El ser humano es una criatura eminentemente social. Aun así, la mayoría
de zonas del cerebro destinadas a la interacción con otras personas
trabajan también durante los comportamientos individuales. Un grupo de
investigadores de la Universidad de Duke ha descubierto una región, la
conjunción temporal-parietal (CTP), que sólo entra en funcionamiento
cuando se interactúa con otro individuo. Y además sólo lo hace si lo
considera importante para sus intereses.
Los científicos
responsables de esta investigación diseñaron una versión muy
simplificada del póquer y pusieron a jugar a un grupo de personas, entre
sí y contra un ordenador. Durante las partidas analizaron la actividad
cerebral de los participantes mediante una Imagen por Resonancia
Magnética funcional (IRMf), y descartaron las zonas que se activaban
tanto contra un rival humano como contra un rival informático. Hasta que
sólo quedó la conjunción temporal-parietal.
Pero se dieron
cuenta de que, aunque la CTP sólo se activaba en competición contra
humanos, tampoco entonces lo hacía siempre. Es necesario que la persona
perciba que la otra es importante. Es esta misma región del cerebro la
que determina, cruzando información biológica con información sensorial,
primero si está ante otro individuo, y después si es un rival digno.
A
través de mediciones en tiempo real de la conjunción temporal-parietal,
los investigadores pudieron predecir la jugada —apostar más o pasar— de
un humano contra otro, aproximadamente un 75% de las veces. Cuando se
jugaba contra un ordenador, como el TPJ no se activaba, era imposible
hacer predicciones —aunque sí utilizando otras zonas del cerebro—.
El
TPJ no sólo se activa en situaciones de confrontación. «Probablemente
también entra en acción cuando se participa en algo positivo,
colaborativo», aseguró McKell Carter, lider de la investigación. Durante
los experimentos se observó que, por lo general, los participantes
prestaban más atención a sus rivales si estos eran humanos. Algo,
afirmó, «coherente con la tendencia humana a ser sociales».
«Hay
diferencias neuronales fundamentales entre las decisiones tomadas en
situaciones sociales y las que no lo son», afirmó Huettel, co-autor del
trabajo. «La información social puede provocar que nuestro cerebro
aplique unas normas diferentes que con información no-social», aseguró.
«Es importante tanto para los científicos como para los legisladores
conocer los mecanismos de toma de decisiones en ambos contextos».
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