Su objetivo final, aún muy lejano, es que este laboratorio del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, que se inauguró ayer, se convierta en el primer taller de recambios humanos del mundo. Fabricaría válvulas coronarias, tendones y otras partes reemplazables para después hacer corazones, hígados y otros órganos completos.
"Es como hacerle al paciente unos zapatos a medida", explicaba ayer el cirujano cardíaco Hugo Rodríguez, mientras cosía un corazón aún repleto de músculos al que le había metido dos tubos de plástico como si fuesen extensiones de sus arterias cercenadas. Por ellos fluirá un detergente que eliminará en tres o cuatro días todo vestigio del donante (quedará en él menos de un 5% de ADN original).
El taller se nutre de órganos que no pueden usarse para trasplantes debido, por ejemplo, a que pertenecieron a personas que sufrieron un infarto. Aunque su corazón está defenestrado, el armazón que lo sostiene es completamente válido. Una vez se hayan limpiado, serán las células del propio paciente las que repueblen el órgano hasta hacerlo tan propio que se evitaría el rechazo habitual en los trasplantes, según los expertos.
Se trata de la prometida medicina regenerativa, una técnica experimental que podría no hacerse realidad nunca, pues aún nadie puede asegurar que será viable en humanos. Si se cumple su promesa, posiblemente sea en este sótano del Gregorio Marañón. Tras los primeros éxitos con animales, el laboratorio se centrará en producir vísceras humanas.
"La matriz puede guardarse durante meses", señalaba ayer la bióloga y farmacóloga estadounidense Doris Taylor, pionera en la fabricación de órganos de laboratorio y líder del proyecto español junto a Francisco Fernández-Avilés, jefe del servicio de cardiología del Gregorio Marañón. Otro de los objetivos del nuevo laboratorio, inaugurado ayer por la ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, es crear un banco de matrices de todas las tallas "sobre las que reconstruir órganos a la medida del paciente que los necesite", explicó ayer Fernández-Avilés.
Esa matriz puede recubrirse después con células madre que, al entrar en contacto con el andamio, se transformarían en los tejidos especializados de un corazón. En 2008, el mismo proceso realizado con un corazón de rata dio lugar a un órgano palpitante en el laboratorio del Centro de Reparación Cardiovascular de la Universidad de Minnesota (EEUU) que dirige Taylor.
Primer ventrículo
Ahora quiere repetir la hazaña con un corazón humano. "Lograr un corazón totalmente recubierto de células del receptor podría llevar un par de meses", asegura Taylor, que desde hace tiempo colabora con el equipo de Fernández-Avilés. Ya tienen ocho corazones descelularizados y, aprovechando su estancia en Madrid hasta el viernes, el equipo va a intentar ahora recubrir el primer ventrículo con células madre adultas de pacientes sanos. Algunas han salido de su médula ósea, pero la mayoría se ha sacado de sus michelines, donde hay abundantes células madre adultas que originan los cardiomiocitos del músculo. El objetivo es que ese ventrículo u otro pequeño parche de corazón lata antes de final de año."No va a haber problemas de suministros", asegura Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT). El país es líder mundial en donaciones de órganos. "El último año se donaron 1.606 corazones y sólo hubo 260 trasplantes", explica Matesanz. La mayoría de los restantes serían viables para esta investigación, señala.
La ONT es la encargada de suministrar órganos descartados para trasplantes al proyecto, llamado SABIO, siglas en inglés que significan Matrices y Órganos Bioartificiales para Trasplante.
Por ahora, el proyecto cuenta con una financiación de 1,6 millones de euros provenientes de tres programas de I+D a tres años financiados por el Ministerio de Ciencia e Innovación, y que el proyecto SABIO ha ganado tras un proceso competitivo con otros programas, según María Eugenia Fernández, jefa de la Unidad de Producción Celular. La Comunidad de Madrid aporta el laboratorio, valorado en 600.000 euros, en cuyas dependencias habrá en todo momento unos 12 órganos en fabricación y diez personas a su cargo. "Por ahora nuestro objetivo más realista son los trasplantes parciales, como parches para cerrar defectos congénitos en el corazón", explica Hugo Rodríguez mientras señala con el bisturí el amasijo de filamentos blancos en los que queda convertido un corazón tras el proceso de limpieza.
Incógnitas
Aún quedan muchas dudas por resolver antes de llegar a esos primeros trasplantes. Lo primero será saber qué células madre usar y si se puede emplear material con origen diferente: médula ósea, grasa o incluso células adultas reprogramadas, tan prometedoras como peligrosas por la posibilidad de que desarrollen tumores.Tampoco está claro que el Gregorio Marañón pueda generar los más de 200 billones de células necesarias para crear un corazón completo, reconoce el cardiólogo Pedro Luis Sánchez, investigador y especialista del proyecto SABIO.
"Producir 200 millones de células madre cuesta hoy unos 6.000 euros", señala. Pero si la tecnología de fabricación de órganos avanza con éxito por su etapa experimental y llega a la fase de producción, el precio bajará muy rápido. "Un corazón completo podría costar un millón de euros", estima Sánchez. "En Alemania ya se realizan tratamientos con células madre del paciente que ha sufrido un infarto que cuestan hasta cinco millones", añade.
Si el proyecto demuestra que se pueden fabricar corazones, hígados y otros órganos, será "una revolución que cambiaría la manera en la que se trasplanta actualmente", advierte Matesanz. Disponer de corazones artificiales beneficiaría mucho a países como EEUU, donde en torno al 30% de los candidatos mueren en la lista de espera. En España este número está en torno al 5%, según Matesanz, pero nada garantiza que sea el único colectivo beneficiado. "Si los órganos resultan viables, se ampliarían las listas de espera y el número de trasplantes se multiplicaría a personas que hoy en día reciben tratamientos alternativos", concluye.
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