Antaño conocidos como «frikis», hoy son considerados como el grupo social tecnológicamente mejor equipado. Ser uno de ellos se identifica inmediatamente con habilidades informáticas al alcance de sólo unos pocos.
La Campus Party es su evento por excelencia, la fiesta más especial del año, donde «puedes poner cara, por fin, a los colegas a los que sólo conoces de internet». No en vano, este evento está reconocido como el mayor en tecnología, creatividad, ocio y cultura digital en red del mundo.
La que se celebra estos días en la Caja Mágica de Madrid es además especial porque cuenta con la participación de «campuseros» de 27 países y con ponentes del más alto nivel. «Viene el creador del mp3, (el formato de música más común). Es un hecho bastante importante», explica uno de los participantes. Su descubrimiento fue, para la comunidad internauta un gran paso para la humanidad.
Si la inauguración oficial -que corre a cargo de la ministra de Ciencia e Innovación Cristina Garmendia- es hoy, la de ayer fue una tarde intensa. La campus comenzó a despertar sin prisas en un día sin eventos y dedicado únicamente a tomar posiciones en las mesas, colocar los equipos -asociado cada uno al DNI de su propietario- y probar el espectacular ancho de banda.
Despliegue de máquinas
El emplazamiento es clave para pasarlo bien los próximos cuatro días y conviene estar cerca del «clan», el grupo de amigos con el que cada participante ha venido. Se esperan más de 800 «campuseros» venidos de toda Europa y que han sido seleccionados tras presentar un proyecto, billete inexcusable para estar aquí, tanto como tener un «nick».
A lo largo de la tarde las mesas se fueron llenando y los distintos idiomas de la UE se apoderaron de las charlas en los pasillos. Se fue animando el encuentro y se enchufaron las luces, que como en un teatro apuntaban a las estrellas del encuentro. La principal, el iCube, un robot capaz de reaccionar a los estímulos. Con la música atronando en la sala, la fiesta pareció arrancar de verdad.
Y así, a las cinco de la tarde, empezaron a llegar los grupos, cada uno con su historia particular, como la de Stefan y Martin Blass que llegaron visiblemente cansados a la Caja Mágica. La razón: están hechos polvo tras conducir veinte horas desde Colonia (Alemania). La organización corre con los gastos del transporte del ordenador pero el suyo es uno realmente especial. Lo han construido ellos mismos y parece una auténtica cápsula espacial que desembalan en mitad de un corro de admirados colegas. «Por algo son los mejores», se escucha. El área del «modding» es la más vistosa. Consiste en la transformación de los ordenadores de sobremesa en verdaderas obras de arte construidas en metacrilato o madera, con agua refrigerando los circuitos y plantas en la disquetera.
A por el récord
Junto a él se agolpan las cajas de Keir Graham que esperan pacientes su llegada de Manchester y otras de Bélgica o Dinamarca que esconden tesoros tecnológicos aún por descubrir. «Hemos traído a los mejores «modders» de Europa. Contamos con la presencia de 40 de la UE y otros 40 de toda España», explica Antonio del Río, coordinador del área. En una de las esquinas asustan dos bombonas de nitrógeno líquido. Con ellas los tuneadores esperan dar la campanada este fin de semana y lograr el ordenador más rápido del mundo.
Twitter, Facebook y demás redes sociales son cruciales para retransmitir lo que sucede en el encuentro. También es crucial hacerse con la almohada del kit de bienvenida -cortesía de Iberia-, con la que acomodar la cabeza en el escritorio si la partida «on line» se hace larga o no hay tiempo siquiera para ir a la zona de acampada.
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