Ya lo han intentado Branchout y Reppify. Cada uno a su manera. Branchout es una aplicación integrada en Facebook que empezó animando a los usuarios a decir con cuáles de sus contactos preferían trabajar. Era uno u otro. Simple. Ahora, la plataforma se ha transformado en algo más parecido a LinkedIn, en una red que dice tener usuarios en más de 60 países y que permite buscar empleo.
Reppify es más sofisticado y juega en otra liga. Analiza la actividad del usuario en LinkedIn, Facebook y Twitter y le otorga una puntuación. De hecho, se vende como herramienta para que las empresas puedan seleccionar y contratar a los perfiles más adecuados a sus necesidades. Recursos humanos 2.0.
Ahora Saba, empresa con sede en Redwood Shores (California, Estados Unidos) que desarrolla soluciones sociales corporativas, recupera el concepto para añadir a la ecuación una nueva plataforma social llamada Saba People Cloud, con otro elemento de puntuación: el People Quotient (pQ), que vendría a ser como un cociente de relación con las personas, que mide el desempeño de un trabajador en función de su interacción con los demás empleados.
La idea es proporcionar información sobre el impacto que tiene el trabajo de un usuario determinado a los responsables de recursos humanos que están pensando en contratar o ascender a alguien. Pero, que dicho impacto se mida en función de la actividad del usuario en una plataforma social -es decir, teniendo en cuenta los datos de su perfil, los estatus que pone y la información que comparte-, resulta cuando menos chocante. Y polémico. ¿Puede medirse la valía, reputación e impacto de un empleado con algo así como un Klout corporativo?
Elena Ruiz, consultora y coach, reconoce que las redes sociales han cambiado la forma de seleccionar al personal y asegura que “la reputación digital cada vez tiene más importancia”. Pero también señala que “no siempre existe una correlación clara entre la capacidad de influencia digital y la competencia profesional de una persona”.
“El hecho de que un empleado comparta más cosas que otro a través de las redes sociales no le convierte en mejor o más competente sino en una persona con sensibilidad hacia los temas de imagen, comunicación y marketing, y gusto por las nuevas tecnologías”, afirma. “Creo que proponer evaluar a alguien en función del material que publica, independientemente del valor de la información aportada, no tiene ningún sentido y añade un elemento más de estrés en el trabajo”, subraya.
Para Bobby Yazdani, CEO de Saba, la herramienta, que se adapta a cada tipo de negocio, es valiosa porque permite saber qué hace cada trabajador y qué es lo más importante para la empresa. “El correo electrónico cambió la forma de trabajar. Ahora queremos ir un paso más allá poniendo a las personas, y no a la información, en el centro de la organización”, asegura en la web de Saba.
Sin embargo, Elena Ruiz insiste en que tenemos que comunicarnos “cuando sentimos la necesidad de decir algo que pueda ser de interés o provocar un intercambio de puntos de vista y reflexiones, no porque nos puntúe una herramienta social y menos aún por miedo a quedarnos atrás respecto a otros compañeros”.
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