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2010/10/29

La cuna de los primates se muda a Asia

La epopeya evolutiva que convirtió a un pequeño mono peludo en una especie capaz de viajar al espacio y exterminar a sus semejantes con bombas atómicas comenzó en Asia y no en África. Así lo mantiene un equipo de investigadores franceses y libios que han desenterrado en el desierto del Sáhara los simios fósiles más antiguos de África. Según los expertos, los ejemplares representan a tres especies antropoides (emparentados con los humanos) que protagonizaron un largo viaje desde las junglas de Oriente a los deltas boscosos que hace 38 millones de años cubrían lo que hoy es el mayor desierto del planeta.
La propuesta, presentada hoy en Nature, no es nueva, pero sí muy polémica. Durante décadas se ha pensado que los primeros primates antropoides surgieron en el norte de África, donde se hicieron cada vez más grandes, perdieron la cola y comenzaron a caminar sobre dos patas. Muchos expertos siguen apoyando esta hipótesis. Pero en los últimos años, los primates antropoides más antiguos que se conocen no han aparecido en Egipto o en Argelia, sino en China, Birmania, Tailandia e India, donde algunos restos tienen más de 55 millones de años. Con cada nuevo fósil, los antepasados más remotos del hombre dan un paso más hacia un origen oriental.
"La cuna de los antepasados más lejanos del hombre está en Asia, pero África les ofreció la gran oportunidad evolutiva para desarrollarse", explica a Público Jean-Jaques Jaeger, paleoprimatólogo de la Universidad de Poitiers y autor principal de los estudios sobre las tres nuevas especies, halladas en Dur At-Talah (Libia).
El hallazgo ha avivado un debate eterno. "Estos restos no permiten concluir nada, la alternativa africana sigue siendo igual de probable", opina Salvador Moyà-Solà, director del Institut Català de Paleontología, quien es partidario del origen africano, aunque reconoce que también faltan pruebas concluyentes para apoyar su opinión.
El gran debate existe por lo escasos que son los huesos de simios de hace 40 o 50 millones de años. En muchos casos, las nuevas especies se basan en unos cuantos dientes. Son un tesoro paleontológico, pero también son fácilmente cuestionables por equipos rivales.
El equipo de Jaeger ha hallado más de 20 dientes de menos de dos milímetros. Uno de sus dueños es el Afrotarsius libycus, un pequeño mono de 250 gramos que vivía colgado de las ramas y se alimentaba de frutas e insectos. "Los dientes del afrotarsius demuestran que está claramente emparentado con los antropoides más antiguos de Asia", sostiene Jaeger. Sus restos tienen entre 38 y 39 millones de años, lo que, según el experto, convierte a esta especie y a las otras dos halladas en Libia (Biretia y Talahpithecus) en los simios antropoides más antiguos del continente africano.

Origen disputado

Los máximos competidores del afrotarsius por el trono de ser los ancestros más viejos del hombre y los grandes simios son los biretia, señala Jaeger. Se trata de tres especies de antropoides, una descubierta en Argelia en 1988 (y hallada ahora también en Libia), de hace entre 38 y 40 millones de años, y dos desenterradas en Egipto, que datan de hace unos 37 millones de años.
Según muchos expertos, estos progenitores antropoides evolucionaron hacia otros de mayor peso que se diversificaron y se expandieron para dar origen a la gran familia simia, incluyendo la rama de tipos sin cola, erguidos y con mucho menos pelo que salieron de África unos 36 millones de años después para conquistar el mundo entero.
Pero faltan datos. Los primeros ejemplares africanos surgen de repente, sin apenas restos previos de hace unos 50 millones de años, cuando se piensa que surgieron los primeros antropoides. Según la teoría africana, se debe a que no se ha buscado suficiente. Según la asiática, hay que mirar hacia oriente.

