Fuente: La Nacion.
"A una banda como Pink Floyd hay que consultarle todo. Si un director, aunque sea Michael Haneke, quiere que un póster con una portada de un disco suyo salga un segundo en una película, debes consultarles". Manuel Torresano, del sello independiente Siesta, tiene claro que EMI cometió un error de cálculo cuando proyectó vender canciones sueltas de dos álbumes de la banda, The Wall y Dark side of the moon, a través de la tienda digital iTunes .
El grupo llevó a la multinacional a juicio y venció. Según la sentencia, aunque el grupo haya accedido a que su obra se incluya en el catálogo de descargas digitales de la página e incluso algunos de sus temas puedan hoy convertirse en tonos de móvil, los términos de su relación con EMI estipulan que se debe "preservar la integridad artística de sus álbumes". "La sentencia me parece un triunfo absoluto de la música frente al mercantilismo. Una victoria del LP como concepto y como obra frente al "usar y tirar" del MP3". En estos términos se manifiesta Gerardo Cartón, del sello y distribuidora independiente PIAS.
Y es que, aunque Pink Floyd tal vez sea hoy una marca más grande incluso que EMI, posea el segundo catálogo más lucrativo tras el de los Beatles y Roger Waters tenga una fortuna estimada en millones de dólares, para muchos ha resultado complicado contener la euforia y ver en esto un síntoma.
"A ver, no es exactamente un David contra Goliat", comenta Guy Garvey , de la banda Elbow, quien ya vertió todo el caudal de felicidad que sintió al saber de la noticia en el blog que escribe para el diario inglés The Guardian . "A nosotros no nos dejaron vender nuestro último disco sólo como un todo, aunque lo intentamos. Hay discos que son algo más que la suma de sus canciones y esto debe ser respetado. Te pasas horas decidiendo si entre canción y canción hay una pausa de dos o tres segundos, si este tema o aquél deben ir al principio o al final, y luego resulta que no sirve de nada. Puede resultar frustrante", recuerda Garvey.
En una época en la que cada semana se intenta asesinar un formato, se anuncia el retorno de otra cosa que jamás se fue y se proclama un nuevo modelo de negocio que, esta vez sí, acabará con la crisis, la sentencia ha significado una pequeña pero perfecta tormenta que ha abierto varios debates. Aparte del obvio sobre las intenciones del autor y el respeto que merecen, fue el dinero el que ha destapado por qué EMI se ha empecinado en este tema hasta el punto de llegar a los tribunales, perder y pagar los gastos del juicio.
"Los sellos ganan más si se venden canciones sueltas. Supongo que un grupo puede pedir lo que ha pedido Pink Floyd y se le debería hacer caso, pero lo cierto es que a la discográfica le sale mejor vender canciones que discos enteros. Mi formato preferido es el vinilo con código de descarga, pero entiendo que, con la que está cayendo, mucha gente piense que no es el momento de ponerse exquisitos y que lo que hay que hacer es facilitarle las cosas al consumidor", comenta Torresano.
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