La palabra progreso lleva implícita la idea de que, con el paso del tiempo, las cosas mejoran. Pero no es así para los elefantes. De hecho, según datos de TRAFFIC , el pasado año fue el peor de las últimas décadas. La prueba es el incremento explosivo del tráfico ilegal de colmillos.
Aunque aún falta la confirmación oficial, los primeros datos revelan que el número y cantidad de requisas en operaciones a gran escala (más de 800 kg de peso) han aumentado en 2011. Según la red de vigilancia del tráfico de vida salvaje (TRAFFIC), el año pasado hubo 13 grandes operaciones contra este comercio.
Mientras, en 2010, hubo seis grandes incautaciones, cuyo peso total fue de algo menos de menos de 10 toneladas de marfil. Una estimación conservadora del peso del marfil confiscado en las 13 mayores incautaciones en el 2011 coloca la cifra en más de 23 toneladas, una cifra que probablemente representa a unos 2.500 elefantes, o más.
El caso más reciente en salir a la luz implicó la captura de 727 piezas de marfil descubierto el 21 de diciembre oculto dentro de un contenedor en el puerto de Mombasa, Kenia, y con destino a Asia. En los últimos 12 meses, las operaciones más grandes de marfil ilícito de África tienen su origen en los puertos de Kenia o Tanzania.
"En 23 años de recopilación de datos de marfil incautado, este es el peor año para las grandes incautaciones de marfil. 2011 ha sido realmente un año horrible para los elefantes", dice el experto de TRAFFIC, Tom Milliken.
Milliken gestiona el ETIS (Sistema de Información sobre el Comercio de Elefantes Sistema de Información), un mecanismo de vigilancia del tráfico ilegal de marfil que opera TRAFFIC en representación de los miembros de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES)). ETIS contiene los detalles de más de 17.000 informes sobre marfil y otros decomisos de productos de elefantes de todo el mundo desde 1989.
"La escalada de grandes cantidades de marfil implicadas en el año 2011 refleja un aumento de la demanda en Asia y la creciente sofisticación de las bandas criminales que están detrás del tráfico. La mayoría de los embarques ilegales de marfil de elefante africano termina en China o Tailandia", asegura Milliken.
Una vez dentro de Asia, la documentación que acompaña la carga en tránsito se cambia para que parezca como una reexportación local, contribuyendo a disimular su origen africano. "Como la mayoría de los grandes decomisos de marfil acaban sin ninguna detención, me temo que los criminales están ganando", añade este experto.
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