Un equipo de científicos chinos ha aceptado el reto técnico de la supercavitación y trabaja actualmente en un submarino supersónico que viajaría de Shangai a San Francisco en menos de dos horas, según ha informado el South China Morning Post.
La supercavitación es un fenómeno hidrodinámico que se produce al moverse un objeto a gran velocidad en un líquido. El fluido que se desplaza a su alrededor adquiere una velocidad muy grande haciendo que su presión disminuya drásticamente. Si se llega al punto de evaporación del líquido, éste se convierte en gas y por tanto el objeto se desplaza por un medio gaseoso disminuyendo así su fricción.
"Las pequeñas burbujas de gas producidas se expanden y se combinan para formar una burbuja grande, estable y predecible en torno al objeto que viaja", ha explicado el autor principal del trabajo, Stephen Cheng.
El investigador ha explicado que durante la Guerra Fría, el ejército soviético desarrolló la técnica de la supercavitación. "Se trataba de un torpedo, llamado Shkval, que era capaz de alcanzar una velocidad de 370 kilómetros por hora o más, mucho más rápido que cualquier torpedo convencional", ha apuntado.
Sin embrago, no todo está claro en este método. Las dificultades para ponerlo en marcha radican en que es necesario que el objeto sea lanzado a altas velocidades, acercándose a 100 kilómetros por hora para generar y mantener la burbuja de aire. Además, se desconocen las consecuencias que podría tener en una posible tripulación. Es decir, el objeto iría sin gobierno y eso, de momento, es un riesgo.
El experto profesor de la maquinaria de fluidos e ingeniería, Li Fengchen, ha explicado al diario que el enfoque de este equipo de científicos se diferencia de cualquier otro porque "combina la tecnología de membrana líquida con la supercavitación". "Se pueden reducir significativamente los problemas de lanzamiento", ha indicado.
Según ha indicado, con este método, el buque iniciaría su viaje bajo el agua haciendo un "efecto ducha" con una membrana líquida especial sobre su propia superficie. Esto podría reducir significativamente el arrastre de agua en el objeto a baja velocidad. Después de que alcance los 75 kilómetros por hora o más, el buque entraría en el estado de supercavitación.
La actual investigación de este equipo continúa y sus miembros aseguran que hay muchas posibilidades de sacarlo adelante. Aún así, reconocen que hay muchos más investigadores trabajando en esta técnica, aunque se desconocen sus avances porque sus proyectos "son considerados secreto de Estado".
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