Durante 2010 se vendieron 350 millones de ordenadores, 300 millones de smartphones y 18 millones de tabletas en todo el mundo. Al poco de iniciarse 2011, y por primera vez en la historia de la informática, las tiendas comenzaron a despachar a sus clientes más teléfonos que equipos de sobremesa. En verano ya se había distribuido el doble de tablets PC que de netbooks. Y durante el trimestre de octubre a diciembre el mercado de computadoras personales sufrió caídas de casi el 10% en la región EMEA y del 6% en los Estados Unidos, obteniendo los peores registros de los últimos cuatro años.
¿A qué se reduce todo este cóctel de cifras? A que uno de cada cuatro aparatos “portables” sea, a día de hoy, una tableta, y previsiblemente las distancias no harán más que menguar durante los próximos meses. De hecho, los analistas creen que 2012 será el año de la confirmación de los gadgets móviles, con 425 millones de unidades colocadas frente a unos escasos 400 millones de computadoras tradicionales, lo que significaría revertir tendencias, impulsar el gasto en electrónica por encima del billón de dólares y dar el pistoletazo de salida a eso que se ha dado en llamar “era post-PC”.
El término en cuestión fue acuñado por Steve Jobs durante la presentación del iPad 2 y se refiere a la pérdida de terreno de las grandes máquinas estáticas en favor de la movilidad de los dispositivos y la comodidad de los usuarios. O, en palabras del célebre co-fundador de Apple, se trata de adoptar productos “aún más fáciles de usar que un PC. Que son aún más intuitivos que un PC. Y donde el software, el hardware y las aplicaciones se relacionan de una manera aún más transparente que como lo hacen en un PC”. Lo que viene a ser un canto a las capacidades multitouch y a la computación ubicua.
Y es que el hecho de poder navegar en cualquier momento desde cualquier lugar ha sido elemento clave para esta revolución tecnológica. Teléfonos y lectores, pero también algunos televisores y videoconsolas con conexión a Internet han dado un golpe sobre la mesa, desplazando al ordenador como centro de la vida digital y labrándose su propia independencia. Por otra parte, estos dispositivos son capaces de relacionarse con el mundo exterior gracias a su batallón de chips, sensores, cámaras y micrófonos, y de hacer prevalecer la experiencia final conseguida sobre el medio utilizado para ello.
Eso sin contar con los pros del cloud computing, otro de los pilares de la era post-PC. La nube permite sincronizar contenidos, liberar espacio en el disco duro, y trabajar en proyectos colaborativos de forma sencilla a través de equipos tan curiosos como, por ejemplo, el ChromeBook de Google. Incluso los ultrabooks patrocinados por Intel respetan ciertas características del nuevo ciclo: mayor agilidad, mayor delgadez y mayor autonomía.
Tabletas y más tabletas
Pero si hay un producto que está liderando la transición entre paradigmas, ése es precisamente el iPad. Convertido en sinónimo por defecto de la palabra “tableta”, cuenta sus imitadores por cientos y las ganancias reportadas a sus creadores por miles de millones. Tan bien le va que, si se contabilizasen sus ventas dentro de la categoría tradicional de computadoras personales, la firma de la manzana reinaría con solvencia el mercado con un 25% de cuota (según Deutsche Bank) o un 17,6% (según Fortune). A bastante distancia le seguirían Hewlett-Packard, Lenovo, Acer y Dell, todos ellos por debajo del 15% de participación, cuando en el pasado fueron los reyes del sector.
Lo más sorprendente es que el dispositivo estrella de los de Cupertino no sólo está canibalizando a sus rivales en el segmento de consumo. Un informe reciente de IDG revela que el 12% de los profesiones ha jubilado su portátil para reemplazarlo por un iPad encima de la mesa de su oficina y que un 54% ya ha abandonado el ordenador de manera parcial en sus tareas empresariales. ¿A cuánto ascenderá el porcentaje a finales de año?
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