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2010/10/13

"No he visto un nivel de destrucción así en mi vida"

Publico

El muro ya ha sido levantado, pero muchos de los vecinos de Kolontár están concentrados ahora mismo en otro tipo de construcciones. Sus casas tendrán que ser derruidas por los efectos de la riada de lodo tóxico que ha convertido en un infierno rojo su tierra. Les han prometido viviendas, pero no saben dónde ni quién pondrá en dinero para poder cobijarse bajo un nuevo techo.
"No he visto un nivel de destrucción así en mi vida", confiesa Denis Dalmy, un arquitecto encargado de revisar los daños de los edificios. Los peritos, más allá de causa directa de la riada, que ha dañado las infraestructuras de las casas, han destacado que unas 40 tendrán que ser derribadas por los perniciosos efectos de los productos químicos y metales pesados que contiene el barro, informa Nuño Domínguez. "Con tanto lodo, habrá que tirarlas".
Tibor Dobson, coordinador de la protección civil húngara (OKF), ha confirmado que el Gobierno ha prometido nuevas viviendas a las víctimas, que podrían elegir su ubicación: bien en una zona de la localidad no afectada por la riada, bien en otra población. Los que han corrido mejor suerte tendrán que esperar previsiblemente hasta el sábado para regresar a sus hogares.

Seis metros de alto

Las obras del nuevo dique de contención para proteger del lodo tóxico a las localidades húngaras de Kolontár y Devecser han concluido. En algunos puntos mide hasta seis metros y los materiales empleados han sido rocas y tierra compacta, según OKF. 
Por su parte, la portavoz de protección civil, Györgyi Tüttös, explicó que los medios de comunicación y los habitantes no tienen permitido por ahora acercarse a la zona, ya que los niveles de contaminación aérea son tres veces superiores a lo permitido. En un par de días es posible que puedan hacerlo.

Kolontár, el poblado más afectado

Kolontár, en al oeste de Hungría, fue el poblado más afectado por el derrame el 4 de octubre de barro rojo y el levantamiento del nuevo dique de contención tiene por objetivo desviar una posible segunda riada del material corrosivo restante en el reservorio. El muro de unos 1.500 metros de largo está compuesto por unas 40.000 toneladas de rocas transportadas con camiones de gran tonelaje.
Las autoridades húngaras dan por seguro que ocurrirá un segundo vertido, aunque el barro rojo restante es menos fluido por lo que apenas se desplazará unos mil metros de la balsa. Tüttös explicó que las grietas detectadas en el muro norte del dique de la represa no han aumentado desde hace varios días, lo que indicaría que ha disminuido el peligro de un nuevo vertido.

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