranas, necesitan regresar al agua para desovar. En cambio, los reptiles pueden poner sus huevos en tierras secas y áridas y, en general, están mejor preparados para hacer frente a los desafíos de los climas desérticos, como los surgidos tras aquel cambio climático", asegura el investigador. Cuando las selvas húmedas desaparecieron, hace aproximadamente 300 millones de años, se disparó la extinción de numerosas especies de tetrápodos.

La evolución de los reptiles

Además, mientras que los anfibios mantenían sus antiguas fuentes de alimentación insectos y peces, los reptiles se lanzaron a explorar dos nuevos tipos de manjares, lo que generó una proporción de dietas mucho más parecida a la moderna. Algunas de las especies que resistieron al cambio climático optaron por una nutrición carnívora, alimentándose de otros tetrápodos, y posteriormente se amplió la dieta a los vegetales, lo que propiciaría la evolución de la estructura de sus dientes, mandíbulas y aparato digestivo.
Los autores del estudio, que obtuvieron estas conclusiones al estudiar los registros de fósiles previos y posteriores a la desaparición del bosque del Carbonífero, aseguran que su trabajo es un perfecto complemento de los estudios de Darwin. "Este estudio no sólo apoya las conclusiones de Darwin y su concepto de evolución, sino que además prueba que el cambio climático influye poderosamente en el destino de la vida en la Tierra", concluye Falcon-Lang.
En cualquier caso, sus deducciones son en cierto sentido esperanzadoras: "Si desaparece el Amazonas, habrá una devastadora pérdida de biodiversidad. Pero pasado el suficiente tiempo, evolucionarán nuevas especies y la vida en la Tierra tomará una nueva dirección", aventura el científico.

Publico

2010/11/26

Y los mamíferos conquistaron la Tierra

La humanidad debe estar agradecida al asteroide de unos 15 kilómetros de diámetro que aniquiló a los dinosaurios hace 65 millones de años. Sin aquella colisión, equivalente al impacto de 1.000 millones de bombas atómicas como la de Hiroshima, usted tendría "el tamaño de una pelota de tenis o de un balón de fútbol, como mucho", según explica la bióloga Felisa Smith, de la Universidad de Nuevo México, en Albuquerque (EEUU). Usted sería como una pequeña rata.
Smith ha liderado a una veintena de científicos que ha leído la historia completa de los mamíferos, desde el primer momento en el que un ser vivo se encaramó a un pezón para succionar la leche materna hasta la fecha. Durante sus primeros 140 millones de años sobre la Tierra, los mamíferos eran prácticamente los parias de un planeta dominado por los dinosaurios. Los más grandes pesaban unos 15 kilogramos, como un perro de raza Cocker Spaniel, y los más pequeños, unos tres gramos, como medio sobre de azúcar para el café.
Y, de repente, en términos geológicos, los mamíferos comenzaron a crecer, hasta llegar a los 17.000 kilogramos de un ancestro de los elefantes, el Deinotherium, que se paseó por el planeta desde hace 8,5 millones de años hasta hace 2,7 millones, cuando los australopitecos comenzaron a agarrar herramientas en África.

Una plaza vacante

Durante dos años, los investigadores han recopilado una ingente base de datos que incluye información sobre el tamaño de todos los mamíferos conocidos, vivos o fósiles. Los resultados de su estudio se publican hoy en la revista Science. Según los autores, la extinción de los dinosaurios dejó un nicho libre a los mamíferos y posibilitó que aquellas ratas insignificantes multiplicaran por 1.000 su tamaño. Además, los modelos estadísticos empleados por los autores sugieren que otras variables, la superficie de tierra disponible y el clima en el que vivían constriñeron el tamaño de los mamíferos a partir del momento en el que comenzaron a devorar la vegetación dejada atrás por los dinosaurios.

Un máximo de diez kilogramos

"Otros investigadores habían propuesto antes esta teoría, pero nadie la había demostrado. Nadie había hecho los cálculos hasta ahora", explica a Público otra de las autoras, la bióloga Jessica Theodor, de la Universidad de Calgary, en Canadá. "Si los dinosaurios no se hubieran extinguido, el mayor mamífero actual pesaría como máximo unos diez kilogramos", especula.
Su estudio, en el que también han participado científicos de la Universidad de Yale y del Instituto Smithsonian, da pistas sobre la futura evolución de los mamíferos. ¿Cómo será nuestro grupo dentro de 25 millones de años? "Depende de los cambios climáticos. En nuestra investigación, hemos visto que cuanto más frío es el clima, mayor es el tamaño de los mamíferos, porque los animales grandes conservan mejor el calor que los pequeños", explica Theodor. "Y también influirá la superficie de los continentes. Si el clima se calienta y sube el nivel del mar, habrá menos tierra disponible y los mamíferos tendrán que reducir su tamaño", añade en conversación telefónica.
Los autores admiten que el fenómeno del crecimiento de los mamíferos tras la desaparición de los dinosaurios ya estaba bien documentado en Norteamérica, pero su objetivo era comprobar si el mismo patrón se repetía en el resto del planeta. Su análisis muestra que los diminutos mamíferos comenzaron a aumentar su tamaño poco a poco tras el impacto del asteroide en la península de Yucatán hasta alcanzar un pico hace 34 millones de años en Eurasia y otro máximo hace unos diez millones de años en Eurasia y África. "La consistencia del patrón implica con solidez que las especies en todas las regiones estaban respondiendo a los mismos constreñimientos ecológicos [clima y superficie de tierra disponible]", subraya John Gittleman, un ecólogo de la Universidad de Georgia que es coautor del trabajo.

