El enfriamiento de la SOPA, como se conoce popularmente al aplazamiento de la votación de la ley antidescargas estadounidense, ha dejado en suspenso a las políticas de republicanos y demócratas a este respecto. La fuerte polémica generada dentro y fuera de sus fronteras ha convulsionado a ambas formaciones. Mientras sólo tres senadores demócratas apoyaron el aplazamiento de la votación, el grupo republicano mostró una oposición mucho más amplia a la aprobación de esta medida, que contó con el rechazo de la tercera parte de sus representantes, concretamente catorce senadores.
Pero la realidad es que en el seno de ambos partidos existe una desunión sobre la postura que deberían mantener frente a SOPA y a PIPA. Los demócratas están profundamente limitados por sus estrechos lazos con la industria de Hollywood, que está presionando para que se apruebe la iniciativa. Su margen de acción es escaso: Obama afronta una reelección complicada, que puede tambalearse si resta de su lista de apoyos al lobby cinematográfico; además del notable desplome de las aportaciones económicas a su campaña. Hollywood ya le ha lanzado las advertencias pertinentes, aunque haya sido inmediatamente antes del cierre de Megaupload.
El dilema republicano
Los vínculos que atan a los republicanos a la industria hollywoodiense son mucho menores, lo que les sitúa en una situación mucho más desahogada políticamente. Pero mientras el partido aún está dando bandazos, debatiendo sobre la postura oficial que adoptará en torno a estas leyes antidescargas, el Tea Party ya le ha tomado la delantera, liderando la campaña contra estas leyes.
El movimiento ha recordado su postura oficial por la Libertad de Internet, que choca frontalmente con las bases de SOPA (en el Congreso) y PIPA (en el Senado) que podrían suponer un ataque a la libertad de información. Hace tiempo que el Tea Party hizo oficial su rechazo a las regulaciones, a pesar de su copatrocinio republicano. Ron Paul y Michelle Bachmann rehusaron dar su apoyo a ambas leyes, que además, supondrían un paso más en la creación de un Gran Gobierno, una de las bestias negras del movimiento.
Esta presión del Tea Party está urgiendo al Partido Republicano a tomar partido. Mientras sucede, algunos analistas de la órbita conservadora, pertenecientes a importantes think thank, advierten al partido que si se deciden a adoptan una postura contraria a SOPA y PIPA, esto podría reportarles el apoyo de un sector clave: Silicon Valley, abiertamente opuesta a las regulaciones.
Tal y como explican Reihan Salam y Patrick Ruffini en Ars Technica, la situación actual brinda a los republicanos "la oportunidad de encontrar apoyo político en la industria tecnológica" que además, se alinea a la perfección con la filosofía republicana del libre mercado y el apoyo a los emprendedores. Esto proveería a los conservadores de un nuevo nicho de votos, además de dificultarles a los demócratas la recaudación de fondos en Silicon Valley. Según desvela Ruffini, son varios los representantes republicanos que han visitado algunas empresas clave de la zona, para tratar de recabar apoyos en este sentido; y forjar una sólida alianza con el sector tecnológico. Una auténtica oportunidad de oro.
Además, si el Partido Republicano renuncia a contentar a Hollywood aprobando leyes de su agrado, contentará a esa base del electorado más conservador, tradicionalmente contrario a la meca del cine por el exceso de violencia y sexo de sus productos.
La polarización del debate en torno a PIPA no tiene por qué ser un factor negativo, como señala Ars Technica. Que el debate se centre en dos bandos contrapuestos (Demócratas-Hollywood y republicanos-Silicon Valley) supondría que ambas partes estén representadas, lo cual ya es una novedad en sí misma, dado que hasta ahora ambos partidos han estado siempre del lado de Hollywood.
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