Fuente: El Mundo.
Cada módem 3G y teléfono avanzado que venden las operadoras es a la vez premio y castigo. Premio porque el usuario se deja su buen dinero en una tarifa de datos, en ocasiones bastante limitada y con velocidades que se alejan de lo prometido. Castigo porque aquí no hay pan para todos, ni milagros. Tarde o temprano (más temprano que tarde) las redes 3G van a decir basta. Las femtocélulas son un interesante parche. Básicamente es una miniantena de telefonía personal para instalar en casa o en el trabajo, en zonas de baja cobertura o donde la demanda de conexión suba de forma inesperada durante ciertas horas del día. Estas femtocélulas redirigen el tráfico de voz y datos del teléfono a una conexión a Internet de cable o ADSL y para el usuario no hay diferencia, o no debería haberla (en realidad aún hay ciertos problemas de roaming) entre estar conectado a ella o a una antena convencional.
En Estados Unidos, donde la principal operadora GSM, AT&T, tiene un notable problema de infraestructura, se ensaya desde este mes con su uso en hogares, áreas suburbanas y entornos de trabajo. También en grandes ciudades donde los edificios impiden tener una buena cobertura.
Dado que el problema de infraestructura es de la operadora, cabría esperar que la instalación corriera por cuenta de la casa, pero no. AT&T tiene previsto cobrar 150 dólares por el privilegio de arreglarles la red y, de rebote, usando la conexión a Internet del proprio usuario para redirigir el tráfico de voz y datos. La antena sólo es accesible para 10 teléfonos que elija el dueño (amigos y familiares, por ejemplo).
La medida, por supuesto, está generando bastante polémica a este lado del Atlántico y desde Europa habría que estar atentos porque ese parece el modelo de negocio que se quiere seguir con estos dispositivos.
Al menos está les ha salido mona a los de Cisco.
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