"Estudiando a los internautas y los datos que generan podemos afirmar que, en efecto, existe un cierto exhibicionismo, que puede entenderse como una moda pasajera, pero es un fenómeno eventual no porque la gente vaya a cansarse de compartir sus cosas con los demás, sino porque de ahora en adelante lo harán sus móviles por ellos", reflexiona este experto alemán con más de un centenar de artículos publicados sobre las posibilidades de las nuevas tecnologías aplicadas a los negocios y las relaciones humanas.
Según sus cálculos, la cantidad de información que comparten los internautas se duplica casi cada año. Este fenómeno provoca que determinados datos por los que peleaban las más poderosas agencias de inteligencia ahora se compartan espontáneamente "sin necesidad de recurrir a la presión, como se hacía antes".
Desde la perspectiva de Weigend, los usuarios, también como potenciales clientes, tienen la "necesidad" de distribuir online lo que hacen, dónde y porqué, como una forma de "expresarse, como una experiencia creativa. Todos los años les planteo la misma pregunta a mis alumnos de la Universidad de Stanford: qué harían si supieran que mañana van a cerrar Facebook. Lo primero, salvar todas las fotos que han subido a la red, porque entienden que esas fotos forman un retrato de lo que son, de la imagen que han creado de sí mismos. Después, guardarían la información de sus contactos, de la gente con la que quieren seguir construyendo comunidad", relata Weigend.
Cambiar de empresa
"Todos tenemos secretos ocultos que no sabe nadie de nuestro entorno", afirma. "Pero Google sí sabe nuestros secretos; Google nos conoce mejor que nuestros amigos, porque a él sí le contamos todo y porque hay cosas que quizá nos avergonzaría preguntar a los conocidos pero que al buscador le podemos consultar sin tapujos". ¿Y no es peligroso que Facebook o Google sepan demasiado, o que quieran saber más? "No, porque la gente, si la maltratan o se aprovechan de ella, cambiará de empresa y se irá a compartir su información con otra. Esa libertad frenará a las corporaciones demasiado ansiosas por servirse de la información de los usuarios", responde Weigend, que también da clases en la universidad de Berkeley.El trabajo de Weigend, y su "mayor reto" hoy por hoy, es hacer entender todo este proceso de cambio a organizaciones que utilizan métodos tradicionales para relacionarse con sus clientes: "Tienen que aprender a escuchar a los jóvenes y a dejar que sean ellos, y su voz en la red, los que tomen las riendas". En su caso, está deseando volver a ver a un amigo que decidió borrar hace seis meses su cuenta de Facebook: "No estoy muy seguro de que esté del todo satisfecho con su decisión".
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