Éxodo o extinción

"Nuestros hallazgos de tres especies de antropoides bien formados señala que hubo una colonización desde Asia realizada por estas y otras especies", señala Jaeger. Se trataba de monos habituados a la vida en las junglas que descubrieron en África una oportunidad única. Las riberas del gran río que había hace 38 millones de años en Dur At-Talah proporcionaron bosques llenos de frutas e insectos en los que los antropoides no tenían competidor. "En los bosques de Asia otras especies, parecidas a los lémures voladores, competían con los antropoides por el alimento", explica Jaeger. "Si se hubieran quedado en Asia, se habrían extinguido", asegura. "En cambio, en África pudieron diversificarse, perfeccionarse y evolucionar hasta convertirse en humanos", detalla.
El éxodo simio duró diez millones de años y terminó en la época de los afrotarsius. Varias especies de roedores hicieron el mismo camino y sus restos hallados en Dur At-Talah confirman esta tesis, según los autores del trabajo. Los expertos sostienen que el afrotarsius es el ancestro de los biretia africanos. Una vez llegados a África, una nueva rama logró alcanzar América del Suraún no se sabe cómo y se convirtió en la estirpe de los monos del Nuevo Mundo. Los que se quedaron en África engendrarían la gran familia homínida de orangutanes, bonobos, gorilas, chimpancés y humanos.
"La hipótesis merece crédito, pero no estoy segura de que estos nuevos primates descubiertos la apoyen", opina Blythe Williams, paleoantropóloga de la Universidad Duke (EEUU). "Uno de los problemas es que [los autores] sugieren que ya ha habido suficiente búsqueda en África como para descartar que haya más restos de evolución en este continente, pero no es nada descabellado pensar que aún hay allí muchos fósiles esperando a ser encontrados", opina.
"El gran problema es la falta de evidencia fósil para probar una u otra teoría", apunta Moyà-Solà, descubridor del fósil de Pau, un posible ancestro de grandes simios cuya calavera apareció durante la excavación de un vertedero cerca de Barcelona. "La mayoría de los expertos que trabajan en Asia defienden la teoría asiática y los que lo hacen en África defienden la contraria, pero no hay datos. La batalla por localizar la cuna de los antropoides va a seguir durante mucho tiempo", concluye.

Un bosque en medio del Sahara

Para llegar a Dur At-Talah, en Libia, hay que adentrarse 200 kilómetros en el desierto del Sáhara. En esta región a unos 2.000 kilómetros de la capital, Trípoli, hubo un gran delta cubierto de espesos bosques al que, hace 48 millones de años, llegaron los primeros simios antropoides desde Asia. Un equipo de excavadores del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia, la Universidad Al Fateh de Libia y otras universidades de EEUU y Tailandia llevan cuatro años desenterrando sus fósiles en este rincón del norte de África.

Cada campaña dura un mes y necesita al menos 20.000 litros de agua para beber y también para limpiar los restos de antropoides y fauna que aparecen. Las excavaciones las financian Francia, Libia y la petrolera Total, explica Jean Jacques Jaeger, jefe del proyecto. El próximo mes, Jaeger se trasladará a Birmania y Tailandia para excavar otros yacimientos de la misma época donde también se han hallado monos antropoides.

Tiburones, elefantes y musarañas

1. Agua
Los sedimentos de la zona del yacimiento de Dur At-Talah aún conservan las marcas geológicas de una gran abundancia de agua.
2. Delta
Hace unos 38 millones de años, el paisaje correspondía al delta de un enorme río con muchos brazos y cuyo caudal variaba según el nivel del mar.
3. Fauna
El yacimiento ha aportado abundantes restos de elefantes primitivos que vivían en las riberas. También hay muchos dientes de tiburón. En otras zonas abundaron las especies de agua dulce como tortugas, cocodrilos y peces de río que se acumulaban en el cauce y depósitos lacustres cercanos. En tierra firme, además de primates, había roedores, musarañas y damanes, un tipo de mamíferos de pequeño tamaño originado en África hace 50 millones de años.
4. Dientes
Ya de vuelta de la campaña de este año, los expertos analizarán el esmalte y las marcas de desgaste de los dientes de los primates antropoides encontrados para detallar sus hábitos alimenticios. Por ahora creen que su dieta se componía primordialmente de hojas, frutos e insectos.

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