Hace 18 años, un accidente de esquí en las montañas de Aspen, Colorado (EEUU), dejó parapléjica a Amanda Boxtel, una joven y prometedora atleta de origen australiano. Desde entonces, Boxtel, de 34 años, ha pasado más de 6.500 días postrada en una incómoda silla de ruedas. Un calvario que no le ha impedido fundar su propia ONG, con la que ayuda a cientos de personas en su misma situación o convertirse en portadora de la antorcha Olímpica en 2002. Recientemente, Amanda ha recuperado la sonrisa tras convertirse en la primera persona con lesión medular en probar la capacidad de eLEGS, un exoesqueleto inteligente de la compañía californiana Berkeley Bionics que permite recuperar la movilidad a las personas parapléjicas. Lo que comenzó siendo un experimento para transformar a los soldados de infantería estadounidenses en superhombres de combate se ha convertido en la principal esperanza para volver a andar de los pacientes con parálisis en los miembros inferiores.
El milagro ha sido posible gracias al tesón de Hamid Kazerooni, profesor de ingeniería mecánica en la Universidad de Berkeley y cofundador de Berkeley Bionics. Con una inversión de 2,6 millones de dólares, Kazerooni ha dedicado los últimos tres años de su vida a modificar su anterior prototipo de exoesqueleto, el HULC, destinado al uso militar. El resultado es un ligero chasis que ayuda a mantenerse erguidas y andar sin esfuerzo a las personas con lesiones medulares, además de mejorar su circulación sanguínea y su digestión gracias a dos prótesis mecanizadas, construidas en acero y fibra de carbono, que hacen las veces de piernas, impulsadas por cuatro motores.
Para que eLEGS funcione correctamente se necesita el uso de una muletas inteligentes que son las que transmiten las intenciones del usuario a un ordenador central que activa los sensores de movimiento, situados en las caderas y las rodillas. "El sistema no requiere el uso de ningún botón o mando. Es inteligente y se autocontrola", explica a Público Kazerooni. "No se trata de conducir una máquina, sino de formar parte de ella", aclara el científico, orgulloso del resultado.
Lo mejor del nuevo exoesqueleto médico es su versatilidad y autonomía. En menos de cinco minutos es capaz de ajustarse a cualquier persona que mida entre 1,55 y 1,93 metros y pese menos de 100 kilos. Además, no será necesario que el usuario esté constantemente preocupado por recargar las baterías, ya que un cargador pegado a la espalda en una mochila alimenta el prototipo durante un periodo de entre 24 y 72 horas, dependiendo del uso y el peso del piloto.
Según los datos de Berkeley Bionics, sólo en EEUU hay más de 150.000 personas que se podrían beneficiar de eLEGS. "Queremos que sea una alternativa asequible a las sillas de ruedas", asegura su creador. Las primeras unidades llegarán a los centros de terapia el próximo verano. Los particulares deberán esperar dos años más para adquirir una versión doméstica por un precio aproximado de 36.000 euros, similar a lo que cuestan las sillas de ruedas de alta tecnología.
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