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Brasil dice adiós a la 'era Lula'. Este domingo doscientos millones de brasileños se despiden del lider político más popular de Latinoamérica, Luiz Inazio Lula da Silva. Quien le suceda, sea la continuista Dilma Roussef -candidata del Partido de los Trabajadores-, o Jose Serra -candidato del Partido de la Socialdemocracia Brasileña-, se enfrentará al gran reto de sobrevivir a un gigante político que ha situado a su país entre las mayores potencias económicas del momento al tiempo que ha rebajado la miseria interna a la mitad.
El 1 de enero de 2003, día en el que Lula se vistió por primera vez la banda presidencial brasileña (después de tres intentos presidencialistas desde 1985), en su país había 49 millones de personas que vivían en la miseria. Ocho años después esa cifra es la mitad, la esperanza de vida ha subido 4 años, el analfabetismo ha bajado tres puntos y las exportaciones se han duplicado.
El obrero metalúrgico, tornero para más señas, de pasado sindicalista ha gobernado Brasil en dos mandatos. En el primer cuatrienio su gran acierto fue ganarse la confianza de los inversores extranjeros, soportando las exigencias del Fondo Monetario Internacional, mientras consolidaba en el interior políticas de mejora de la calidad del empleo, de desarrollo sanitario, de extensión de la educación y de erradicación del hambre.
El lugar de Brasil en el mundo
El crecimiento económico hizo de Brasil miembro indiscutible del bloque de países emergentes del denominado BRIC -junto a Rusia, India y China-. Y entonces surgió el perfil más internacionalista de Lula, ya en su segundo mandato y reinvindicando en citas internacionales los intereses del tercer mundo, con valientes discursos contra el proteccionismo, como mediador en crisis políticas (como la de Honduras) o humanitarias (como la de Haití), sin renunciar a su apuesta por el nuevo socialismo del Siglo XXI, con Hugo Chávez, Evo Morales o los hermanos Castro como aliados.
Pero estos próximos comicios, los del domingo día 3 de octubre, se han dado en llamar 'las elecciones de los delfines'. Los analistas destacan que el Partido de los Trabajadores ha elegido presentarse con Dilma Roussef, mano derecha desde hace un año de Lula y garante de un continuísmo político. Lo mismo ha hecho el PSDB optandopor Jose Serra, considerado un aprendiz del ex presidente Cardoso (1995-2003).
Gane quien gane, los retos del Brasil no son otros que seguir capeando el temporal de la crisis económica mundial, sosteniendo ese crecimiento del 5% del PIB anual, consolidar la incipiente clase media brasileña y lucirse ante el mundo, no sólo en Carnaval sino también en los próximos mundiales de fútbol y en los Juegos Olímpicos de 2016, para lo cual deberá mejorar la seguridad ciudadana, flanco débil del gigante latinoamericano.
Aunque, quién sabe, quizá para entonces tal vez haya vuelto Lula, pues se rumorea que presentará su candidatura para 2014, y entonces el adiós de este domingo no sea más que un "hasta luego".
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