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2010/08/14

Pistas para viajeros del futuro

El Pais

Casi nadie quiere ya ser el tipo que, frente a la inmensidad casi metafísica de la catedral de Notre Dame, despliega un enorme mapa con los restaurantes de comida rápida y los McDonald's pertinentemente destacados. Casi nadie quiere ya pararse en una esquina del Soho a hojear su enorme y pesada guía de Londres, atrapado entre páginas que incluyen la media de precipitaciones en la capital británica en el mes de enero y la composición de la cerveza ale, cuando lo que desea es saber dónde cenan los londinenses. Por un rato ser uno de ellos, despojarse del disfraz y el rictus del turista y parecer un nativo más. Lo mismo que uno no acarrea la vieja agenda de teléfonos consigo, ¿para qué cargar con un libraco editado hace una década con información sin actualizar? Cambian las formas de viajar y con ellas, las guías. Se adaptan a los teléfonos móviles, se especializan para el gusto del consumidor y en general abandonan su carácter decimonónico para no sucumbir al vertiginoso siglo XXI.
"Con las guías en papel, la gente asumía que alguna información podía datar del año pasado. Con la proliferación de las guías digitales eso ya no es aceptable. La información se puede y se debe actualizar al instante", comenta Tom Hall, editor de Lonely Planet, acaso el más universal proveedor de guías de viaje. La compañía acaba de lanzar una aplicación para iPad con sus guías Discover. El artefacto contiene 3.000 hipervínculos, cientos de imágenes y un motor propio de búsqueda, entre otras opciones. "La posibilidad de actualización es constante, ya que no dependemos de los tiempos de la imprenta", recuerda Jeremy Case, editor de viajes de la revista Wallpaper*, que en los noventa cambió el panorama de las revistas de estilo de vida y últimamente edita guías especializadas para la clase de personas que consume la publicación: gente que se precia de estar a la última, por reducirlos al estereotipo. Viajeros interesados por Finlandia, sí, pero mejor si es por la Finlandia del clásico del diseño nórdico Alvar Aalto.
A mediados del año pasado, la guía de viajes interactiva Tripwolf lanzó su primera aplicación de iPhone para viajeros. La información de 400.000 destinos podía descargarse de manera gratuita en el teléfono móvil y consultarse sin necesidad de estar conectado, evitando así los costes de roaming (cuota a pagar por usar el móvil en el extranjero). En pocos meses, la profusión de opciones para viajeros en forma de aplicaciones para teléfono móvil incluye ya diccionarios para turistas, cambio de moneda actualizado al instante, compositores de postales, guías de locales, mapas, organizadores con calendario y recuento de gastos...
Casi cualquier editor de guías de viaje ha traducido sus libros en aplicaciones para móviles, convirtiendo, una vez más, algo que poseía aspecto de lujo en necesidad.
Sirva un ejemplo reciente. Durante la erupción del volcán islandés y el colapso del cielo europeo, Lonely Planet ofreció de forma gratuita la descarga de guías de 12 de las capitales afectadas por el cierre del espacio aéreo europeo, con el fin de que los viajeros atrapados en tierra hostil pudieran manejarse con facilidad hasta el restablecimiento del tráfico. Eso sería otra prueba de que la tecnología, como apunta Henry Mason, jefe de investigación y análisis del observatorio de tendencias online Trendwatching, posibilita que "en cualquier momento podemos absorber nueva información sobre nuestro destino, lo que desemboca en una nueva raza de turista, mucho más informado".
¿Y en qué lugar deja a los viejos proveedores de pistas para viajeros el hecho de que uno de cada cinco consumidores de Lonely Planet opte por la versión digital? "La gente sigue viniendo en busca, prácticamente, de lo mismo de siempre. Las ventas no se han resentido", comenta María Monge, encargada de la librería Altaïr, establecimiento especializado en productos para viajeros con sede en Barcelona y Madrid. "En los últimos tiempos, los cambios han venido dados por una ampliación de los productos que se adquieren".
Entre los nuevos inquilinos de sus librerías abundan las guías de viaje para ciertos nichos. Desde libros consagrados solo a boutiques de diseño (Mr & Mrs Smith) hasta blogs que ofrecen recorridos cada vez más concretos (Street Art Tours of East London presenta rutas a través de las muestras de arte urbano en la zona del este de Londres). Además, marcas como Nike o establecimientos como la joyería parisina Van Cleef & Arpels han entrado en el terreno de la guía especializada. La firma deportiva lanzaba a principios de año True City, una aplicación para iPhone en la que el futbolista Fernando Torres o la cantante Annie B Sweet escogían sus lugares predilectos de Madrid. Mientras, Van Cleef & Arpels ofrece otra aplicación que describe un recorrido por los rincones más románticos de la capital gala titulado Balada poética de París. "A pesar de que nosotros nos hemos especializado en un nicho muy concreto de público, el que viaja buscando diseño y modernidad, lo cierto es que la competencia, incluso ahí, es feroz", comenta Case. "Lo que sucede es que nosotros tenemos el estatus y creamos la tendencia, no la seguimos. Pese a la cantidad de información que circula hoy por el mundo, el viajero necesita más que nunca alguien que le guíe. Ese alguien debe ser uno que se haya ganado su confianza. El papel de las redes sociales en todo esto se ha exagerado. El suyo es un campo destinado a mochileros o a tipos en busca de una cita. Los movimientos que provocan son muy pequeños".
Tal vez sean aún pequeños, pero las sacudidas de la democratización del prescriptor ya se hacen sentir. Sitios como Crouchsurfing o Airbnb.com ofrecen alojamiento seguro en casas de nativos, ofreciendo la tan ansiada experiencia auténtica y provocando los primeros dolores de cabeza en la hostelería tradicional. "Nos encaminamos hacia un aumento cada vez mayor del uso del habitante local anónimo como fuente de información sobre nuestro destino. La opinión de un amigo siempre nos ha valido más que la incluida en un libro", comenta Mason, que mete el dedo en la llaga de la creciente falta de confianza del público en las marcas registradas.
Sea como fuere, es muy probable que ninguna de estas flamantes novedades cambien la esencia de la experiencia viajera. Asuntos como el extrañamiento que Bruce Chatwin resumió magistralmente en su clásico ¿Qué hago yo aquí? O la ansiedad que provoca lo desconocido. "Todo esto me resulta extremadamente estresante", admite Mason con ironía. "Cada vez que abro una guía me habla de decenas de cosas que debo hacer, monumentos que debo ver... Al final, vuelves a casa frustrado, porque jamás puedes estar a la altura de todo lo que se supone que debías conseguir durante tu viaje. Además, cuanto más sabes de un lugar antes de visitarlo, menos capacidad de sorpresa".

Si hoy es martes, esto es... cualquier lugar

- Magda Lippa es una diseñadora sueca que, como muchos, se cansó de la saturación de información y de tener incluso que organizar lo espontáneo. Así, ideó Anywhere - A Travel Guide (Cualquier lugar - Una guía de viajes), un libro que contiene un juego con 200 cartas que son recomendaciones para cualquier viajero en cualquier lugar del mundo. Las leyendas van desde lo obvio ("Sigue el mapa") a lo imprevisible ("Pide a alguien que intercambie algo contigo"). El libro se editará a finales de año y es muy probable que inaugure un nuevo nicho, que en unos meses sea una aplicación para teléfono móvil y que el verano próximo hablemos del "a cualquier lugar de cualquier modo" como imparable tendencia en el turismo moderno.

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