El salar de Uyuni, una planicie blanca de más de 10.000 kilómetros cuadrados en el suroeste de Boliva, se ha convertido en el centro de atracción ya no sólo para turistas o astrónomos, sino para empresarios interesados en la explotación del litio como fuente de energía alternativa, principalmente para la industria automovilística.
El Gobierno boliviano analizó con empresarios japoneses, en reuniones celebradas en La Paz esta semana, la posibilidad de explotar el litio del salar de Uyuni, cuyas reservas se calculan en unos 100 millones de toneladas, de acuerdo con datos gubernamentales. Los diplomáticos japoneses, que acompañaron a los industriales de las firmas Sumitomo y Mitsubishi, señalaron que, aunque no existen proyectos específicos, el interés se centra en la posibilidad de explotar el litio del salar, en declaraciones recogidas por la prensa local.
"La crisis económica está mostrando lo obsoleta que ha quedado la industria automotriz y refleja el apremio que tiene en cambiar el motor de explosión que usa carburantes ahora de alto costo por otro motor de energía limpia y es aquí donde el litio juega un papel estelar y decisivo", explicó el economista minero Rolando Jordán.
"El litio es el mejor conservador de energía y, aunque se necesita aún bastante desarrollo tecnológico, puede lograrse en un futuro un vehículo con baterías de litio", agregó al justificar el marcado interés en lograr acuerdos con el Gobierno boliviano.
Consciente del valor
Bolivia está convencida del valor que tiene este recurso natural, que se encuentra no solamente en el salar de Uyuni, en el departamento de Potosí, sino en otros más pequeños situados en el departamento de Oruro, y no desea enajenarlos sin obtener importantes beneficios.
Esa ha sido una de las razones por las que decidió suspender las largas negociaciones que, en los años noventa, se entablaron con la Lithium Corporation, que buscaba controlar la mayor fuente mundial de litio.
La Lithium y la Food Corporation son las dos empresas que tienen hegemonía en el país andino tanto en la explotación y producción como en la tecnología para obtener litio metálico, "elemento clave en el proceso de fusión nuclear, que controla y evita la radioactividad", según Jordán.
Tras el retiro de la Lithium, que decidió invertir en el salar Hombre Muerto de Argentina para producir litio metálico, los bolivianos comenzaron a explotar ulexita, bórax y otros minerales no metálicos en el Salar de Uyuni.
El Gobierno del presidente Evo Morales decidió impulsar el pasado año la producción de carbonato de litio con una pequeña planta piloto instalada en las salmueras de Río Grande, con una inversión de seis millones de dólares y un ingreso estimado en 300.000 dólares anuales, una pequeña fortuna para los pobladores que viven alrededor del Salar de Uyuni, en su mayoría agricultores dedicados a la producción de quinua, cría de camélidos y a la venta de sal doméstica.
Para respaldar el proyecto del litio, el presidente Morales colocó el pasado año la primera piedra para la construcción de un aeropuerto en Uyuni, unos 220 kilómetros al oeste de Potosí, obra que no ha registrado grandes avances y se calcula que puede tardar aún un año más en recibir turistas.
Las autoridades bolivianas confirmaron el interés, no solamente de los japoneses, sino de franceses y chinos en la explotación del litio. Sin embargo, cualquier acuerdo está no solamente en manos del Gobierno, pues, de acuerdo con la nueva Constitución Política del Estado ?que se promulgará hoy en La Paz?, serán los pueblos indígenas de la región los que decidan si aceptan o no esta explotación y las condiciones económicas que más les beneficien.
El periodista Emilio Martínez, autor de Ciudadano X, la historia secreta del evismo, señala en una columna en Internet que una de las empresas japonesas interesadas en el litio boliviano, la Sumitomo Corporation, está relacionada con el inversionista George Soros, que "recientemente anunció una inversión multimillonaria para el desarrollo de autos basados en ion litio en la fábrica china Chery".
Según el escritor, radicado en Santa Cruz, Soros tiene participación accionarial en la empresa minera San Cristóbal, que opera en Potosí.
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