Los científicos no pueden ser más claros. Con las promesas de reducción de CO2 sobre la mesa, la temperatura media del planeta pegará un brinco de entre 3 y 3,5 grados hacia final de siglo. En algunos países, como España, esta subida media podría traducirse en seis grados más en 2100.
Sin embargo, un acuerdo global y vinculante para limitar la subida de la temperatura a dos grados parece imposible en Suráfrica. "La UE está preparada para un tratado global en Durban, pero la realidad es que otras economías, como EEUU y China, no lo están", ha censurado la comisaria europea de Cambio Climático, la danesa Connie Hedegaard, en vísperas de la cumbre, que reúne a miles de negociadores de 195 países hasta el 9 de diciembre.
La ley de la selva
En la actualidad, el protocolo de Kioto, que expira en 2012, es el único tratado internacional para reducir las emisiones. Pero EEUU no lo ratificó. Y tampoco ponía riendas a las grandes potencias emergentes, China, India y Brasil, cuyas emisiones no asustaban cuando se ideó el tratado, en 1992. Además, Japón, vapuleado por el tsunami del 11 de marzo, Canadá y Rusia ya han dicho que no firmarán un segundo periodo del protocolo de Kioto. A partir de 2012, las emisiones mundiales sólo se regirán por la ley de la selva. Y, aunque hubiera una prórroga de Kioto, los pocos países industrializados que se sumarían sólo representarían el 16% de las emisiones mundiales de CO2."Seamos claros: la UE apoya el protocolo de Kioto, pero un segundo periodo de Kioto en el que sólo esté la UE, que representa el 11% de las emisiones globales, es claramente insuficiente para el clima", denuncia Hedegaard.
La UE llega a Durban exigiendo una "hoja de ruta y una fecha límite" para tener un nuevo tratado global de reducción de emisiones de CO2 que sirva para evitar la subida de más de dos grados, un objetivo acordado en Copenhague. En 2010, sin embargo, se alcanzó el récord mundial de emisiones, según la Agencia Internacional de la Energía.
La historia se repite. La cumbre del clima de 2007 en Bali ya trazó una hoja de ruta para tener un acuerdo global y vinculante en Copenhague en 2009. Pero el cónclave, al que acudieron líderes mundiales como el estadounidense Barack Obama, el francés Nicolas Sarkozy y la alemana Angela Merkel, fracasó y se cerró con una magra declaración política.
"El mundo no se puede dividir como en 1992, requiere una hoja común para todos", explica la secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera. La UE y los países más vulnerables al calentamiento quieren poner en Durban los cimientos de un compromiso de todos los países. El desarrollo del nuevo acuerdo culminaría en 2015 y su aplicación arrancaría en 2020, como muy tarde.
EEUU, con su Congreso plagado de escépticos, y Japón, que lidia con uno de los mayores desastres de su historia, quieren retrasar el inicio de las negociaciones hasta 2015, cuando los científicos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU hayan concluido su quinto informe de evaluación. Para Ribera, esperar a 2015 es "inadmisible".
Las emisiones de CO2 alcanzaron las 30.600 toneladas métricas en 2010, un 5% más que en 2008, cuando se registró el anterior récord. La Agencia Internacional de la Energía advierte de que las emisiones se acercan peligrosamente al límite de 32.000 toneladas que no se debe rebasar en 2020 si se quiere evitar el aumento de dos grados de la temperatura.
Sin guión
"No es ni moral ni económicamente razonable que se retrase el debate sobre la reducción de emisiones", zanja Ribera, que ha liderado a los negociadores españoles en las pasadas cumbres, pero que todavía no sabe si acudirá a Durban. Su presencia, y el guión que leerá España, dependen de una reunión esta semana entre los coordinadores del traspaso de poderes, Soraya Sáenz de Santamaría, por el PP, y Ramón Jáuregui, por el Ejecutivo en funciones."El nuevo Gobierno marcará su posición", admite Ribera. Hasta ahora, España, como Alemania y Reino Unido, ha defendido que la UE suba su compromiso de reducción de emisiones hasta el 30% en 2020, en lugar del 20% actual, como munición en las negociaciones de Durban. El presidente electo, Mariano Rajoy, se opone, alinéandose con Italia y Polonia. Este último país, precisamente, liderará a los negociadores de la UE, al ostentar la presidencia rotatoria del Consejo Europeo.
Las ONG se han desplegado durante el fin de semana en Durban para presionar a los gobiernos presentes en la cumbre. "Desde el Cuerno de África y el sudeste asiático hasta Rusia y Afganistán, un año de inundaciones, sequías y calores extremos ha sumido a decenas de millones de personas en la hambruna y la pobreza", urge Kelly Dent, portavoz de Oxfam. Hace diez días, un informe del IPCC vinculaba las emisiones de CO2 con fenómenos meteorológicos extremos. Y en 2010, la Organización Meteorológica Mundial ya relacionó el calentamiento global con la ola de calor de Rusia y las inundaciones en China y Pakistán del año pasado.
Un nuevo informe de Oxfam, que se divulgará hoy, intenta presionar a los negociadores para que lleguen a acuerdos ambiciosos en Durban, una ciudad costera situada en la punta sur del continente más afectado por el cambio climático. En el Cuerno de África, detalla el documento, las fuertes sequías han golpeado a 13 millones de personas. En julio, el precio del sorgo en Somalia se disparó un 393% respecto al promedio de los últimos cinco años. En Etiopía y Kenia, el precio del maíz subió un 191% y un 161% respectivamente.
El cheque climático de los países desarrollados a los pobres, para su adaptación a las consecuencias del calentamiento global, será otro de los frentes en Durban. En 2009, en Copenhague, las grandes potencias se comprometieron a entregar 30.000 millones de dólares a las naciones en desarrollo durante el periodo 2010 - 2012. La UE ya ha puesto 4.680 de los 7.200 millones de euros que prometió.
El siguiente paso es concretar la financiación a largo plazo. Los países industrializados prometieron aumentar la ayuda económica a partir de 2013, hasta llegar a los 100.000 millones de dólares al año en 2020. Sin embargo, todavía no se sabe de dónde va a salir esa enorme cantidad, similar al segundo rescate de la economía griega tras su hundimiento. Los países pobres piden que el dinero salga de las huchas de los estados ricos, mientras estos proponen una mayor contribución de empresas privadas. Las ONG exigen que un Fondo Verde del Clima esté operativo en 2013 para gestionar ese dinero, pero todo, hasta esto, está por ver.
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