Hacerse pruebas para determinar si uno tiene una enfermedad sexual puede ser algo muy vergonzoso. También puede ser un proceso desesperante y que genere temores, pues por lo general se requiere de días para conocer los resultados de los exámenes. El Dr. Tariq Sadiq (inglés) de la Universidad de San Jorge en Londres quiere cambiar todo eso (inglés) y permitir que las personas puedan hacerse las pruebas en privado y conocer los resultados de las pruebas en cuestión de minutos.
El nombre del proyecto es eSTI2 y su meta es crear un examen privado que se pueda masificar en todo el mundo, especialmente los países en vías de desarrollo. La idea es que las personas pongan una muestra de su cuerpo (saliva, sangre u orina) sobre un chip, el cual le transfiere los datos a un teléfono inteligente para que procese la información. El veredicto debe estar listo en menos de 15 minutos.
Para que la tecnología sea acogida en los países más pobres, debe ser asequible para los menos afortunados o para clínicas y médicos con pocos recursos de lugares remotos. Esas personas muchas veces no tienen un laboratorio para hacer pruebas, pero con eSTI2 sólo necesitan un buen celular. Ni siquiera necesitan señal.
“Es traer el diagnóstico a la población en lugar de llevar a la población a clínicas”, dijo Sadiq a CNN. “Queríamos de verdad hacer este proceso porque hay una gran carga de enfermedades de transmisión sexual”.
Por ahora el costo aproximado de cada unidad sería de 30 dólares (unos 55.000 pesos), pero el reto de Sadiq es reducirlo hasta 5 dólares (9.000). Su distribución se haría por medio de máquinas automáticas –similares a los dispensadores de paquetes, chocolates, maní, gaseosa y otros alimentos– en lugares públicos, aunque esa idea aún está siendo evaluada. “Quizás no queramos incluir una prueba de VIH en una máquina automática”, reflexionó Sadiq.
El proyecto está en su infancia, pero recibió un importante impulso financiero (inglés) de 6,5 millones de dólares (12.000 millones de pesos) por parte de varias universidades y del Consejo de Investigación Médica del Reino Unido. Esto no garantiza su éxito, pero al menos lo pone por buen camino.
Sadiq espera que, después de perfeccionar la tecnología y recibir el visto bueno por las autoridades de salud, su invento ayude a mejorar el mundo. Sin embargo, dado el proceso de investigación y desarrollo y los retos regulatorios que deben ser resueltos, esta solución está a unos 7 años de salir al mercado.
Mientras tanto, las personas tendrán que seguir yendo al médico común y corriente para –con vergüenza incluida– averiguar si estás infectadas. Además, deberán seguir pagando la consulta, la cual seguramente no costará sólo 5 dólares.
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