La epidemia y el "estado de catástrofe pesquera" causados por el virus OsHV-1, probablemente asociado a la bacteria Vibrio splendidus, fueron declarados en la primavera de 2008. Ese fue el primer año en que decenas de miles de ostricultores franceses, al colocar las larvas de ostra en las cuerdas y cestas previstas para la crianza, descubrieron que morían de inmediato, a tasas que en ocasiones llegaron al 100% de mortalidad. Poco a poco, se vieron afectadas absolutamente todas las regiones de crianza, desde Normandía (noroeste, Atlántico) hasta la albufera de Leucate (Mediterráneo, Catalunya francesa).
Entonces, para intentar salvar un sector económico que en Francia mueve unos 700 millones de euros anuales y da trabajo a 20.000 personas, el Instituto Francés del Mar (Ifremer) lanzó su primer programa de investigación. El que es uno de los principales centros de ciencias del mar en el mundo trabajó en varias direcciones, tanto en el rediseño genético de las ostras, para hacerlas más resistentes, como en el análisis de las causas ambientales. También estudió, para ver si había algún factor de estrés, el sistema zootécnico, que lleva a que en Francia las larvas nazcan masivamente en criaderos, para ser luego transportadas a cientos de kilómetros.
No hubo éxito en la búsqueda de un antídoto o de un método de crianza que reduzca la capacidad mortífera del virus. La producción del que sigue siendo el principal productor europeo está cayendo en picado. De las 130.000 toneladas de ostras de producción anual promedio en Francia hasta 2009, se ha caído a unas 80.000 toneladas este año.
En septiembre pasado, el Ifremer publicó las primeras conclusiones de sus investigaciones. Se sabe que el virus se convierte en asesino implacable hacia abril o mayo, cuando la temperatura del agua franquea al alza el umbral crítico de los 16 grados centígrados. Dentro de esa mala noticia, los investigadores del Ifremer han hallado una primera pista prometedora. "Si las ostras son mantenidas en agua profunda a temperaturas relativamente estables es posible evitar los episodios de alta mortalidad", escriben los técnicos en un informe que Público pudo consultar.
Problema de concesiones
"Para conservar esa ganancia de tasas de supervivencia, parece por lo tanto necesario que la crianza se haga completamente, hasta la comercialización, en mar abierto. Ello plantea el problema de las concesiones y del equipamiento e instrumental de los profesionales", añaden. Además, los investigadores han demostrado que pueden existir puntos menos afectados dentro de la misma zona de cultivo, "lo que podría permitir limitar la difusión del virus", explican.El Ifremer indicó en octubre que va a promover una política de selección genética de las larvas y alevines. El objetivo es "producir bajo la forma de triploides las larvas seleccionadas para una mejor supervivencia". La palabra clave, "triploides", tiene que ver con una operación de selección genética que efectuó hace algo más de diez años el Ifremer. A partir de las ostras existentes (diploides, con parejas de cromosomas), produjeron una ostra "triploide" (con tríos de cromosomas). El objetivo era evitar los períodos de fuerte fecundidad de la ostra durante los meses sin "r" en el nombre: mayo, junio, julio y agosto.
El programa ya se puso en marcha de forma experimental este mismo año. En el Ifremer explican que unos 500 millones de larvas de ostra resistente triploide han sido producidas. Las entregas a los ostricultores interesados se efectuaron entre septiembre de 2010 y junio de 2011, y se ganó un 10% de superviviencia en promedio, respecto a las ostras no seleccionadas, unos datos que todavía deberían ser confirmados en 2012.
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