La clave, en los dientes

El macroestudio de nuestros parientes vertebrados ha servido para hacer tambalearse a otras teorías que se postulaban hasta la fecha para explicar la explosión de los mamíferos. Una de ellas propone que el incremento de tamaño se debió, sencillamente, al azar, a un puro accidente de la evolución a partir de un pequeño ancestro común. Otra postula que allí donde hay mayor biodiversidad, mayor número de especies diferentes, mayor es su tamaño. "No hemos encontrado sostén para estas otras hipótesis", afirman los autores en Science.
El catedrático de Paleontología José Luis Sanz, de la Universidad Autónoma de Madrid, aplaude el nuevo estudio. "Han elaborado modelos matemáticos y han refutado con ellos varias hipótesis clásicas. Es una aportación muy interesante", señala. Sanz, que no ha colaborado en este trabajo, destaca que en el caso de los dinosaurios no hay estudios similares, que expliquen la evolución de su tamaño. Patrick Stephens, de la Universidad de Georgia, explica el porqué. "El registro fósil de los mamíferos es mucho mejor que el de otros muchos grupos. Y esto es, en parte, porque los dientes de los mamíferos se conservan muy bien. Y ocurre que el tamaño de los dientes guarda correlación con el tamaño corporal total", apunta.
La base de datos estudiada de manera minuciosa por los autores incluye información sobre el tamaño máximo alcanzado por los principales grupos de mamíferos terrestres en todos los continentes. Aparecen los perisodáctilos, animales con pezuña como los caballos, las cebras y los rinocerontes; los proboscídeos, con especies extintas como los mamuts y los mastodontes, y vivas como los elefantes africanos y asiáticos, y los xenartros, que hoy incluyen animales como los osos hormigueros, los armadillos y los perezosos.

El mayor gigante

El mayor mamífero que ha pisado la Tierra fue un pariente de los rinocerontes desprovisto de cuerno, el Indricotherium transouralicum. También conocido como Baluchitherium, fue un herbívoro que pastó en Eurasia hace 34 millones de años y medía hasta cinco metros y medio desde el suelo hasta la cruz. Pesaba entre 15 y 17 toneladas, casi como tres elefantes africanos actuales.
Jessica Theodor mira al futuro de los gigantes terrestres actuales con escepticismo. "Si te paras a observar la situación de los grandes mamíferos, como los elefantes, rinocerontes e hipopótamos de África, ves que están en peligro de extinción por la caza furtiva. Casi no tiene sentido ponerse a estudiar como evolucionarán en el futuro", reflexiona.

El conjunto de los seres vivos se 'resetea'

La bióloga de la Universidad de Calgary Jessica Theodor está especializada en el estudio de los ungulados, los mamíferos que caminan con el extremo de los dedos, como el caballo o los elefantes. Durante dos años, han pasado por sus manos centenares de fósiles de estos animales. Theodor reconoce su asombro por la capacidad de la naturaleza para "resetearse", para ponerse a cero. "Perdimos los dinosaurios hace 65 millones de años, y en sólo 25 millones de años más el sistema se ‘reseteó' y los animales que estaban allí alcanzaron un nuevo máximo en términos de tamaño corporal. Es un periodo de tiempo bastante pequeño en términos geológicos. Esto es, realmente, una evolución rápida", señala. Para Theodor, esta es una de las conclusiones principales de esta investigación. Además de confirmar la explosión de los mamíferos tras la extinción de los dinosaurios por el asteroide de Yucatán, el estudio muestra que el planeta es capaz de ponerse a cero y reinventarse en muy poco tiempo. "Es una herramienta importante para comprender y predecir cómo responderán los organismos de la Tierra si se repiten condiciones similares, estos cambios medioambientales, en el futuro", opina la bióloga.

Cifras

140 millones de años
Durante sus primeros 140 millones de años de historia, los mamíferos fueron actores secundarios en un planeta dominado por los grandes saurios.
65 millones de años
Hace 65 millones de años, un asteroide de 15 kilómetros de diámetro impacta en la actual península de Yucatán y provoca la extinción de los dinosaurios.
25 millones de años
El crecimiento de los mamíferos arranca con la desaparición de los dinosaurios y culmina con un pico hace unos 25 millones de años.

