Cuando los antioxidantes son malos. Así titulan los investigadores Rushika Perera y Nabeel Bardeesy, del Hospital General de Massachusetts y de la Facultad de Medicina de Harvard (EEUU), respectivamente, el artículo que publican hoy en Nature y en el que comentan un estudio que aparece en la misma edición. El trabajo en cuestión es un misil contra el globo de los antioxidantes, una boyante industria que atiborra de estas modernas panaceas y de sus presuntas propiedades milagrosas todo tipo de productos, desde yogures hasta cosméticos. Según los resultados del estudio, los denostados radicales libres actúan como barrera contra el cáncer al menos en ciertos casos, mientras que sus adversarios, los antioxidantes, alimentan el tumor.
Cuando se habla de radicales libres, se hace referencia sobre todo a las llamadas especies reactivas del oxígeno (ROS, en inglés), como el peróxido o el ion superóxido. Estas formas inquietas del oxígeno se generan en las células durante la respiración, y surgen también por la exposición a ultravioleta o radiactividad. La teoría de los radicales libres, acuñada hace más de 50 años, culpa a estas moléculas del envejecimiento y de otros daños como el cáncer a través del deterioro en el ADN y otros elementos celulares. Pero muchos científicos opinan que este modelo debe revisarse.
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