Los 1.200 operarios que trabajan para el Gobierno húngaro daban ayer los últimos retoques a los muros de contención que deben frenar la segunda ola de lodos tóxicos que están por llegar. La obra, hecha a golpe de excavadora, está casi terminada y sólo queda reforzar los diques de piedra y tierra de la ribera del Torna con dolomita, según explicó ayer a Público Gyoryi Tottos, portavoz del equipo de gestión de la catástrofe.
Mientras los operarios se afanan por evitar esta segunda oleada de barro rojo, cada vez surgen más dudas sobre los efectos de la primera en los habitantes de las localidades afectadas. Los servicios de salud pública del Gobierno húngaro han alertado de que el nivel de contaminación en la zona de Kolontár donde se están construyendo los diques es tres veces superior a lo permitido. El buen tiempo que se prevé en los próximos días podría empeorar la situación pues, cuando el pegajoso barro se seca, libera al aire una gran cantidad de partículas que son abrasivas para el sistema respiratorio.
Según otro estudio de las autoridades húngaras, sin embargo, el agua de consumo humano en ocho pueblos afectados por la riada está dentro de los niveles normales. El trabajo fue realizado entre el 4 y el 10 de octubre e incluyó 60 muestras.
El trasiego de camiones llenos de escombros seguía ayer en Kolontár, desde cuya carretera de entrada puede divisarse el nuevo muro de contención. Es en realidad un conjunto de tres diques, que abarcan una extensión de 1.500 metros. No parece mucho más que un talud de tierra y piedras apelmazadas. Un poco más cerca de la cuneta, aún pueden verse grandes cantidades de lodo rojo. Una vez concluido el muro, los servicios de emergencia esperan que los 800 habitantes de Kolontár puedan regresar a sus casas este fin de semana, según Tottos.
Un helicóptero sobrevolaba ayer el muro después de mediodía. A bordo iban dos expertos enviados por la Comisión Europea a la zona del desastre. "Se han quedado muy impresionados; mirando la presa puedes imaginarte la enorme presión y arrastre que tuvo el barro", explicaba ayer a este diario Laurent de Pierrefeu, enlace del Centro de Información y Seguimiento de la Comisión Europea, el organismo que se encarga de orquestar la ayuda europea. Mientras el helicóptero recorría la zona, acordonada por la policía, otros tres expertos de la Comisión han visitado la zona cero del desastre: el nuevo muro de contención, la calle Kossuth de Kolontár, que quedó arrasada por la riada, y el descomunal boquete que la presión del agua abrió en la presa de lodos propiedad de Magyar Aluminium (MAL). También llegaron ayer expertos de la OMS (Organización Mundial de la Salud).
Los expertos analizarán los acuíferos de los que beben Kolontár, Devescer y el resto de pueblos afectados, estudiarán la composición de los lodos y sugerirán la mejor manera de descontaminar la zona de la forma menos lesiva para la población, los campos de cultivo y el ecosistema que los rodea. Pierrefeu espera que los expertos entreguen su informe al ministro del Interior húngaro el viernes.
"Grave catástrofe"
El presidente de la CE, José Manuel Durão Barroso, calificó el vertido de "grave catástrofe medioambiental" en una reunión con el primer ministro húngaro, Viktor Orban, en Pecs, al sur del país, informa Efe. El dirigente elogió la gestión del Gobierno húngaro.Las ONG no están de acuerdo. "El Gobierno debería hacer pública toda la información que tiene sobre el impacto de los lodos y el polvo en la salud", denunciaba ayer Jurrien Westernot, ingeniero de Greenpeace, ante una estación de medición del aire que la organización montó en la estación de autobuses de Devecser, junto a Kolontár, la población que se ha llevado el golpe más duro por la riada. Westernot alertó de que las mediciones oficiales sólo están teniendo en cuenta las partículas suspendidas en el aire con un calibre PM 10, es decir, entre los 2,5 y 10 micrómetros de diámetro. Según el activista, los niveles de partículas más pequeñas, de talla PM 2,5 y PM 1, eran ayer de 30 a 40 microgramos por metro cúbico. "La ley estadounidense tiene un límite de 15 y en la UE es de 25", denunció el ecologista.
En Budapest, el Gobierno nombró a György Bakondi jefe de las operaciones, por lo que queda al frente de la gestión de MAL, cuya intervención por el Gobierno aprobó ayer el Parlamento. El director de la empresa, Zoltan Bakonyi, fue arrestado el lunes por su posible responsabilidad ante las ocho muertes y la contaminación.
"La policía ya controla todas las sedes de MAL y sus sistemas informáticos", anunció ayer Bakondi durante una rueda de prensa en Budapest, informa Reuters. El Gobierno decidirá hoy si la factoría de aluminio de Ajka, donde se originó el desastre del pasado lunes, puede reiniciar la producción el próximo fin de semana.
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