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2010/10/13

Hungría interviene la minera del 'vertido rojo'

Publico

El Gobierno húngaro sacó ayer los colmillos ante el peor desastre ecológico que ha vivido el país. La Policía arrestó a Zoltan Bakonyi, director de la compañía propietaria de la balsa de lodos tóxicos que reventó el pasado lunes liberando una letal riada de barro rojo. La empresa, Magyar Aluminium, será nacionalizada y sus activos intervenidos por el Gobierno mientras prosigue la investigación oficial sobre las causas del desastre. Así lo aseguró ayer en el Parlamento el primer ministro magiar, Viktor Orban. "El Estado debe intervenir la compañía responsable del vertido y sus bienes", argumentó.
El Gobierno nombrará un comisario que se hará cargo de los bienes de la compañía mientras duren las investigaciones y que evitará que la empresa pueda escaparse de sus posibles responsabilidades. "Tenemos buenas razones para pensar que había empleados que sabían que los muros [de la balsa] estaban dañados, pero, guiados por sus intereses, pensaron que no merecía la pena repararlos", aseguró ayer Orban. El Parlamento aprobó nacionalizar la compañía por 336 votos a favor, uno en contra y 13 abstenciones.
Magyar Aluminium, un gigante industrial de la época comunista que fue vendido a manos privadas en 1995, sigue manteniendo que siempre ha operado según la legislación vigente y resalta que ha gastado unos 100 millones de euros en los últimos 10 años en mantenimiento y renovación de los diques.
Varios medios húngaros señalaban ayer que las primeras filtraciones en los muros sucedieron hace meses y, según el diario Nepszabadsag, la compañía aumentó tres veces su altura original para dar cabida a más residuos. El secretario de Estado de Medio Ambiente, Zoltan Illes, aseguró anteayer que la compañía debe unos 80 millones de euros en multas por contaminar las aguas con los lodos tóxicos que se filtran de sus balsas.
"El Gobierno ha hecho lo correcto interviniendo a la empresa y señalándola como responsable, eso es exactamente lo que dictan las leyes de la UE", explicó a este diario Gabor Figerczky, responsable de la organización ecologista WWF en Hungría.
Mientras, en la zona del desastre, los servicios de rescate encontraban ayer el cuerpo de la octava víctima mortal del desastre. Sesenta personas siguen ingresadas por quemaduras y otras lesiones, 12 de ellas en estado grave.
Los habitantes de Kolontár y Devecser que han perdido sus casas, en todo caso, no han esperado a que la investigación oficial termine y ya están contactando con abogados para denunciar a la empresa contaminante. "Si la compañía resulta ser culpable del vertido, tendría que pagar al menos unos 40.000 euros por cada casa arrasada, aunque es difícil saberlo con seguridad", explicó a Público Gabor Magyar, responsable de un bufete de abogados de Budapest que ya está procesando las denuncias de varios afectados.
"Esperamos tener cientos de casos [más de 200 casas fueron arrasadas por la riada], aunque aún es muy pronto, porque la gente de la zona apenas tiene acceso a teléfonos", asegura. Según él, "si se logra probar que la compañía manejaba sustancias peligrosas, no se podrá escabullir de pagar todos los daños". El proceso podría zanjarse en un año por juicio rápido, asegura.

Muro de contención

En Kolontár, donde ya no queda ningún habitante, unos 1.200 operarios se afanaban ayer en terminar los muros de contención que deben frenar la segunda oleada de lodos tóxicos que llegará cuando se derrumben los muros de la balsa accidentada, algo que el Gobierno da por seguro.
Se trata de tres grandes barreras que abarcan 1.500 metros de largo y tienen un espesor de unos 30 metros, según explicó ayer Gyoryii Tottos, portavoz de los servicios de gestión de la catástrofe, que espera que la obra esté terminada hoy. Nadie sabe si los muros serán suficientes para frenar la segunda ola, que será más lenta (también más tóxica) debido al espesor del barro.
En Devecser, cuya entrada fue abierta ayer durante unas horas, la población local seguía empeñada en la titánica tarea de sacar el lodo que aún anega sus casas a golpe de pala. Las calles del pueblo siguen teñidas de rojo, aunque algunas aceras están ya cubiertas con yeso, que se está usando para neutralizar la causticidad del barro.

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