Publico

2010/10/06

¿Espacio en el salón para el esqueleto de un dinosaurio?

BBC Mundo

Los esqueletos de gigantes dinosaurios carnívoros rara vez salen a la venta, así que esta semana es particularmente excitante para los ávidos coleccionistas de fósiles, con la salida a subasta de un esqueleto de alosaurio en París.
La subasta de la prestigiosa casa Sotheby's es la segunda de grandes ejemplares de fósiles que se produce en menos de seis meses, luego de que Bonhams vendiera más de 400 objetos relacionados con dinosaurios en mayo en Nueva York.
El alosaurio, un familiar próximo del tiranosaurio rex, se estrenará en su primera subasta, al ser la primera vez en la historia que se vende un ejemplar de este tipo. Se trata de una pieza de un ejemplar de 10 metros de largo que vagaba por América del Norte hace 150 millones de años y pesaba más de tres toneladas.
Encontrado en Wyoming, en Estados Unidos, el alosaurio es el más completo de su especie que se conserva hasta ahora, con un 70% de sus huesos.
Se estima que el gran fósil se venderá por un precio cercano a US$1 millón y que podría pasar a engrosar una colección privada.
Pero, ¿quién compraría un dinosaurio con un precio tan alto?
Según le contó a la agencia Reuters Eric Mickeler, un especialista de historia natural de Sotheby's, "en los últimos años se trata de coleccionistas de arte moderno que piensan que este tipo de objeto iría bien en su casa con un interior artístico moderno".

Tras los pasos de Sue

El subastador cree que el alosaurio seguirá los pasos de su famoso primo fósil Sue, el tiranosauro rex que fue vendido a un museo de Chicago al precio récord de US$8,3 millones en 1997.
El alosaurio todavía tiene que ser bautizado, y el honor de otorgarle un nombre será reservado para el que puje más alto, según afirmó Sotheby's.
Pero, ¿resulta aceptable para alguien esconder un tesoro científico de este tipo en el salón de su casa?
David Martill, un paleobiólogo de la Universidad de Portsmouth, en Reino Unido, dice que el comprador puede ser "cualquiera que tenga mucho dinero y el capricho de tener un dinosaurio en la puerta de su casa. Simplemente habrá de tener una casa que sea lo suficientemente grande", añade.
La compra de fósiles se ha convertido cada vez en algo más popular, dice, y los precios "subieron de forma extraordinaria".
Las personas piensan que son buenas inversiones, los precios han subido y el cráneo de un triceratops que se valoraba en US$25.000 hace diez años podría llegar a costar hasta diez veces más, según informó el Wall Street Journal.

¿Son una inversión segura?


"Escuché que no son una inversión segura porque no son como arte, puede que sean únicos cuando los compras pero cuantos más se encuentran, más se devalúa el tuyo", afirma Darren Naish, un paleontólogo y escritor.
"En los últimos 20 años se han producido compras llamativas. Muchas compañías grandes los quieren para sus vestíbulos o centros de conferencias".
No sólo hay grandes corporaciones en este mercado. Actores, famosos y muchas personas especializadas del mundo de los fósiles para colecciones privadas o museos han adquirido piezas recientemente.
En muchos casos, según afirma Martill, se trata de "personas que tienen tanto dinero que no saben qué hacer con él. Es una cuestión de ego. Dicen mírame, tengo un alosaurio".
Martill afirma que la subasta de Sotheby's será popular porque "grandes y atractivos dinosaurios como el alosaurio no salen a la venta muy a menudo".
Pero la venta comercial de fósiles sigue siendo polémica, con muchos argumentando que podría impedir que los ejemplares sean utilizados en ciencia o educación.
Además del alosaurio, saldrán a subasta un ejemplar completo del plesiosáurido, un pez carnívoro y un rinoceronte lanudo prehistórico.

2010/10/02

Los dinosaurios eran más altos de lo pensado

Canarias7

Investigadores de las universidades de Missouri y Ohio en Estados Unidos han descubierto que los dinosaurios tenían capas gruesas de cartílago en sus articulaciones, lo que significa que podrían haber sido mucho más altos de lo que se piensa. El trabajo de investigación se publica en la revista 'PLoS ONE'.

  Según explica Casey Holliday, director del estudio, "nuestro estudio de los miembros de los familiares modernos de los dinosaurios muestra que los dinosaurios eran significativamente más altos de lo que se estimaba originalmente". 

