El primer teléfono móvil del mundo, el Motorola DynaTAC,
salió al mercado en 1983 y era lo que hoy denominamos un ladrillo.
Pesaba 800 gramos y medía 33 centímetros de largo con su gran antena,
por 4,5 centímetros de ancho y 8,9 de profundidad. Desde ese momento, se
inició una carrera entre los fabricantes por mejorar los nuevos
teléfonos en muchos aspectos, como la autonomía de la batería, que
inicialmente aguantaba una hora, pero el tamaño fue uno de los
principales cambios. Modelo tras modelo, los fabricantes fueron
reduciendo las dimensiones de los teléfonos hasta llegar incluso a
algunos de dimensiones poco más grandes que una moneda de dos euros.
Pero esa evolución, que parecía lógica, se interrumpió de repente.
Desde
la salida del DynaTAC, hacer un teléfono pequeño y de poco peso era una
cuestión fundamental. Los gramos que pesaba un móvil y su capacidad
para ir alojado en bolsos y bolsillos se convirtieron en prioridades
para los fabricantes. En el 2007, todo cambió. El lanzamiento del iPhone
de Apple demostró que un teléfono podía utilizarse de forma
satisfactoria para navegar por internet, utilizar aplicaciones de muy
diversa índole, albergar juegos muy cercanos a los de las videoconsolas y
manejar fotografías y vídeos con una facilidad y claridad nunca vistas.
El
protagonismo pasó a la pantalla. Ahora un tamaño grande tenía ventajas
si era para darle dimensión a la pantalla. El iPhone, con sus 3,5
pulgadas de pantalla, que son las que tiene el modelo más avanzado hasta
la fecha del terminal de Apple, el 4S, ha mejorado desde el 2007 la
resolución de su pantalla y la densidad de sus píxeles hasta hacerlos
indetectables a simple vista, pero se mantiene inalterado en tamaño,
algo que la competencia ha explotado. Numerosos indicios apuntan a que
Apple podría presentar en breve -de momento no hay noticia oficial- un
nuevo teléfono con una pantalla algo más grande, de 4 pulgadas,
siguiendo una tendencia general de estos teléfonos avanzados (smartphones).
Mientras
Apple mantiene su característico silencio respecto a su futuro nuevo
modelo de teléfono, a su alrededor, la competencia ha seguido una
tendencia clara. La pantalla se ha convertido en protagonista absoluta
de las características de los móviles. El modelo estrella de Samsung, el
Galaxy SIII, lanzado a principios del verano, tiene una pantalla
imponente, de 4,8 pulgadas. La tecnología ha permitido reducir los
bordes de los frontales de los teléfonos, por lo que el tamaño útil de
las pantallas ha crecido sin necesidad de que el dispositivo crezca en
la misma proporción.
De todos los teléfonos de gama alta más
avanzados, sólo el iPhone 4S se mantiene en un tamaño por debajo de las
cuatro pulgadas. El Nokia Lumia 900 -la firma finlandesa presentará un
nuevo modelo el 5 de septiembre-, como el Sony Xperia S, o el Panasonic
Eluga, por ejemplo, tienen todos ellos pantallas de 4,3 pulgadas. Con
este tamaño y los del Samsung Galaxy SIII, la visualización de una
película o el trabajo de una aplicación de ofimática cobran
protagonismo. ¿Hay un límite para los móviles?
Parece que, más
allá de las 5 pulgadas, es difícil que un teléfono tenga una buena
acogida, porque deja de ser sencillo manejar la pantalla táctil con una
sola mano, ya que el dedo pulgar no llega con soltura a toda su
superficie. Otro de los inconvenientes es su transporte. Llevar una
pantalla de cinco pulgadas o más en el bolsillo puede resultar poco
práctico a muchas personas. Pero esas afirmaciones tampoco son ciertas
del todo. El año pasado Samsung lanzó el Galaxy Note, un teléfono con
una pantalla de 5,3 pulgadas, puntero táctil y una orientación hacia el
dibujo y el diseño. La semana próxima, la firma coreana presentará el
sucesor de este modelo en Berlín y se espera que su tamaño crezca hasta
las 5,5 pulgadas. Este modelo de Samsung ya ha sido definido en inglés
como una nueva categoría denominada phablet (por la fusión de los
términos phone -teléfono- y tablet -tableta-).
Entretanto,
las tabletas están en un momento de plena definición. El iPad salió al
mercado hace tan sólo dos años y medio. Apple estudió durante años su
tamaño y proporciones y se decidió finalmente por una pantalla de 9,7
pulgadas. Desde entonces, algunas de las mejores tabletas que han salido
al mercado, como las de Samsung o Acer, han rondado las 10,1 pulgadas,
aunque cada fabricante se ha inclinado por unas proporciones
determinadas entre ancho y alto.
También en este incipiente
sector, sin embargo, es posible encontrar nuevos caminos. El primer paso
lo dio Samsung con su primera tableta Galaxy Tab, de 7 pulgadas.
Resultaba un formato muy interesante, distanciado del iPad, y orientado
al mercado del consumidor que quería una tableta muy transportable para
poder navegar por internet en una gran pantalla desde cualquier sitio,
consultar el correo, o el consumo de libros electrónicos.
En
otoño pasado, el gigante de las ventas por internet, Amazon, dio una
nueva vuelta de tuerca a ese planteamiento con su tableta Kindle Fire.
De nuevo, con tamaño de 7 pulgadas y orientada al consumo de productos
multimedia -preferentemente, claro, de la tienda de la compañía-.
Esta
apuesta se ha visto refrendada por otro gigante de la tecnología,
Google, que ha hecho una apuesta para el lanzamiento de su primera
tableta oficial, la Nexus 7, en los próximos días, fabricada por la
compañía taiwanesa Asus. El hecho de que Google haya añadido el número
de pulgadas al nombre de la tableta hace presagiar que podrá haber en el
futuro al menos una Nexus con otro tamaño, previsiblemente de las
medidas del iPad.
¿Hará algún movimiento Apple ante lo que hace
su competencia? El iPad sigue siendo hegemónico en su sector, donde es
la tableta con más capacidades, no sólo por sus características
técnicas, sino también por el número de aplicaciones específicas de las
que dispone, unas 266.000, que determinan lo que se puede hacer con él,
que es mucho. Android no ha tenido todavía una gran expansión en el
mundo de las aplicaciones para tabletas.
La compañía de la
manzana tiene también en su ADN mantener una línea propia al margen de
lo que haga el resto. En su día, el desaparecido fundador de Apple Steve
Jobs, descartó un tamaño inferior para el iPad. Consideraba que tenía
las medidas óptimas para la mayoría de los consumidores. Pero el mercado
es amplio y las necesidades de los usuarios muy distintas. Así que ¿por
qué descartar un iPad de menor tamaño si es lo que puede interesar a
muchas personas?
La competencia en el mercado de las tabletas se
va a convertir en feroz a partir del próximo otoño. Junto a la fuerza
de los principales fabricantes y de compañías como Google y Amazon, otro
gigante, Microsoft, va a irrumpir a lo grande. La compañía de software
lanzará su primera tableta, denominada Surface (con 10,6 pulgadas), para
acompañar el lanzamiento del sistema operativo Windows RT. Este será
una versión especial del nuevo Windows 8 que podrá utilizarse en
dispositivos que llevan procesadores del tipo ARM, como los que llevan
la mayoría de las tabletas.
Microsoft rompe la que parece una
tendencia a la reducción, pero es que este primer ordenador de la
compañía va a intentar explotar el flanco profesional y llegará ya con
un teclado desplegable de serie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario