Un científico británico ha descubierto más de 300 fósiles de plantas que se remontan a hace unos 400 millones de años. Lo sorprendente del hallazgo es que este se ha producido entre las cuatro paredes del Instituto Británico de Geología. El paleontólogo de la Royal Holloway de la Universidad de Londres Howard Falcon-Lang se topó, linterna en mano, con unos cajones cubiertos de polvo con la inscripción "fósiles de plantas no etiquetados".
Fue al revolver en ellos cuando, para su inmensa sorpresa, dio con el primero de los fósiles etiquetado como "C. Darwin Esq.". "Me llevó un buen rato convencerme de que realmente se trataba de la firma de Darwin", explica Falcon-Lang, quien asegura que se dio cuenta inmediatamente de "la importancia del descubrimiento". La colección hallada consta de 314 piezas, algunas de ellas recogidas hace más de 170 años por el padre de la teoría de la evolución de las especies y su círculo más cercano, entre los que se encontraban el botánico John Hooker o el propio mentor de Darwin en Cambridge, John Henslow.
Las muestras se encuentran preparadas en láminas de cristal, algunas de hasta 15 centímetros, "auténticas obras de arte" como las define el paleontólogo, conteniendo pequeños fragmentos de madera y plantas que pueden ser analizados a través del microscopio.
El primero de los fósiles descubiertos se corresponde con los hallados por Darwin en su expedición a bordo del HMS Beagle en 1834, un viaje que cambiaría por completo al entonces joven estudiante de Cambridge y sentaría las bases de su posterior teoría evolutiva. "Gracias al extraordinario hallazgo de esta expedición podemos aprender mucho más, pues hay bastantes fósiles que no sabíamos que existían", asegura Falcon-Lang. Entre ellos, uno procedente de la colección de Hooker, una muestra de prototaxites o un hongo del tamaño de un árbol de hace 400 millones de años.
La explicación de la pérdida de esta importante colección se remonta al siglo XIX. Según explica el propio Falcon-Lang, "cuando Hooker trabajó para el Instituto Británico de Geología, en 1846, fue el encargado de montar la exposición extraviada". Sería entonces cuando el botánico incorporaría a la colección otras muestras halladas en un viaje por el círculo Antártico en 1840, a las que se sumarían, además, las de John Henslow, cuya hija se casó con Hooker.
"La pérdida se produjo porque Hooker no llegó a etiquetar las muestras en el registro formal", relata el paleontólogo, "justo antes de partir a una expedición al Himalaya". En 1851, las muestras no registradas se trasladaron al Museo de Geología Práctica, en Piccadilly, para después, en 1935, ser trasladadas al Museo de Geología (South Kensington). Cincuenta años después, la colección viajaría de nuevo hasta su ubicación actual, cerca de Nottingham, por lo que, tal y como aclara Falcon-Lang, "cada una de las mudanzas no hizo sino contribuir al olvido de la colección".
Así las cosas, el propio director ejecutivo del Instituto, John Ludden, ha admitido: "Este importante descubrimiento realizado ahora hace que uno se pregunte qué más puede esconderse entre nuestras colecciones".
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