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2012/01/25

"Lo que más me preocupa de la piratería es el miedo que le tiene la industria"

  Si ya es difícil permanecer en los primeros puestos de las listas de ventas durante unas pocas semanas, ser número uno durante casi dos meses es poco menos que imposible, y más todavía en tiendas virtuales en las que no puedes jugar con ventajas como el posicionamiento (que tus libros estén bien colocados en los estantes) y en las que la distribución no es una barrera de entrada.
Exactamente ese imposible es lo que está logrado Juan Gómez-Jurado, un escritor y periodista madrileño afincado en Galicia que ha logrado ya tres grandes éxitos internacionales (sus novelas se han publicado en decenas de países y han vendido millones de ejemplares) y que ahora arrasa en el mercado de los ebooks.
Su libro, El emblema del traidor, lleva desde el lanzamiento de la tienda de libros electrónicos en castellano de Amazon ocupando permanentemente el número uno. ¿Su secreto? Por supuesto ofrecer un buen producto y, aunque de eso no estamos seguros, es probable que su agresiva política comercial tenga algo que ver: el libro se vende por 1,49 euros.
Para tratar de desentrañarlo se lo hemos preguntado al propio Gómez-Jurado, aprovechando la ocasión para que nos hable también del futuro de la edición, de los libros electrónicos y, cómo no, de sus exitosas novelas.
Cinco semanas como número uno en la tienda de libros electrónicos de Amazon y tres títulos entre los más vendidos de la iBook Store de Apple. ¿A qué atribuyes este éxito?
Sinceramente, no lo sé. El libro electrónico parece haber despegado en España, después de varios intentos fallidos, y he tenido la suerte de estar ahí. Supongo que se debe a la conjunción del nombre reconocible de un autor y un precio atractivo.
¿Sabes cuántos ejemplares llevas vendidos?
Los TOS [Terms Of Service, condiciones del contrato entre la tienda y los escritores que lanzan obras en ella] de Amazon no me permiten comentarlo, pero te puedo decir que son miles.
Miles de ejemplares por los que, hay que recordar, el autor puede llegar a ganar cerca de un euro en cada uno de ellos. Es decir: un precio más que competitivo que ayuda a que se vendan muchos ejemplares no redunda en perjuicio del escritor.

Háblanos de El emblema del traidor, ¿cómo es la novela?
La escribí por una carambola del destino. Yo estaba trabajando en una novela sobre la guerra de Irak, incluso tenía un viaje programado a Bagdad para documentarme. Pero un par de meses antes conocí a Juan Carlos González, un librero vigués que me contó la historia de su padre. Este era un capitán del ejército español que salvó a unos náufragos de una muerte segura en 1941.
Estos náufragos viajaban en una patera, eran altos y rubios y pidieron no ser llevados a España, sino a Portugal. Antes de desembarcar, el cabecilla le entregó al capitán un emblema de oro y diamantes como agradecimiento. La historia, real, me pareció tan apasionante que quise construir una trama alrededor de ella.
El emblema del traidor está ambientada en la Europa de la primera mitad del S XX, mientras que tus anteriores novelas transcurren más o menos en el presente... ¿Resulta más fácil trasladar las tramas atrás en el tiempo o por el contrario es más complicado?
Decidí ambientar la novela en el periodo de entreguerras porque es un periodo mucho menos tratado en la novela mainstream. Todo el mundo parte del momento en el que Hitler sube al poder o en el meollo de la Segunda Guerra Mundial. Y sin embargo hay pocos periodos tan apasionantes como el de los años 20 en Alemania. Esa década polariza y define toda la historia del siglo XX. Es una época de gran paro, crisis en lo económico y en las ideas, auge de movimientos sociales revolucionarios... Bien pensado, creo que la gente está volviendo a El emblema del traidor (publicada originalmente en 2008) porque hay una identificación absoluta entre aquel momento y el que estamos viviendo ahora mismo.
Y sí, es más difícil ambientar las novelas en periodos históricos anteriores, al menos en mi caso. Yo sigo un método de inmersión absoluto: no sólo investigo el contexto, sino la realidad cotidiana de los personajes. Esta parte es agotadora, pero luego es muy beneficiosa para el texto. Lo que me permite es eliminar las descripciones y fundirlas en los pensamientos y las acciones de los personajes.
En lugar de describir un desayuno alemán de la época, hago que el protagonista pida una tostada de foie gras y la moje en el café. Sigo la máxima de "show, don’t tell". Parece simple, pero es más complejo de esta forma.
 ¿A qué atribuyes el éxito que actualmente tienen tantas novelas históricas?
A la necesidad de comprender nuestra realidad. En un mundo donde cada vez todo es más relativo, hacen falta historias que nos expliquen quienes somos, cuales son las raíces de nuestros problemas. El principal propósito de mis novelas es entretener, pero también que el lector aprenda.
¿Mantienes una política de precios tan agresiva para tus ediciones digitales? ¿Es decisión tuya?
Estoy profundamente desencantado con la manera en la que la industria cultural intenta luchar contra la piratería. Intento demostrar que a un precio razonable la gente comprará tus libros, sin importar que se pueden conseguir por otros medios. Si no insultamos a nuestro público, si no les llamamos ladrones e intentamos poner puertas al campo, si empleamos buenas prácticas... todo eso volverá a nosotros.
¿Por qué crees que otros autores u otras editoriales no adaptan sus precios al nuevo mercado que suponen los ebooks?
Por miedo. Se ha intentado levantar una pared artificial para retrasar la irrupción de lo digital en España, primero con la creación de Libranda y segundo con esa continuidad de precios elevados. Ambas medidas han favorecido aún más el auge de la piratería. El público no es imbécil.

¿Cómo crees que se va a configurar el sector de la edición a partir de la introducción masiva del libro electrónico? ¿Qué riesgos y qué oportunidades ves?
No hay riesgos, hay un cambio de modelo de negocio que va suponer una reconfiguración total de las estructuras de las grandes editoriales y del auge de otras más pequeñas o aún no creadas.
¿Estamos hablando de un futuro a medio plazo o del presente?
Una enorme bola ya rueda hacia el protagonista. Mejor que empiece a correr.
¿Crees que se están haciendo bien las cosas en España?
Creo que el grueso de la industria aún tiene que despertar. Hay intentos muy buenos de adaptarse a las nuevas realidades, pero casi todos vienen de esfuerzos independientes o puntuales. Aún es necesario un gran caso de éxito que sirva como revulsivo para el sector. En ese sentido no ayuda que novelas como El Prisionero del Cielo [la última obra de Carlos Ruiz Zafón] no estén disponibles en formato digital de manera legal hasta meses después de su salida en papel. Porque de manera ilegal sí está.
¿Te preocupa la piratería? ¿Es posible combatirla?
Lo que más me preocupa de la piratería es el miedo que le tiene la industria. Muchos estudios serios han llegado a la misma conclusión: el dinero que la gente gasta en entretenimiento no varía, tan solo cambia de dirección. No podemos pretender que la gente gaste en un bien intangible y de producción cero, como un libro electrónico, un precio cercano al de un producto cuidado, trabajado y de coste elevado como un libro en tapa dura. Eso es un suicidio.

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