Los científicos que estudian mamíferos marinos en Alaska acaban de mandar una señal de alerta: decenas de focas y morsas están apareciendo muertas o gravemente heridas debido a un mal desconocido. Tras el análisis de los tejidos de estos animales, ulcerados y moribundos, ya se ha descartado la veintena más habitual de enfermedades que les suelen acosar. Ante la duda, se ha decidido investigar la posibilidad de que la causa de sus graves heridas sea un vertido radiactivo. Así lo confirman desde la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EEUU (NOAA, por sus siglas en inglés) y el profesor emérito de la Universidad de Alaska Fairbanks en la que se realizarán estos análisis de tejidos, John Kelley.
Los animales afectados son principalmente focas anilladas, de los que se han recogido 60 cadáveres desde julio y otros 75 ejemplares enfermos. Los síntomas son muy visibles, ya que suelen presentar heridas y úlceras en las aletas y la cabeza, además de importantes pérdidas del pelo que las protege de las frías aguas. Más allá de estas manifestaciones, las necropsias de los animales revelaron importantes afecciones de los sistemas inmune, linfático, respiratorio, hígado, corazón y cerebro.
Y aunque la alarma ha saltado en Alaska, los investigadores de NOAA tienen noticias de casos similares por parte de sus colegas en Canadá y Rusia. "El carácter generalizado de este evento puede deberse a los amplios movimientos estacionales de las focas entre las aguas de Rusia, Canadá y Alaska", explica la portavoz de NOAA en este estado, Connie Barclay. Los casos de morsas afectadas, el 6% de la población según sus cálculos, abarcan ambos lados del estrecho de Bering. Y los cazadores de la zona siguen avistando cadáveres de estas dos especies varados en las costas. Las anilladas, de las más pequeñas y esquivas focas árticas, pasan los veranos en las aguas más profundas y en invierno buscan la nieve y el hielo.
"Hemos recibido muestras de tejido de algunos de los animales que han provocado la alerta. Vamos a analizar estas muestras en busca de radiactividad, pero los resultados no estarán disponibles hasta dentro de varias semanas", señala Kelley, quien recuerda que en el pasado ya se han dado varios casos de mamíferos marinos con trazas de isótopos radiactivos en sus cuerpos.
En 1999, se observaron focas y marsopas con pequeños restos de radioisótopos en sus tejidos, atribuidos a la planta de reprocesamiento de material nuclear de Sellafield, en el norte de Inglaterra. Más recientemente, en 2008, se ha detectado la existencia de morsas del Pacífico con restos de cesio-137 en músculos e hígado. El estudio que daba noticia del hallazgo atribuía el origen de este peligroso isótopo radiactivo a vertidos de basura atómica en el Ártico ruso. Según un estudio de 2003 publicado en Environmental Science and Technology, la mayor concentración de radiactividad en mamíferos marinos del globo se da junto a las costas de Reino Unido y en el Lago Baikal (Rusia).
El oceanógrafo Carlos Duarte, que recogió en el Pacífico muestras de radioisótopos procedentes de Fukushima en la Expedición Malaspina, considera "improbable" que el vertido japonés sea el origen de los males de las focas. "Posiblemente se deba al vertido de alguna sustancia tóxica, local, en Alaska", conjetura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario