El titular podría remitir más bien a un hipotético sueño húmedo de Hitchcock para rodar su clásico, pero no. Angry Birds Halloween, el complemento para el juego de pájaros más famoso de la historia de los smartphones ha vendido la friolera de un millón de unidades en tan solo una semana.
Y la mecánica no puede ser más sencilla. Como en su antecesor, controlamos a un grupo de pájaros, cada uno con habilidades especiales, muy cabreados, que tienen que acabar con un grupo de cerdos con la ayuda de un tirachinas y el uso de la lógica y la física. Dicho así no resulta ni una décima parte de lo atractivo que es en realidad.
El modelo de Angry Birds viene a demostrar una vez más por donde van a ir los tiros de los videojuegos en los tiempos venideros. Por un lado está la artillería pesada que se da tortas cada viernes ya sea en Xbox, PS3 o Wii y por otro lado ese filón que ha descubierto Apple en forma de juegos para móviles.
La consigna es simple. Precios baratos, mecánicas simples, buenos gráficos (no olvidemos que los smartphones cuentan con una notable potencia) y una adicción a prueba de bombas. Angry birds cumple con todos los puntos. De ahí ese millón de ventas. O más bien 1.000.001, no he podido resistirme a la tentación.
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