“Esperamos que la regulación de la Administración Federal de Aviación [FAA] entre en vigor en algún momento de 2015”. Éste es, en palabras de Jeff Bezos, el fundador de Amazon, el principal obstáculo para que su nuevo proyecto, completar envíos a domicilio a través de drones, se haga realidad. El Congreso de Estados Unidos otorgó a la FAA el mandato de establecer la regulación del vuelo de aviones no tripulados para uso civil antes del final de 2015. En noviembre de este año, al agencia hizo pública su primera hoja de ruta, un compendio de observaciones genéricas, pero sin apenas concreciones claras, sobre la normativa final. La preservación de la privacidad, en plena resaca sobre las prácticas de espionaje del Gobierno de Estados Unidos, es uno de los asuntos más complejos a los que se enfrenta la FAA.
A lo largo de 74 páginas, el plan de la FAA aborda desde la unificación de los diseños y la certificación de los aviones no tripulados, hasta las licencias de los pilotos y los controladores aéreos encargados de controlar los vuelos hasta las trayectorias de los drones. Además de la preocupación de la privacidad, para la agencia federal, otro de los principales problemas es garantizar que el espacio aéreo no se congestione y no interfiera con las rutas de las aerolíneas tradicionales.
Desde 1990, cuando la agencia comenzó a autorizar los primeros vuelos no tripulados, 80 agencias de seguridad, además de instituciones educativas, especialistas del medio ambiente y probadores experimentales, han recibido permisos por parte de la FAA para realizar batidas y siempre en casos concretos, como operaciones para mitigar incendios forestales, luchar contra desastres naturales, operaciones de búsqueda y rescate, control de fronteras o entrenamiento militar, de acuerdo con las explicaciones que ofreció el responsable de la FAA, Michael Huerta, en la presentación de su informe.
Fuera de esos casos excepcionales, los drones no pueden volar en áreas con alta densidad de población, justo a lo que Bezos aspira. Aunque los aviones de mercancías de Amazon pretenden volar a alturas tan bajas que no interfieran con las trayectorias de otros vuelos comerciales, la FAA aún no ha establecido reglas concretas para garantizar la seguridad al respecto. La primera exigencia que se ha autoimpuesto la agencia federal es determinar antes de que termine el año seis localizaciones en el país para realizar todas las pruebas necesarias para poner a prueba las indicaciones generales recogidas en su hoja de ruta y poder comenzar a concretar la normativa final.
La FAA espera, no obstante y de acuerdo a su informe, no tener que “crear una nueva reglamentación sobre el uso de espacio aéreo o modificar la existente”, de cara a poder garantizar los vuelos de aviones no tripulados con los mismos parámetros de seguridad y eficiencia que los ordinarios con una normativa similar.
La urgencia del cometido de la FAA no viene simplemente determinada por el mandato del Congreso, que, efectivamente, le ha puesto como límite 2015, sino la inversión económica que hay en juego. En los próximos cinco años se calcula que podrían sobrevolar los cielos de EE UU alrededor de 7.500 drones de pequeño tamaño. Sólo en 2013, la industria aeronáutica ha invertido 6.600 millones de dólares en desarrollar tecnología relacionada con los aviones pilotados a distancia y, de acuerdo con Teal Group, esa cifra se incrementará hasta los 11.400 millones de dólares en 2022.
"La innovación es lo que hace a EE UU más próspera y conforme nos adentramos en el segundo siglo de la aviación, vemos cómo estamos transformando el espacio, tomando ventaja de los avances tecnológicos para mantener nuestro liderazgo”, reconoció Huerta.
Antes de permitir que este tipo de aparatos comparta el espacio aéreo con aviones ordinarios, además de la unificación de la tecnología para la fabricación de los aparatos, de la definición del espacio aéreo que utilizarán los drones, de la normativa sobre el entrenamiento y la licencia de los pilotos, los parámetros de navegabilidad o el control de las comunicaciones y del envío, tipo y capacidad de información a la que estarán autorizados, el principal escollo al que se enfrenta la FAA es la protección de la intimidad de los ciudadanos. “Es necesario entender las implicaciones que sobre la privacidad, la seguridad y el medio ambiente conllevan este tipo de operaciones y trabajar con departamentos y agencias para coordinar de manera activa estas consideraciones e incorporarlas a la estructura regulatoria”, señala la FAA en su informe.
En el documento, la agencia reconoce que su autoridad para establecer este tipo de límites invalida la legislación estatal o local al respecto, pero insta a estos gobiernos a que “regulen las limitaciones de las actividades que puedan realizar los drones en su territorio”.
La FAA espera tener lista la reglamentación sobre el uso de aviones no tripulados en 2015, tal y como Bezos espera, pero, de momento, sus primeros plazos no se están cumpliendo. Queda menos de un mes para que se cumpla el plazo que la propia agencia se concedió para dar a conocer los seis lugares en los que poner a prueba su hoja de ruta y la FAA aún no ha dado ninguna pista.
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