La guardia de tráfico de Nueva Delhi utiliza su perfil de Facebook para recibir fotos de infracciones y, tras un breve estudio, poner las multas necesarias. Pretenden evitar así el caos circulatorio de la ciudad porque los conductores se sienten más vigilados. Cualquiera puede ser ahora acusador, conozca o no la legislación vigente.
Alrededor de 5.000 guardias de tráfico para 6 millones de vehículos en una ciudad de 12 millones de habitantes. Crecimiento desordenado y una concepción de la ciudadanía diferente a la occidental. El viernes 30 la policía inauguraba su perfil de Facebook para informar a sus conductores del estado del tráfico, pero rápidamente comenzó a ser empleado como un lugar para plantear quejas. Después, estás fotografías y vídeos pasaron a convertirse en denuncias hechas efectivas.
En menos de una semana más de 18.000 ciudadanos se han suscrito, posteando más de 3.000 denuncias que han dado lugar a 665 multas por todo tipo de causas, según recoge el New York Times. Los afectados tienen derecho a reclamación tras recibir su sanción.
Las autoridades se apoyan en el dato de que son el país con mayor número de muertes por accidente de tráfico del mundo, en gran parte debido a los nuevos conductores no preparados. Muchos son los que celebran la medida, aunque otros se quejan de que se rompen los límites de la Red.
Permitir a los ciudadanos ejercer parte de la legislación incurre en dos problemas fundamentales. Por un lado, que personas que no tienen que estar cualificadas ni informadas sobre el código de circulación asuman que están en lo correcto y, además, tengan potestad para tomar decisiones (aunque sólo sea la publicación de una foto). Y, por otro, que la gente pueda utilizar esta situación para actuar con mala voluntad contra otros ciudadanos, conocidos o no.
Mejorar la educación y la ciudadanía, volver a pensar en la organización urbanística e incluso contratar a un mayor número de guardias de tráfico. Son muchas las formas de no implicar a las redes sociales en usos que pueden tener consecuencias futuras.
Alrededor de 5.000 guardias de tráfico para 6 millones de vehículos en una ciudad de 12 millones de habitantes. Crecimiento desordenado y una concepción de la ciudadanía diferente a la occidental. El viernes 30 la policía inauguraba su perfil de Facebook para informar a sus conductores del estado del tráfico, pero rápidamente comenzó a ser empleado como un lugar para plantear quejas. Después, estás fotografías y vídeos pasaron a convertirse en denuncias hechas efectivas.
En menos de una semana más de 18.000 ciudadanos se han suscrito, posteando más de 3.000 denuncias que han dado lugar a 665 multas por todo tipo de causas, según recoge el New York Times. Los afectados tienen derecho a reclamación tras recibir su sanción.
Las autoridades se apoyan en el dato de que son el país con mayor número de muertes por accidente de tráfico del mundo, en gran parte debido a los nuevos conductores no preparados. Muchos son los que celebran la medida, aunque otros se quejan de que se rompen los límites de la Red.
La red social como arma
Una cosa es utilizar perfiles de Facebook como de pruebas para juicios matrimoniales o Twitter como escenario del crimen, y otra es pasar a la dejación de funciones aprovechando la sociabilidad de la red. La policía de Nueva Delhi se defiende diciendo que ellos no crearon la página para que fuese utilizada con esta función, pero rápidamente se han adaptado a esta realidad y la están aprovechando. De hecho se ha puesto a un equipo de 4 guardias que hace la jornada completa para atender las denuncias interpuestas a través de Facebook.Permitir a los ciudadanos ejercer parte de la legislación incurre en dos problemas fundamentales. Por un lado, que personas que no tienen que estar cualificadas ni informadas sobre el código de circulación asuman que están en lo correcto y, además, tengan potestad para tomar decisiones (aunque sólo sea la publicación de una foto). Y, por otro, que la gente pueda utilizar esta situación para actuar con mala voluntad contra otros ciudadanos, conocidos o no.
Mejorar la educación y la ciudadanía, volver a pensar en la organización urbanística e incluso contratar a un mayor número de guardias de tráfico. Son muchas las formas de no implicar a las redes sociales en usos que pueden tener consecuencias futuras.
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