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2010/11/01

Molyneux envidia los 56 millones de jugadores de 'Farmville'

Molyneux va perdiendo superpoderes. Antes te convertía en Dios y ahora solo en rey. "Es cierto. Siempre me gustó jugar con la idea del poder y la responsabilidad que conlleva ejercitar ese poder".
Peter Molyneux habla desde su experiencia de varias décadas diseñando juegos. En Dungeon Keeper (El guardián de la mazmorra, 1997), el jugador era el carcelero y tenía que defender la prisión de todos los héroes buenos de la Tierra. Además de tener todo el poder, el jugador era malo malísimo, algo bastante original en el siglo pasado.
Después llegaría Populous y, sobre todo, Black and White (2001), donde el jugador era, simplemente, Dios. Tenía facultades para crear y destruir, para hacer el mal o el bien. Ayer estrenó su última creación, Fable III. Aquí el jugador tiene que derrocar al rey tirano de Albión para colocarse él. "Hoy en día algunos creen que nuestros políticos son incluso más poderosos que nuestros dioses. En Fable III te embarcas en la aventura de ser rey, pero para ello empiezas a hacer promesas a tus congéneres y a tomar decisiones que variarán el desarrollo del juego".
Peter Molyneux es una anomalía en la industria del videojuego. Inglés -en un mundo de japoneses y norteamericanos-, cincuentón, calvo, Sir en Inglaterra y Caballero de las Artes en Francia. Empezó diseñando juegos de comecocos en el siglo XX y ahora anda a tope con el desarrollo del Kinect, el sistema para jugar sin mandos en la consola xBox de Microsoft
"Es cierto que los gustos de los aficionados han cambiado en estas décadas, pero también sus expectativas, lo que esperan de sus videojuegos. Recuerdo que el primer personaje que creé tenía ocho píxeles por ocho píxeles, con dos puntitos para los ojos y una rayita para la boca. Si comparamos con los de hoy, la evolución es increíble. También existe un apetito de la gente para que le den esos avances; pero a la hora de la verdad si quieres atraer necesitas una buena historia y una buena mecánica".
Molyneux sigue siendo políticamente incorrecto. Nada más empezar Fable, el tirano nos exigirá que sacrifiquemos a nuestra pareja o a tres vecinos. "Sinceramente, elegid a la novia, porque si no os abandonará por otro en medio de vuestra revolución".
Los juegos de Molyneux son grandes coproducciones en una industria en donde triunfan los casual games, o los family games, cuando se diseña para jugar en el móvil por 0,79 euros o gratis. "Vivimos una época apasionante", dice. Y, para probarlo, se saca su iPhone y entra en una página de Internet que registra los juegos más populares en ese instante. "Farmville, 56 millones de personas lo juegan en Facebook. Es asombroso. Me gustaría que toda esta gente jugara con mis juegos, acercarme a sus vidas. Los juegos para Facebook, para el móvil, me recuerdan a los que yo diseñaba cuando empecé, más ligeros y a los que tenía que dedicar mucho menos tiempo".
No lo dice con desprecio, sino todo lo contrario. "Tiene mérito que con dos dedos y una pantallita consigas enganchar a más gente que nunca en la historia".
Fable o cualquier de los títulos de Molyneux requieren años de producción y cientos de desarrolladores, pero no abomina de los juegos para móviles. "Creo que la experiencia es distinta, yo lo comparo con la experiencia de ver la televisión, con millones de espectadores; o ir al cine, es decir, a la consola. Al cine vas a ver lo máximo de la belleza, de resolución de una historia completa. La épica del cine, lo máximo. La experiencia del público es distinta y también la técnica que debe emplear el diseñador según vaya destinado el juego para una pantalla o para otra".
¿Pero el diseñador de una compleja aventura como Fable cómo puede apreciar el simplismo de Farmville? "Porque la gente quiere divertirse, y esos títulos logran su objetivo, captan la atención. No reniego de crear algún día títulos para el teléfono móvil. Me fascina esa corriente y la de Facebook. Nada de eso existía hace dos años".
A una audiencia que llena el salón de actos del Salón del Manga, Molyneux pide la opinión sobre adaptar Fable a Kinect, o sea, jugar solo con el movimiento de los cuerpos. Una mayoría abrumadora rechaza la idea. Molyneux no se inmuta: "¿Sabéis que os digo? Que os equivocáis".

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