  Holliday explica que los finales de muchos huesos largos de dinosaurio, que incluyen los huesos de las patas como el fémur o la tibia, son redondeados y fuertes y carecen de las principales estructuras de articulación como los cóndilos, que son proyecciones óseas. Esto indica que estas estructuras estaban formadas por cartílagos muy gruesos y por ello las estructuras en sí mismas y podrían haber añadido una altura significativa a ciertos dinosaurios. 

  El estudio aporta nuevos datos sobre cómo y por qué reptiles y mamíferos, como los humanos, producen sus articulaciones con tales diferencias en la cantidad de hueso y cartílago.

  Los huesos de los dinosaurios son diferentes a los de los mamíferos, incluyendo a los humanos. Los mamíferos tienen pequeñas protrusiones al final de cada hueso que le ayudan a conectarse con otro hueso en una articulación, como dos piezas de un rompecabezas. Los huesos están vinculados por una capa muy fina de cartílago, lo que proporciona amortiguamiento en la articulación pero a menudo se desgasta y conduce a trastornos dolorosos como la artritis.

  En comparación, los huesos de los dinosaurios tienen terminaciones redondeadas y ninguna manera obvia para conectar un hueso con otro. Las estructuras de tejido liso como el cartílago y los músculos dejan marcas en los huesos, lo que permite a los paleontólogos averiguar los atributos físicos de los dinosaurios.

  Los lagartos tienen huesos redondeados lisos mientras que los avestruces jóvenes tienen superficies rugosas en sus huesos que marcan el lugar en el que los vasos sanguíneos alimentan las grandes estructuras cartilaginosas en las articulaciones. Ambas características son similares en los huesos de los dinosaurios.

  Los investigadores diseccionaron huesos de lagarto y avestruz y realizaron moldes de huesos con cartílago. Después, los científicos eliminaron el cartílago y compararon los huesos con los moldes. Los huesos sin el cartílago eran entre 4 y 10 veces más pequeño. A partir de las pruebas, los investigadores concluyeron que ciertos dinosaurios tenían una cantidad significativa de cartílago y que por ello eran más altos de lo que originalmente se pensaba.

2010/09/01

El "dragón robusto" que aterrorizó a Europa

BBC Mundo

Científicos descubrieron en Rumania los fósiles de un nuevo tipo de dinosaurio que parecía una versión robusta del Velociraptor.
El llamado Balaur bondoc (que en rumano significa dragón robusto) vivió hace unos 70 millones de años en una región del este de Europa que entonces estaba formada por un archipiélago.
Además de sus fornidas extremidades, el animal se diferenciaba del Velociraptor porque contaba con dos garras grandes y afiladas en cada pata.
Con éstas, dicen los investigadores en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) (Actas de la Academia Nacional de Ciencias) , podía hacer pedazos a sus presas.
El hallazgo fue llevado a cabo por científicos de la Universidad de Bucarest, del Museo de la Sociedad de Transilvania, en Rumania, y del Museo Estadounidense de Historia Natural.

Inusual fauna

"Hemos estado esperando un hallazgo como éste y logramos obtener sorpresas muy interesantes", dice Mark Norell, uno de los investigadores.
"El B. bondoc es pesado, con extremidades inesperadamente robustas y huesos fusionados. Demuestra lo inusual que era la fauna en esa región durante los últimos años de la era de los dinosaurios", agrega.
A fines del período Cretácico, en la región de Rumania donde fue encontrado el B. bondoc, el alto nivel del mar cubría gran parte de lo que hoy conocemos como Europa continental.
Así que Rumania, que entonces era una isla, ofrece uno de los mejores escaparates para conocer lo que era Europa en la era de los dinosaurios.
Según los científicos el B. bondoc es el primer esqueleto razonablemente completo de un dinosaurio carnívoro de esa época y demuestra que la región estaba dominada por animales más pequeños y más primitivos que sus parientes que vivían en las grandas masas continentales.
"Quizás Balaur era uno de los depredadores más grandes que vivieron en este ecosistema", dice Zoltan Ciski, otro de los investigadores.
Y agrega que aunque la criatura, que medía entre 1,8 y 2,1 metros, es extremadamente inusual, está cercanamente relacionada al Velociraptor y a los dinosaurios emplumados que han sido descubiertos en China.
Los fósiles encontrados incluyen una pierna, cadera, columna vertebral, brazos, pata, costilla y huesos de la cola.
Tenía una garra con una uña grande que podía extender -quizás para destrozar a su presa- junto a otra uña grande en una segunda garra.
El dinosaurio contaba con patas y piernas cortas y robustas y su pelvis tenía áreas enormes de uniones musculares, lo cual indica que estaba adaptado para la fuerza más que para la velocidad.
Tal como señala Stephen Brisatte del Museo de Historia Natural, "comparado con el Velociraptor, este dinosaurio probablemente era más un boxeador que un corredor, y quizás era capaz de derrotar a animales más grandes que él, igual que los carnívoros de hoy en día".