Al igual que en Facebook, el grado de popularidad o sociabilidad de una persona se puede medir en función de su número de amigos, en Twitterla cantidad de seguidores determina el interés que suscitan los comentarios u opiniones de su autor. No obstante, la exactitud de estas cifras puede diferir mucho de la realidad al estar infladas por usuarios fantasmas o cuentas falsas. Con el objetivo de desenmascarar estos perfiles ficticios, la empresa británica Status People ha desarrollado un software que permite identificar si los seguidores son reales.
A través de esta aplicación, se puede conocer el porcentaje de las cuentas falsas, inactivas y activas.
Únicamente hay que conceder a la aplicación los permisos para acceder a
la cuenta de Twitter, y al cabo de unos minutos se obtiene el informe con los porcentajes de los seguidores.
La herramienta opera investigando los últimos mil seguidores que se han
agregado a la cuenta. Además de obtener un minucioso análisis de la
presencia en la red social, permite indagar en los followers de otros
usuarios de Twitter.
«Una cuenta falsa se abre para seguir a gente o enviar spam.
Estas cuentas normalmente no tienen apenas seguidores, pero en cambio
ellos siguen a un elevado número de personas. Una cuenta inactiva es
aquella en la que no se registra ningún movimiento en un periodo de tiempo considerable.
Pueden estar gestionadas por personas reales, pero son más consumidores
que gente que comparte información», expone Rob Waller, uno de los
mayores responsables de esta innovadora herramienta.
Comprar «followers» a buen precio
Según esta empresa de los 30 millones de personas que siguen a Lady Gaga, sólo un 25 % son reales.
Cada cuenta de Twitter tiene un pequeño porcentaje de seguidores falsos,
ya que a diferencia de Facebook no se requiere ningún permiso para
contactar con esa persona. Esta libertad ha llegado a crear un mercado en el que se venden seguidores de Twitter. En internet ya se pueden encontrar páginas en la que se comercian follower a precios muy asequibles. Según el New York Times, unos 220.000 seguidores saldrían por 200 euros.
Todo
vale con tal de conseguir una mayor presencia en la red de
microblogging, pero a veces las formas hacen demasiado evidente la
maniobra. El ministro de Vivienda, Grant Shapps, ha sido recientemente acusado de utilizar un programa informático para inflar los seguidores de su cuenta.
Decenas de personas declararon cómo entre sus seguidores aparecía y
desaparecía el perfil de Shapps en escasos minutos, haciendo presagiar
que un programa informático estaba detrás de esos movimientos.
No obstante, esta serie de estratagemas pueden no revertir en un beneficio real. «Es necesario construir una conexión y relación real con la gente interesada en lo que tú haces.
De poco sirve tener un número artificial de seguidores si luego tu
mensaje sólo va a ser asimilado por un pequeño porcentaje de personas»,
expone Katy Howell, directora de Inmediate Future, consultoría de medios
sociales.
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