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2010/11/05

La Altamira de las consolas

Parecía una caja de zapatos y sus controles, ladrillos con cuatro botones y un mando en forma de cruz. La NES (Nintendo Entertainment System) fue la primera consola doméstica que lanzó la firma japonesa y la primera que conocieron millones de personas. Salió a la venta en Japón en 1983, y llegó a Occidente hace ya 25 años. O solo 25 años, según se mire. Es la Altamira del mundo de los videojuegos. Primitiva y superada, sí. Pero en absoluto pasada de moda. Hasta la llegada de la Wii, en 2006, fue la consola más vendida de Nintendo. Y, como cualquier otra reliquia, protagoniza un pujante mercado de coleccionistas. Los niños de hace un cuarto de siglo ahora disponen de los ingredientes necesarios para elevar la chatarra electrónica a categoría de icono de la cultura popular. Es decir, dinero y nostalgia.
"Es como cuando ves a la abeja Maya o a Naranjito, hay algo dentro de ti que te hace sonreír", dice Pepe Arcas, responsable de comunicación de Nintendo España. El nacimiento y el éxito de esta consola está indisolublemente unido al de otro personaje de ficción mítico: Super Mario. Shigeru Miyamoto, padre también de Donkey Kong, creó este video-juego ex profeso para la consola. "Entonces Mario eran cuatro píxeles. La tecnología de ocho bits que había determinó su aspecto físico: tenía bigote porque era la única forma de distinguir la boca del resto de la cara. Y llevaba gorra para no tener que hacerle el pelo", cuenta Arcas. Esos cuatro píxeles se convirtieron en la franquicia de videojuegos más exitosa de la historia, con 240 millones de unidades vendidas, y evolucionaron -hoy Mario tiene los ojos azules- al mismo tiempo que las consolas, cada vez más complejas y perfectas. Quizá demasiado.
Hace cuatro años, según argumenta Arcas, Nintendo decidió volver al origen, al espíritu de la NES. Lo dicho, rudimentaria pero no desfasada. "En Japón la consola se llamó Famicom, de Family Computer [ordenador familiar]. Utilizarla era muy sencillo y con la Wii se quiso regresar a eso. Simplificar para que la barrera de entrada a los usuarios fuese mínima, para que pudiese jugar toda la familia". Y dieron en el clavo. Como aquellos que decidieron guardar su vieja NES en vez de tirarla a la basura. Por una en buen estado, los coleccionistas pueden llegar a pagar entre 50 y 120 euros (la Wii cuesta 199,90 euros), según dice Martín Gamero, creador de una web especializada en NES (www.kaiserland77.com) y único poseedor de todos los videojuegos lanzados en Europa para esta consola. En su opinión, su resurgimiento es pura revancha vital: "Cuando eras pequeño querías un montón de juegos y complementos para la consola y no tenías ni un duro. Así que ahora que tienes dinero, te compras todo lo que te hubiese gustado tener". Internet es testigo de la vuelta de este icono de los ochenta. Las páginas donde se enseña a dar a la consola la apariencia de una GameBoy gigante o a fabricar una mesa con forma de mando de NES se multiplican. El retorno de los chinitos de la suerte está a la vuelta de la esquina.

El Pais

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