La aparición frente a las costas canadienses de un barco pesquero japonés desaparecido hace ahora un año,
cuando un tsunami arrasó las costas japonesas, es buen motivo para
desempolvar algunas leyendas sobre buques fantasma. Lejos de pertenecer
exclusivamente a la imaginación de los autores de novelas de piratas, en
el mundo real muchas naves abandonadas y sin tripulación también han
surcado los siete mares.
Uno de los casos más espectaculares es el del Baychimo,
un carguero que en octubre de 1931 quedó atrapado en el hielo ártico a
menos de un kilómetro de la costa norte de Alaska. Tal y como podemos
leer en el blog “Abadía Digital”, sus tripulantes decidieron abandonar la nave y refugiarse de la tormenta en la cercana ciudad de Barrow.
Cuando,
dos días después regresaron, el buque había desaparecido. Durante
varias semanas exploraron la helada zona en busca del escurridizo navío,
pero no hallaron ningún indicio de su presencia. A finales de
noviembre, tras una fuerte tormenta de nieve, la Compañía de la Bahía de
Hudson, propietaria del carguero, ordenó detener la búsqueda, ya que,
lo más probable era que se hubiera hundido.
Visto por última vez en 1969
Sin
embargo, unos días más tarde un cazador de focas inuit divisó al
Baychimo a más de 70 kilómetros de Barrow. La tripulación salió en su
búsqueda. Cuando lo encontraron descubrieron que la ventisca lo había
dejado en muy mal estado, por lo que recogieron las pieles que
transportaba y, pensando que no tardaría en hundirse, lo abandonaron a
su suerte.
Este segundo abandono fue el comienzo de la leyenda del Baychimo.
El barco, de 70 metros de eslora y 1.322 toneladas, no solo aguantó ese
crudo invierno, sino muchos más. Durante décadas, exploradores, inuits y
mercantes que navegaban por la región divisaron en numerosas ocasiones
su silueta, lo que le valió una merecida reputación de barco fantasma.
La última vez que se supo de esta nave fue en 1969, treinta años después de su abandono. En esa ocasión, fue localizado en una banquisa
en el Mar de Beaufort. Nunca más se le ha vuelto a ver. En 2006, las
autoridades de Alaska pusieron en marcha una iniciativa para tratar de
localizar sus restos, estuviesen a flote o en el fondo del mar. Sin
embargo, hasta el momento la búsqueda ha resultado infructuosa.
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